miércoles, 25 de septiembre de 2024

¿CÓMO NOS RELACIONAMOS?



 A la hora de afirmar cómo debe ser nuestro comportamiento para con los demás, es necesario entender las diversas cosas que nos atraviesan como personas a lo largo de nuestra vida. Personalidades tan ególatras como la del, para nada respetable, Temach, nos hacen caer en cuenta sobre el peligro de generalizar. Tratar de comprender, sin saber realmente, qué es lo que el otro quiere que haga o cómo desea que lo haga, termina generando una base para nada confortable, donde asumimos convencidos de que todos los hombres quieren lo mismo, y de que todas las mujeres desean lo mismo, dejando de lado las características individuales de los diferentes actores sociales. Afirmar que «todas las mujeres» quieren ser tratadas de la misma manera, nos hace ignorar que las relaciones interpersonales, están sometidas a múltiples variables, que muchos de los fans del Temach (y hasta el propio Temach ignoran), pues tener una relación— no exclusivamente de noviazgo—, es entender que me encuentro con un otro que desea ser tratado de una manera diferente y no quiere recibir maltratos, ya demasiado carga con los padecimientos de sus traumas, como para que venga un macho alfa que recién a leído «Meditaciones» de Marco Aurelio, y ya se cree lo suficientemente fuerte para imponerse sobre otros, siendo alentado por un influencer que es explícitamente misógino.

  Un signo de esta creencia sobre ser un alfa con tendencias a giga chad, es la idea absurda sobre las mujeres y sus conocimientos pseudo-psicológicos, al saber que es lo que necesitan, esta idea absurda de la idea de control sobre el género opuesto, lo que nos lleva siempre a un constante conflicto entre el hombre (que cree saber que desea una mujer), y la mujer que tan solo desea ser comprendida, valorada y sentirse especial, algo que los deforestados fans del Temach calificarían como simpear, sin entender que amar a alguien no es solo un acto emocional producido por la atracción física o la inteligencia, sino que es un acto constante de placer y discusiones en donde nadie es superior al otro, donde trato al amado como alguien que se merece todo y viceversa. Las relaciones de pareja buscan eso, un equilibrio parejo entre las dos partes— equilibrio que no es tan fácil de obtener— teniendo en cuenta que la otra parte es un mundo lleno de aspectos ultra positivos y costados sumamente negativos. Es necesario entender que cuando se está de novio, no se busca un sometimiento sobre el otro, sino más bien una necesidad de auto-vulnerarse, para encontrarnos así con corazones sinceros y no espíritus dominantes. Una pareja que se equilibra por el lado de una relación de poder desigual, es una pareja que está destinada al fracaso, al igual que intentar llamar la atención con comentarios para nada gratos. 

  Por eso es importante estudiar detenidamente los aspectos fundamentales de los seres que nos rodean, cada uno tiene su historia, sus traumas y dolores, que aprendemos a cargar incluso siendo bebés. Fortalecer las relaciones sanas está lejos del macho alfa o de las «temachinas oscuras», va más para el lado del escuchar y comprender a la otredad.

En conclusión a lo expuesto, las relaciones que brindan forcejeos de poder, en donde uno es superior al otro: hombre manda y mujer obedece, genera un ambiente violento, sumamente desequilibrado, invalidando las metas y deseos de la pareja. Las relaciones violentas y tóxicas terminan siendo dañinas para ambas partes. El amor «verdadero» es el amor que comprende y quiere ser comprendido, es el que escucha y es escuchado. Cualquier idea negativa que forme parte del vínculo amoroso, es completamente inaceptable en un noviazgo serio. No normalicemos las conductas tóxicas o el maltrato, para luego, al final de nuestros días preguntarnos por qué estamos solos.






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