EL ETERNO POR QUÉ
ENCONTRARNOS EN LA DUDA
Por...MARK
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—No puedo considerar a la muerte más que como una grave injusticia, que acomete feroz cuál ejército sanguinario, y nos saquea hasta lo último que tenemos. Es injusta porque viene a arrebatarnos aquello que se nos presentaba eterno. Es de hecho el recuerdo que todo, tarde o temprano tiene un final. Y uno no se puede conformar con ello, pues no borra el sufrimiento que ésta misma deja, ya que el paso del tiempo difumina toda línea que alguna vez separó la poesía de la vida. Y si hablamos de vida, tenemos que entender lo innecesario de la tragedia, siendo esta previsible para el ojo ajeno, pero desde el punto de vista del observador ésta llega revolviendo todo, empujándole al mareo espantoso, al caer en cuenta que todo lo posible se vuelve imposible. Es la pérdida de ese ser amado la que nos hace revolcarnos en nuestra miserable existencia, y nos golpeamos el pecho deseando haber sido nosotros, pero en realidad es solo un acto de coraje nervioso, porque en realidad nadie desea morir, nos da miedo no saber qué pasa, no saber si hay vacío, paraíso o infierno.
Por otro lado es increíble como la vida, siendo apuñalada a sangre fría por la señora que elegantemente viste de negro, cambia de contraste, ya que esta misma nos ofrece una especie de redención, una limpia de pecados, ya que al fallecer dejamos de ser esos seres déspotas que fuimos en vida, ahora, dentro del ataúd, somos casi santificados por gentes que saben lo que fuimos, pero que la sola idea de vernos tiesos y pálidos, enternecen sus corazones y pasamos a ser los pobrecitos, los piadosos, los mejores seres humanos.
Sin embargo no deja de ser un acto natural injusto y misterioso, que nos saca de escuadra cuando intentamos pensarlo, porque no podemos razonar lo infinito de la muerte. Sólo le dedicamos un primer plano al sufrimiento y a las lágrimas ¿Pero quién llorará al indigente que ayer un autobús lo chocó? ¿Quién vela por los muertos de la guerra? No podemos concebir el universo del dolor porque nos sería difícil poder sobrellevar la vida, por eso somos la mayoría de las veces apáticos, serios y de dura mirada, pero por dentro nos consume la incertidumbre del por qué.
Yendo más a fondo, la muerte también nos ayudará a fomentar la comunicación de sucesos nada agradables, ya que parecerá una tontera lo que voy a decir, pero no es para nada fácil dar la noticia de que un padre, una madre o un hijo ha fallecido. Y yo creo que es debido a una construcción del carácter personal del humano individual. Hay personas que tienen cierta apreciación delicada (tacto cómo se le conoce comúnmente), y pueden notificar la baja de un familiar o una mascota de una forma menos dolorosa pese a que la acción del receptor del mensaje, sea de total angustia. Pero por otro lado, hay personas que tiran baldazos de agua fría, diciendo las cosas sin ningún tipo de cuidado (a calzón quitado), lo que genera un tiempo después, una anécdota tragicómica de un acontecimiento para nada alegre.
Después, siguiendo con el hilo de las noticias de difuntos, están las mentiras del cielo y la estrella, como si el cuerpo pasara a ocupar un espacio físico en el cosmos, aunque también se puede entender por el lado de la esencia o del alma, que se eleva a un universo completamente infinito. De igual manera es una idea que nos reconforta, y nos da seguridad de que aquél ser (humano o animal), está seguro en un sitio y no flotando perdido en el vacío.
Así nos damos cuenta que lo injusto de la vida no es la muerte, sino saber que, todo lo que hagamos en la vida, será efímero. No podemos vivir más de mil años, pero si podemos vivir el hoy como parte de una esperanza. Morir es natural, pero que duro es afrontar la duda de no saber ese maldito por qué.
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