viernes, 26 de mayo de 2023

EL HOMBRE MODERNO Y LA CIVILIZACIÓN CONTEMPORÁNEA- PARTE IV


CAPÍTULO IV

Lo cultural es mandato

I)- ¿Qué es un mandato?/La universidad y lo que debes estudiar. II)- Vivir trabajando. III)- El matrimonio como supresor de libertades. IV)- Sobre tener hijos.


I)- ¿QUÉ ES UN MANDATO?/LA UNIVERSIDAD Y LO QUE DEBES ESTUDIAR

Últimamente la frase «dejar de estudiar, para empezar a aprender» está rozando fuerte en el interior de mí cabeza. Al igual que un pájaro enjaulado, mis ideas van y vienen, chocando con las paredes de la cavidad craneana, intentando salir o penetrar más hondo aún en el fondo de mí alma. Y dejar de estudiar, para comenzar definitivamente a aprender, es en sí una idea magnífica, que rompe con las estructuras sociales, con esos mandatos que nos van condicionando la vida.

Antes de empezar a desarrollar este capítulo, quiero hablar un poco de lo que son los mandatos, que explicado a groso modo no son más que una vida prefabricada, estructurada según lo que es «correcto» o «socialmente aceptable». No es más que el guion que todos repetimos, orientado a la forma en la que tenemos que vivir la vida, debes estudiar, tener un buen trabajo, una familia (hijos, matrimonio), uno o dos autos, una casa, y así hasta el final de nuestra días. Es un tener y tener, pero no decidido por mí cuenta. Hay gente que no puede ver estos mandatos, o peor aún, me tildan de loco por creer en ellos, pero he llegado a la conclusión de que esos mandatos están tan internalizados en nosotros, que ya ni siquiera los percibimos, y hacemos las cosas por inercia, ni siquiera nos preguntamos si realmente queremos o no hacerlo, simplemente salen solas las cosas. Y estudiar alguna carrera, con el único fin de ser alguien en el futuro, es una de esas construcciones, y por eso la plantee como la primera de ella, pero me era necesario hablar un poco por encima de los mandatos, para entender mejor mí postura sobre estos temas que forman parte de este respectivo capítulo.

A todo esto me formulo estás preguntas: ¿Por qué necesitamos ser alguien en la vida? ¿Necesitamos realmente un reconocimiento social para poder vivir? ¿Puedo vivir sin la necesidad de tener un prestigio? A todo esto se responde por dos caminos, una respuesta fácil, y otra un poco más difícil. Para empezar la fácil es que si, se puede vivir tranquilamente sin todas aquellas necesidades que no hacen más que elevar nuestro egoísmo, creyéndonos superiores por el hecho de haber estudiado alguna carrera. Ojo esta respuesta podría haber entrado tranquilamente en el capítulo de los moralistas, debido a que si querés prestigio, no debes ni tenés que estudiar cualquier cosa; siempre el prestigio va a estar ligado a carreras de alto nivel como medicina, abogacía, contaduría, carreras que de alguna manera te dan un «respeto social», que no es más que una desprecio a las demás carreras (más que nada las relacionadas a las humanidades), y las personas que las desean estudiar.

Por otro lado la respuesta larga es la siguiente: hay un alto grado de expectativas aplicadas a la idea de estudiar algo, muchas veces tenemos la posibilidad de decidir que queremos estudiar, y otras bueno, nos dejamos manejar la vida por otros seres que van a decidir qué será de nuestro futuro, y nos toca hacernos cargo de nuestra debilidad, afrontando lo que se nos pone adelante. Estudiar algo genera—a demás de ansiedad, estrés, entre otras cosas— un nivel alto de ideas o expectativas relacionadas a que con ese estudio puedo tener el trabajo que desee, el puesto de mis sueños, aún así sabiendo que tengo dos caminos/salidas para diferente situaciones:

a)- En caso de que sea la carrera de mí sueños y haya sido estudiarla un ejercicio de mí libertad, pueden pasar dos cosas:

a.1)- Puedo llegar a través del esfuerzo y el sudor propio, a conseguir ese trabajo tan soñado que me solucionará la vida, permitiéndole crecer y desarrollarme como ser humano, ya sea profesional o socialmente.

a.2)- Siendo realistas ¿Qué probabilidad tengo de conseguir ese trabajo soñado a penas salga de la universidad? Esta es muy baja por su puesto, puede ser que a los meses de recibirme todo se me dé como en la opción uno, o quizás me tome mucho años llegar a ese sueño. Y antes de que digas algo esto no se trata de desmotivarte, sino más bien de acercarte una parte real de la vida.

b)- En caso de que no sea la carrera que yo elegí tengo otras dos opciones:

b.1)- Condeno mí vida a estudiar y a trabajar de algo que no me gusta, ni apasiona, con el fin de darle el gusto a los demás a costa de mí felicidad. Es decir vos mismo, sin la voluntad de terceros (en el sentido de que yo tengo el derecho de elegir lo que quiero), te colocas los grilletes y las cadenas que te harán esclavo de por vida.

b.2) O tomas las riendas de tu vida, das un giro de ciento ochenta grados, y cambias el rumbo de tu vida para siempre, empezando a velar por tu bienestar, y por sobre todas las cosas tú felicidad.

Hoy en día en materia de estudio es todo más fácil, no era como antes. La vida sacrificada del estudiante ya no se hace con el ímpetu de hace treinta o cuarenta años atrás, hoy las nuevas comodidades sirven muchas veces para enfocarnos en otras cosas, hoy puedo aprender del conocimiento de mil libros sin la necesidad de estudiar una carrera fija, durante cuatro, cinico, o seis años. Pero a la hora del trabajo, y muchas veces visto desde mí forma de mirar, no resulta más que un impedimento, un título universitario no te define ni como persona, ni como profesional, porque puede ser más profesional el albañil que con prolijidad inmaculada deja la pared recién revocada de una manera perfecta, mientras que aquel que estudió una carrera puede resultar ser alguien que a pesar de contar con ese aval universitario, no sepa desempeñarse en el cargo que le han asignado.

Muchas veces no sé trata de estudiar para conseguir el trabajo ideal, muchas veces es una cuestión de aprender, para ser el ideal en ese trabajo. Porque luego aparecen esos seres «superiores», que aparentan ser más por el hecho de poseer un papel que les dieron cuando se recibieron, pero no solo se quedan en eso, en la apariencia, porque es la única forma de demostrar que saben algo, pero en realidad dudan de lo que hayan aprendido, y más de lo que puedan hacer.



II)- VIVIR TRABAJANDO


El trabajo, y no lo podemos negar, es algo necesario para la existencia y el continuo progreso de las sociedades humanas. Lo necesitamos, y él va de la mano con la cultura del esfuerzo, si uno no hace algo para que las cosas sucedan, es imposible que las cosas sucedan por sí solas, y si uno se pone a pensar, el trabajo es el mejor accionar para una vida más activa.

Lo sé, a veces no nos da ganas, no nos gusta compartir tiempo con esos compañeros que son tan insoportables, o a veces no soportas a tu jefe y te gustaría renunciar a la primera de cambios, para ver la cara que pone cuando se lo dices, y sepa que perdió a un gran empleado. Todo eso nos afecta, pero no sé compara con el hecho de saber que estás haciendo ese esfuerzo por un bien mayor, a veces no está mal sacrificar un poco de la libertad que tienes, porque no quieres que los grilletes, propios de la esclavos, se cierren sobre tus muñecas. Pero verlo de ese lado es muy negativo, solo hay que saber darle una vuelta más a la tuerca. Pero para mirar las cosas no nos sirve un punto de vista, porque evidentemente estamos dejando el otro punto de lado, para eso es necesario hacernos de los dos, para de allí unirlos en uno sólo definitivo, tomando lo positivo, y lo negativo de ambos. Si yo te entiendo, sueñas apasionadamente con convertirte en ese artista tan maravilloso que algún día quieres ser, tienes muchas ganas de ser el nuevo ídolo en la música y que todos te admiren, y respeten, o quizás quieres ser el nuevo Cortázar, y crear grandes novelas y cuentos, que serán traducidos a varios idiomas. Si, todo suena maravilloso, pero siempre se nos pasa un detalle, visualizamos el objetivo, sabemos lo que queremos ser en ese futuro prometedor, pero se nos pasa de largo todo el duro camino que hay por delante, todas las frustraciones, o alegrías que viviremos, nuevamente digo que las cosas no se hacen solas.

En esta parte de nuestra historia, es donde tenemos que tener en cuenta que si queremos lo que deseamos tenemos que trabajar duro para alcanzar el objetivo final, y a veces es necesario- como bien dije antes- sacrificar un poco de nuestra libertad para conseguir ese objetivo.

El trabajo no es más que el desarrollo de una actividad, con el fin de que ésta sea remunerada, y sirva para el bien común, sino fuera por ello no se trabajaría, por ende es necesario. Ahora esto no quiere decir que debo pasarme la vida entera trabajando, viviendo solamente para trabajar, eso no, uno puede entregar un poco de su libertad, pero no condenarme a una esclavitud sin sentido.

Tampoco se trabaja por dinero, si, es una actividad remunerada, pero de todas formas éste no debe ser el motor principal, sino en cambio poner en frente de tus ojos la idea de que el trabajo, cualquiera que sea, dignifica al hombre, de igual manera nuestra dignidad debe tener ciertos límites, y uno de ellos es no agachar la cabeza y aceptar el rol de esclavos. Se trabaja porque se quiere, y es una herramienta del progreso del hombre como ya dijimos, ahora está en uno comenzar la labor del escultor, para que con el cincel darle forma a tu vida.

Si bien, retomando el tema del dinero, es muy importante porque de él deriva nuestra subsistencia, no tiene que ser la meta final, trabaja por ti, por tu familia, por tu progreso, y del dinero no te preocupes, el va y viene. No te dejes manipular por las víboras de lenguas venenosas que te harán creer que tu trabajo no vale, o lo comparen con el de otros, la clave para ser tu mismo es solo escucharte a ti, no se trabaja para demostrarle nada a nadie, en definitiva, no tienes porque demostrarle nada a nadie, es tu vida, y tu la vives como quieras.

Habrá quienes dirán que hay más trabajos y con mejores sueldos, pero con qué fin si mí felicidad haciendo lo que amo, es más superior que el sueldo más alto.

Para ir cerrando, este es uno de los mandatos culturales que, a diferencia de estudiar una carrera, si o si debemos cumplir, no exactamente como lo mandan, pero si de la forma que nos gusta.

El vivir para trabajar nos va terminar ahogando, con el pasar de los años nos habremos cansado, y dado cuenta que sacrificamos lo más valioso que tenemos, y solo ahí, en ese momento, nos habremos dado cuenta del error fatal que cometimos. Al igual que el matrimonio, no podemos dejar que las cosas externas supriman nuestra libertad, trabaja si ¿demasiado o poco? Solo digo que lo suficiente.


III)- EL MATRIMONIO COMO SUPRESOR DE LIBERTADES


Para entender mejor este punto, partamos de la base de entender un poco mejor el concepto o la palabra «pareja», si nos vamos a una definición más sutil, menos compleja, y más sencilla, podríamos afirmar que se trata de estar parejos (tampoco es tanto misterio, la definición lo dice la misma palabra). Es decir, en el ámbito romántico se trata de conseguir a alguien que comparta las mismas similitudes o coincidencias, pero a la vez que también tengamos nuestras propias diferencias. Por lo tanto el concepto de pareja para mí forma de ver es en el acto romántico, encontrar a alguien con quién comparta muchas cosas, y a su vez difiera en otras. El término pareja se aplica directamente a ese concepto, es decir conseguir a alguien que esté en la misma «sintonía», y tenga un balance entre lo positivo y lo negativo. Ahora cuando ese balance no se da, o pierde el equilibrio estamos hablando de una pareja dispareja, donde la proporcionalidad entre lo que compartimos, y lo que no es mayor, y se diferencia mucho, por ejemplo: podemos tener mil cosas en las cuales coincidir, pero hay dos mil en la cuáles de verdad no logramos llegar a un común acuerdo.

Teniendo esto asimilado, vamos a llamar al primer ejemplo de pareja, en donde lo positivo y lo negativo están en su justa medida, una pareja estable (aunque este término es más profundo). Cuando esto sucede, es muy normal que la sociedad tienda a darle un simbolismo a todo aquello, uniendo a ese hombre, y a esa mujer ( o hombre y hombre, y mujer y mujer), en una unión, que a mí parecer es más bien un hecho de castración (ya verán porqué), llamando matrimonio, casamiento, boda, etcétera. La idea de esta unión, es más bien la supresión de la libertad, y deja en claro, el hecho de que las personas renuncian a ser de ellas, para ser cuál objeto, posición perpetua del marido, y el marido, posesión eterna de su esposa, aunque ya ahora, y gracias al cielo esto ya no es tan así.

Antiguamente, y no me refiero a tiempos perdidos hace miles de años, sino que hablo por allá hace treinta o cuarenta años, el matrimonio era un hecho casi santo, era lo más grande de la vida, con ideas absurdas como llegar virgen en el caso de la mujer, algo nefasto, inculcado por el orden religioso. Mientras que el hombre debía ser de cierta manera, para poder pedirle la mano a los padres de su prometida, si es que éstos no arreglaban todo eligiendo ellos el pretendiente.

Y tomemos un momento para hablar de lo grave de esa frase «mí prometida» esa cuestión de que la mujer, o el hombre es de mí propiedad, te prometieron a mí, sos mía. Nada más aberrante, ni más nauseabundo que el machismo, o el feminismo posesivo. Nadie es propiedad de nadie, yo soy propiedad mía, y el matrimonio lo que hace y con mucha intención, es quitarme ese derecho, así disfrazarlo con una idea más romántica, haciéndolo ver como un acto de amor puro, y de entrega total hacía el otro. Si, es una entrega total de la libertad para pasar a ser propiedad de un tercero. Y la unión de Dios avala esa pérdida de aquel derecho preciado, y poniendo un montón de condiciones, y llamándonos pecadores por si dejamos o renunciamos a ese contrato malvado, separándonos para siempre de algo que es natural, y propio de nuestra naturaleza.

El matrimonio se inventó con el fin de suprimir la libertad individual. La única forma de zafar de ella es no casándose, o por consiguiente, casarme pero no cumplir exactamente con todas esas normas que él impone. Ahora ¿Esto me da derecho de hacer lo que quiero cuando estoy casado? Por supuesto que no, solamente se trata de no renunciar a mí libertad, de ser yo siempre, algo que todos sabemos.

Está cuestión posesiva, del sos mía, o sos mío, no la comparto para nada. Nadie es de nadie, yo soy dueño de mí mismo, y nadie puede venir a cambiarlo. El hecho de estar casado no tiene que ser esposas en mis manos, sino de hecho la idea de unir a dos personas que son libres, y tienen que seguir siéndolo, pero a la sociedad toda, no le gusta que alguien sea dueño de su vida, por lo que a la hora de firmar ese contrato macabro, hace de la letra chica, no solo más chica, sino ilegible, para que los tontos caigan sin sospechar nada de la trampa que le han tendido.

Este mandato cultural, es para mí realmente insoportable, porque al igual que los hijos, es muy difícil de no cumplir, porque involucra una serie de pautas socialmente aceptadas, aunque, seamos sinceros, hoy en día el matrimonio no es lo mismo que antes, su valor fue disminuyendo gradualmente, por lo menos eso es una señal de que vamos avanzando, rompiendo con las estructuras sociales preestablecidas.

¿Pero por qué digo que el matrimonio es un hecho de castración? Lo es en el punto central de la vida humana, porque coarta tu libertad, te somete a ser el dueño, o el objeto del otro. Es literalmente un acto de castración a la fuerza, donde muchas veces no sabemos decir que no.

Hace un tiempo hablaba con alguien- que no viene al caso mencionar- que me decía con una total convicción, que los mandatos culturales no existían, yo lo miré con asombro y la respuesta que pronuncié ante esa declaración, es que los mandatos son casi invisibles ante la sociedad de hoy, porque ya están tan internalizados en nuestro accionar social, que no nos ponemos a pensar tanto si realmente deseo casarme, o quiero tener hijos. Los tenemos tan asumidos que no los cuestionamos, y solamente actuamos por inercia, pero está claro que el hecho de no percibirlos, no significan que no existan. Y luego me preguntan, a pesar de lo que pienso, si yo algún día me voy a casar, y riendo con la gracia que me hace esa pregunta, respondo que si algún día deseo hacerlo, lo haré, pero no traicionaré estas ideas, porque será hecho en plena conciencia, con el respeto debido hacía mí libertad y la de mí pareja, y sobre todo, con un profundo amor hacia el ser que me acompaña. No lo haré por moda, no lo haré por conveniencia, no lo haré porque me lo demanden/exijan, lo haré solamente si el amor es genuino, y no me quita libertad.



IV)- SOBRE TENER HIJOS


El tener hijos es una materia en la cual yo de verdad estoy muy seguro, y mí decisión se encamina más a una vida más tranquila, alejada completamente de la agitada elección de haber tenido hijos. Y no es algo que me vaya a arrepentir, es algo que he decidido hace muchos años, cuando comenzaba a entrar en la adolescencia, ya lo sentía así.

Puede ser que para muchos sea un terrible pecado decidir no tener hijos, mientras que a otros les parecerá algo meramente egoísta. Cuando en realidad es más egoísta aquel que los posee, porque en el fondo está cumpliendo su fantasía de auto-satisfacción, mientas que yo en mí «amor egoísta» puedo tener más tiempo con el cual compartir con mí pareja, disfrutar más de hacer lo que me gusta, tener tiempo libre para el sexo, y no corro el riesgo de ser un fracaso como padre, aunque éste último, puede ser mí miedo más grande.

Usted lector ocupará por un momento el lugar de un psicólogo, y escuchará— o mejor dicho leerá—, todos mis pensamientos y se dará cuenta que soy un dominado por el miedo, que soy un ser absolutamente mediocre, lleno de contradicciones, pero que en el fondo se dará cuenta de que soy un alma sensible y torturada por el paso mortuorio del tiempo, y en este mundo—como bien sabrá—, no hay lugar para almas sensibles, ni mucho menos para almas torturadas. Por lo que tener hijos no es una opción, es más bien algo que no elegiría. El camino de la cultura, de la mejora, de la búsqueda del conocimiento puro y absoluto me espera, no puedo perder el tiempo teniendo hijos. La libertad está sobre todas las cosas, y no dijo que tener un hijo sea lo peor del mundo, quizás para muchos haya sido un milagro en sus vidas, siendo sus hijos la luz que brilla y los nutre de amor, mientras que para otros los hijos pueden ser más que una carga, una condena perpetúa que los va a atar para siempre, y de la cual no hay retorno.

Si lo sé, quizás estoy exagerando un poco con lo que estoy diciendo, pero ese era mí pensar hace tres años atrás, hoy en día creo que no es algo a lo que estoy preparando, no los veo ya como una carga, como dijo el gran cineasta, actor, escritor y tarotista chileno Alejandro Jodorowsky: «traer un niño al mundo significa crear conciencia». Magnífica frase, y excelente forma de ver las cosas, hoy en día si bien prefería no tenerlos, no dudo en que les daré el amor que sea necesario, pensando en que quizás si logro hacer las cosas bien habré traído a este mundo tan convulsionado a un nuevo ser con una capacidad de ser consciente sobre todo lo que rodea.

Un hijo no es un pequeño juguete, un hijo representa un verdadero desafío que, seamos sinceros, nadie está preparado para afrontar. Si lo tuviera que ver a todo como hoy en día, creo que lo mejor sería no tenerlos, por una cuestión global, y se que suena a una excusa barata, pero no creo que nacer en este momento sería lo más idóneo.

El decidir no tener hijos es un conjunto de perspectivas que no son para nada ilógicas, son más bien claras y reales ¿Si no puedo darme la vida qué quiero a mí mismo, cómo podré dársela a alguien más? Nunca faltará la persona que se ofenderá, o no le gustará la idea que formulo en este apartado, pero a fin de cuentas yo no vengo a coincidir con todos, ni estar de acuerdo con todos, a final de todo los hijos no dejan de ser un mandato cultural más, pero que otra vez, a diferencia del trabajo, podemos elegir si lo queremos cumplir o no.

¿Se han preguntado alguna vez la condena que sufre una mujer que no quiere ser madre? ¿Se han puesto a ver los sentimientos de aquella mujer que en pro de una vida mejor decide llevar una vida más tranquila, para crecer a nivel personal, sin la necesidad de cargar con un hijo? Yo sí lo he pensado, hoy en día, y por suerte, se están dando más casos de mujeres que no desean ser madres, pero a fin de cuentas la sociedad las sigue cuestionando. Da la sensación que todavía se mantiene ese discurso tan anticuado, de que la mujer está hecha solamente para ser madre, y no para otra cosas. Que biológicamente tenga la posibilidad de crear en ella un ser completamente nuevo, no quiere decir que sea van todas las mujeres del mundo obligadas a cumplir dicho acto biológico. No porque una persona tenga la habilidad de hacer bien determinado deporte, no quiere decir que será un deportista profesional. La habilidad está, pero es uno el que decide.

La condena en este caso es siempre hacia la mujer, el hombre que no desea procrear es dejado de lado, mientras que la mujer es la que sufre todas las injusticias, aunque por suerte, hoy en día las cosas han cambiado bastante, y ya no tienen toda esa presión sobre sus hombros, dependiendo claro de las tradiciones familiares, y el entorno familiar.

Para cerrar este tópico, solo voy a agregar que tener hijos para mí no es lo más importante en estos momentos de mí vida, pero que si por algo llegara a tenerlos, no dudaría ni un segundo en darles todo el amor del mundo, en darles educación, contención emocional, en apoyarlos. No soy un ser malvado que desprecia a los niños, solamente que en mí visión de cuestionar, y desafiar lo que los demás toman como verdad absoluta, me lleva muchas veces a ser más serio con lo que digo, y otras veces un poco exagerado. Es que también es entendible saber que hay tantos niños en el mundo que han llegado al lado de familias de ignorante, que no se saben hacer cargo de ellos, y estos niños terminan con sus vidas arruinadas, bajo el yugo de padres irresponsables ¡Ojalá pudiera darle un mundo mejor a cada niño de este decrépito planeta, para que vean que hay algo más que simplemente lo que tienen! Y por eso escribo, por eso dejo constancia de mí pensamiento, porque lo que quiero es un planeta mejor, donde todos puedan desarrollarse, crecer, y de seguro si todo fuera así de hermoso no dudaría en poder traer una nueva vida. Pero si las cosas siguen en este retroceso letal, lo veo poco probable.

Por eso no encontré mejor alternativa que dejar por escrito lo que pienso, no lo hago por dinero, ni por la idea de que lo que yo ahora escribo me va a llevar a la fama, al contrario ese camino no lo quiero, lo único que deseo es dejar testimonio de lo que soy, para que cuando mí huesos se conviertan en polvo, las palabras aún permanezcan en la boca, y la memoria de las nuevas, futuras y mejores generaciones.


CONTINUARÁ...

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