La noche en la que transcurrieron estos hechos que aquí se narran, fue una noche tranquila, una noche de esas lindas de verano, donde uno puede estar sentado afuera, tomando unos mates, mientras se disfruta del ruido majestuoso de la naturaleza. Y digo naturaleza porque esto sucede en un pequeño pueblito al sur de Córdoba, provincia de Argentina.
Allí estaba pues José Luís, un hombre de campo, joven, y apuesto, sentado en el patio de su casa, reposando y disfrutando de la tranquila noche, había sido una jornada complicada de mucho trabajo, digamos que ser peón de campo no es tarea para cualquiera. Por suerte su patrón don Severino le había dado para mañana el día libre, así alcanzaba a reponer algo de energías, para retomar al día siguiente de su descanso con las labores cotidianas.
Pero en aquella noche de cielo despejado, y de estrellas brillantes, José Luís no estaba solo, desde siempre había mostrado interés por una muchachita un año o dos más grande que el, de buen cuerpo, cabello negro como el pelaje de su moro, una sonrisa que se dibujaba perfecta en aquellos labios seductores, ojos celestes y resplandecientes que lo miraban y lo enamoraban, pero todos esos atributos tenían un nombre, se llamaba Constanza.
Esa noche misma, de verano mágica, la había invitado a la muchacha a tomar unos mates bajo el cielo estrellado, para hablar, conocerse, y como era bueno con la guitarra, quizás cantarle algunas serenatas. La muchacha se mostraba muy contenta, pero en los juegos del amor a veces uno toma desiciones que no saben la consecuencia, y menos el resultado que pronto leerán.
Constanza le propuso al enamorado José Luís, ir al río, que estaba a unos cuantos metros de la casa del peón, y de la mano, casi sin pensarlo llegaron a aquel lugar, que se encontraba suspendido en un clima de paz, y algo de misterio. Entre cruces de palabras, y el roce de algunas caricias llegó el primer beso, y ese dió lugar a un segundo, y de la nada sus bocas se hicieron inseparables.
Para generar un clima más íntimo, y viendo cómo se estaba poniendo el asunto, José Luís apagó el farol que llevaba en sus manos para iluminarse, pero algo paso en ese momento. La luz se había cortado por unos instantes, pero todo se volvió a iluminar con una tenue luz similar a la vela, viendo esto José Luís se volvió hacia el farol pensando que a lo mejor no había apagado bien la vela, pero que sorpresa se llevó cuando vio que la vela estaba apagada, y todo seguía completamente iluminado.
De la nada la tenue luz comenzó a acrecentar su brillo, volviéndose más, y más, y más intensa, lo cual hizo más intenso el miedo de la pareja de enamorados. Al cabo de unos segundos el agua de aquel pequeño río se vio envuelta en una turbulencia, que hacía salpicar aquel líquido por todas partes, y de la nada una gigantesca nave, de un tamaño bastante considerable ascendió de allí, saliendo del agua muy lentamente, siendo observada de manera atónita por José Luís, y Constanza.
La nave subió a una altura caía rozando las primeras capas de nubes. Un ruido metálico, seguido de un haz de luz muy fuerte, de un color verde intenso, recayó sobre José Luís, bañándolo, y cegándolo, para luego, como por arte de magia elevarlo por los aires, en un estado de levitación, pero dolorosa, porque aquella luz eran tan fuerte, que podía sentir como en aquel momento sus piel se desprendía de su carne, los huesos se le retorcían, pero sus gritos se ahogaban en el intento. Ese horrible espectáculo duro apenas unos tres minutos, después de eso la nave desapareció a una velocidad nunca antes vista, y de José Luís no se supo más nada.
En cuanto a Constanza la pobre se recluyó en un su casa y nunca más salió, muchos vecinos la culpan por la desaparición de José Luís, nadie cree en lo que vio, aseguran que lo mató, pero nadie ha descubierto el cadáver, si es que hay cadáver. Entre tanto para un sector minoritario de la sociedad José Luís decidió marcharse por su cuenta, viendo que el trabajo de peón era muy duro, había decido buscar un futuro mejor, pero por supuesto que nadie va a creer que eso fue un secuestro alienígena, por su puesto nadie va creer en aquellas luces que surcan los cielos durante la noche pueden ser visitantes de otros mundos, completamente desconocidos para nosotros, pero créame mi amigo/a, que hay cosas que ni usted, ni yo podemos comprender.