jueves, 5 de septiembre de 2024

BRUNO, EL HEREJE

 LOS ULTIMOS DÍAS DEL NOLANO


RELATO BREVE 

Por...MARK
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HISTORIA

   Giordano Bruno, fue un astrónomo, filósofo, teólogo, matemático y poeta italiano​. Sus teorías cosmológicas superaron el modelo copernicano, pues propuso que el Sol era simplemente una estrella y que el universo debía contener un infinito número de mundos habitados por animales y seres inteligentes. Miembro de la Orden de los Dominicos, propuso en el campo teológico una forma particular de panteísmo, lo cual difería considerablemente de la visión cosmológica sostenida por las distintas confesiones cristianas.

    Además de estos razonamientos, sus afirmaciones teológicas también fueron otra de las causas de su condena, que lo llevaron a ser ejecutado por las autoridades civiles de Roma después de que la Inquisición romana lo declarara culpable de herejía, razón por la cual fue quemado vivo en la hoguera. Tras su muerte, su nombre ganó fama considerable, particularmente en el siglo xix y principios del xx.

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EL RELATO


  Cuando quiso darse cuenta, las sucias manos de la Inquisición, pertenecientes a la Iglesia Católica de Florencia, Italia, estaban sobre él y sus investigaciones. Por alguna desgracia del destino inmediatamente fue encarcelado y tratado peor que a un animal. Los inquisidores querían averiguar cada detalle sobre sus conocimientos mágicos y científicos, pero sobre todas las cosas, estar al tanto de sus saberes prohibidos, que eran calificados como prácticas paganas y satánicas, en un tiempo donde todo aquello comenzaba a tomar forma de una manera pujante en la era del Renacimiento, época de vital importancia para los nuevos sectores esotéricos y místicos, que buscaban alcanzar aquel estado de gnosis tan deseado por muchos sabios de aquellos años buenos, pero a la vez oscuros.

  Corría el pleno siglo XVI, y la noticia de la captura de un monje dominico había llegado a los pasillos del Vaticano, recorriendo cada habitación como la pólvora encendida. Incluso el papa Clemente VII se había enterado de tal cosa, pero el detalle era aún más sorprendente, pues aquel monje no era un simple dominico desviado hacia ideas no cristianas, se trataba del famoso Giordano Bruno.

  Aquel hombre, perteneciente a una órden cristiana importante, había roto cualquier lazo con las divinidades de la Iglesia Católica, pues los rumores sobre sus pensamientos e ideas, que fluían en torno a aspectos antiquísimos del saber humano, habían sido prohibidos por la iglesia. Los grandes años de la magia medieval de los siglos IX u XI, que se condensaba en jugosos volúmenes y manuscritos, de un valor incalculable para el patrimonio de la humanidad, habían perecido en grandes hogueras, pues los católicos no andaban con bromas.

  Mientras tanto Giordano Bruno, quien otrora había sido un gran catedrático en diferentes universidades europeas y sobre todas las cosas un magnífico orador, ahora yacía sumergido en una celda inmunda y maloliente, siendo su única compañía un reo que habitaba en la celda contigua, a quien Bruno le daba declaraciones bien fundadas sobre su inocencia.

  Días largos de interrogatorio y encierro, le hicieron perder por completo la noción del tiempo. Había estado bajo el yugo inquisidor, y recluido de las delicias del mundo por nada más y nada menos que veintiséis años.

  Durante los interrogatorios, Bruno juraba y perjuraba que sus conocimientos nada tenían que ver con los demonios y Satanás, él estaba más cerca de Dios que de ningún otro. Pero nada resultaba del agrado de los Inquisidores, todo parecía jugarle en contra, hasta en el juicio sus argumentos parecían no ser escuchados.

  Finalmente la Iglesia decidió ponerle un punto final a la situación y lo condenaron a la pena de muerte. Bruno en ese momento no sintió miedo ni mucho menos culpa, sabía que no había hecho nada malo ¿Acaso era un crímen querer aspirar a un poco de conocimiento? Pero, para la mentalidad perversa de la Iglesia Católica no podía ver en eso otra cosa que no sea un trato con el maligno .

  En el mes de febrero y más precisamente el día diecisiete, del año 1600 se dictó la sentencia: morir quemado en la hoguera era el castigo por sus pecados.

  Fue finalmente trasladado a un lugar solitario donde se llevó a cabo lo dicho por el tribunal. El fuego en aquella mañana ardía en algún paraje solitario italiano, mientras el cuerpo de un hombre, de un librepensador, era purificado por las llamas.

  Los ojos curiosos de los miembros del clero presenciaban todo aquello con gozoso esplendor, a sabiendas que habían condenado a un hombre inocente. Pero, lo que aquellas ilustres personas no sabían era que el legado mágico de Bruno, el hereje, no se perdería jamás. Desde su muerte en adelante, sus increíbles conocimientos, editados en libros posteriores a su muerte, siguieron influenciando a muchas más personas, llegando incluso hasta nuestros días los ideales de la magia bruniana, pero esa… esa ya es otra historia.



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