jueves, 15 de mayo de 2025

MI VERDAD, MI RAZÓN



 1. LO ÚNICO NOS DEFINE


  La eterna búsqueda del sentido, que nos puede llevar a la claridad de poder saber a ciencia cierta quiénes somos nosotros, muchas veces nos abruma y nos quita el sueño. Es una búsqueda interna que muchas veces nos parece en vano, sin embargo, cuando más nos rendimos, más ganas tenemos de seguir intentándolo, funciona casi como un imán cuyo magnetismo está siempre en busca de algo, en este caso algo que nos de un sentido por fuera de lo tradicional. No queremos más ser medidos con la misma vara, porque nos reconocemos como seres distintos, con nuestras propias preocupaciones, con nuestras propias limitaciones y nuestros sueños más profundos. Sí, somos humanos, pero funcionamos bajo lógicas distintas, con diferentes e intrincados ideales que nos mueven de un lado a otro, según lo que queramos para nuestra vida.

   Ser uno mismo es una batalla diaria en dónde se trata de mejorar pero para bien y enfocarnos sobre todo en el propio bienestar, por más que la sociedad quiera llevarnos para su lado. 

   Sé que las más de las veces se vuelve complicado encontrar una salida a los problemas y que en su mayoría estamos destinados a no entendernos. Nos cuesta como sociedad poder llegar a acuerdos en los que no se comprometa la identidad ni la personalidad de otros humanos. Queremos siempre cambiar a los demás y no nos damos cuenta que en las diferencias está la magia. Es en lo diferente dónde mayoritariamente nos encontramos.


2. ¿QUIÉN SOY YO?


 Si quito los aspectos más superficiales que me visten y me hago ésta pregunta, de seguro encontraría la verdadera respuesta, aquella que pudiera ilustrar mejor mí esencia, lejos de las vanidades y las culpas. Por eso es que me lo pregunté y no una vez, sino cuatro veces, para tratar de hallar algo de humanidad y conocerme mejor, en este viaje llamado vida. 

  Lejos estoy de la pureza espiritual y de la divinidad humana, siento que nací condenado a una vida que me pisa, pero responder realmente quién soy, me ayudará a encontrar mí esencia, me dirá que debo hacerme cargo de mí mismo y de mis problemas, pero sobre todas las cosas, forjar mí personalidad en torno a aquellos aspectos que me hacen ser Yo, que me hacen felices. 

   Mí pensamiento es mío y nadie me lo puede robar, ni presentar objeciones que traten de apartarme de mí verdad. Lo que uno siente, las situaciones que uno pasa y las enseñanzas (junto a los golpes) que nos da la vida, son solo para uno mismo. El verdadero «ponerse en los zapatos del otro» no existe en un cien por ciento, los dolores, las alegrías y los días raros, son tan solo nuestros. Por eso el entendimiento de uno mismo es clave, no solo para saber quienes somos, también sirve para sanar.

   Por eso me hice estás cuatro simples preguntas, quiero indagar más en mí interior, necesito llegar al fondo de mí mismo para hallar algo que me permita decodificar el porqué de mí actuar, porque pienso lo que pienso, que me define y que es lo que realmente no necesito en la vida. Todo se encadena en una forma de poder reconocer lo que soy, desde la sinceridad y con algo de poética, ya que la vida no es nada sin las delicias de la poesía. 

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   Estos días fueron raros, repletos de emociones diversas, muchas de ellas que me hacían sentir sentir descolocado, como si fuera un extra en una película barata clase B. Quiero retomar el protagonismo, dando pasos en la escala evolutiva de mí vida. Necesito poder hacer cosas que me llenen y sobre todo, desagotar la mente de ese mar de pensamientos ajenos, que me han inculcado las personas de mí alrededor, creando en mí una sensación de culpa por querer ser quien realmente deseo ser. 

    Las más de las veces cedí ante el pensamiento ajeno, ahora ya no más. Este camino me orilló a renunciar de mí trabajo (de igual manera no me proponía ningún tipo de estabilidad), porque me veía rodeado por los pensamientos de un jefe que veía un error en cada cosa que pensaba o en cada trazo que dibujaba. No fue fácil, pero me fui de ahí, no quería estar en un lugar donde ser yo mismo fuera tomado como un error o un camino mal escogido. Me hacía daño creer que buscar ser la mejor versión podía ser tomado como un problema por algunos sujetos, pero creo que a veces hay que ser egoísta—en el mejor de los sentidos— y ponerse uno adelante, pues vos sos tu compañero en este transcurso de la vida, si no puedes tener una sana relación contigo mismo algo entonces está fallando en tu interior. 

   Por estas tierras no hay nada más valioso que ser uno mismo, ese es el mensaje más grande que podemos recibir como seres individuales. El primero de los pasos para disfrutar esa sensación siempre agradable, es entender que lo que piensen los demás es solo de ellos, nadie tiene el derecho de opinar sobre las vidas ajenas, los que hacen eso, son solo seres amargados y carentes de autocrítica. 

   Nadie tiene que apagar tu luz, ese brillo que te envuelve y te da ese aura cuasi angelical. Eres un ser divino y nadie puede quitarte ese atributo. Tenemos que entender que los dioses también se equivocan, con la diferencia que nosotros podemos pedir perdón, el Dios solo mantiene silencio, y como respuesta a esa contestación muda, nos dicen que nos han perdonado, por más que no hayamos sentido o escuchado nada. Somos mejores que Dios. No somos perfectos, pero tenemos la fuerza suficiente para ser completamente memorables o por el contrario tenemos las herramientas para destruirlo todo. Podemos hacer de este globo de agua y tierra un paraíso o traer el azote del apocalipsis. 

   Todo es entonces una cuestión de elección, todo es como las dos caras de la misma moneda, en un lado tenemos la opción de ser nosotros y en la otra, ser esclavos de los designios externos. 

   Los invito entonces a sacar su lado creativo, a indagar en la poética oculta o visible que se cobija en ese costado en dónde nadie puede dañarlos. Sométanse ante sus propios juicios y prejuicios, para entender y comprender el porqué de todo lo que ahora los constituye. 

   Tenemos que preguntarnos ¿Quiénes somos cuando nadie nos ve? ¿Quién soy si me despojo de mis ropas y todo aquello que define mí estética? ¿Quién soy si solo me muestro en mí desnudez ante el gran espejo del mundo? ¿Puedo ser alguien? ¿Cómo se llega a ser alguien? Estas son solo interrogaciones que pretenden ser respondidas desde la más alta sinceridad, no penetran aquí las mentiras inducidas por seres ajenos. Todo lo que queramos responder debe ser bajo la voluntad de la verdad, de lo contrario nos estaríamos engañando a nosotros mismos. 

  No hace falta, para completar las respuestas que nos unen con nuestra verdad, dar discursos extensos que muchas veces nos hacen enredarnos en nosotros mismos. Prefiero entonces las respuestas breves, concisas, pero que reflejan la sinceridad de quienes realmente somos. 

2.2 EL INTERROGATORIO 


¡Oh interrogatorio divino, mantra que me ayuda a comprender mi esencia, reflejo fiel de mi verdad, celosamente resguardada de las mentes perversas que quieran corromper cualquier estado de paz interior! Pues no les daré paso a ustedes que con sus pies de plomo vienen a pisotear estos muros que yo mismo he construido. Este es mi imperio, yo soy amo y señor de mis condominos, y aunque solo esté acá en una estancia temporal y en un cuerpo prestado, trataré de mantenerme fiel a lo que soy… 

¡Alejen entonces sus manos maquiavélicas de mi esencia que quiero mantenerla impoluta de la contaminación!


—¿Quién soy yo?


Tan solo alguien que sueña con hacer lo que le gusta.


—¿Quién soy yo? 


Mente consciente en lo onírico, pero dormida en lo cotidiano de las relaciones humanas.


—¿Quién soy yo?


Alma atada al deseo vital de buscar las respuestas a preguntas que para otros no son fundamentales.


—¿Quién soy yo?


Soledad encarnada en un mundo dividido por la cultura del no-pensamiento.



3. UN SUEÑO 


   Venían siendo días raros, grises y de mucha neblina. Me carcomía la incertidumbre de no saber que iba a pasar conmigo, con mis cosas. Estaba relegado a tener que vivir en la calle si era posible, sin un trabajo que me sostuviera a través de un ingreso mensual real, no tenía la posibilidad de acceder a una vivienda como tal. Así que terminamos en la casa de una amiga, yo y mi novia compartiendo espacio prestado una vez más, pero con la idea de que algún día vamos a tener nuestra propia vivienda. 

   Así que sí, fueron días difíciles, el año nuevo fue el más duro de mi vida, porque no sabía que sería de nosotros, porque en el fondo me siento condenado a cargar con mis problemas y no hallar una solución que me salve. Pero no busco culpables, se que soy tan solo yo el que debe cargar con la responsabilidad de arrastrarme en mi miseria. De todas formas soy consciente que el otro también tiene una responsabilidad en lo que soy y lo que me marca. Las palabras ajenas tienen el poder de hundirnos o salvarnos la vida. Curiosamente, la mayoría busca sumergirnos en las miserables aguas de sus rencores. 

   Nos intimidan los otros porque no estamos nosotros mismos bien fortalecidos para soportar los venenos de sus bocas de reptil. 

   Entonces, en medio de este caos de emociones, una noche me acosté y soñé algo que todavía recuerdo, y tengo anotado en mi cuaderno personal. Lo comparto porque entiendo que es parte del trabajo colectivo para tratar de entendernos mejor. 

    Soñé entonces conmigo mismo parado en un lugar sin nada aparentemente, como en un tono de celeste pero con algo de blanco. Estaba yo parado y ante mi había otra versión de mí exactamente igual. Entonces este «yo» empezó a hablarme pero no movía la boca, era como una especie de comunicación telepática. De la nada otras voces mías empezaban a salir de cualquier parte. Eran como múltiples versiones de mi «yo» que decían cosas al unísono, que no podía entender. Pero por casualidades del sueño encontré entre todas esas voces una que me resultó agradable. Esa voz me dijo: «para conocer hay que desintegrarse».

   Me levanté por la mañana con una paz enorme, había comprendido mediante el sueño algo que no podía hacer de manera consciente. Repetí durante todo el día como una especie de mantra aquello que yo mismo me había dicho. Esto me llevó entonces a la claridad de algo que estaba en mi pero no podía comprender. Si quiero conocerme tengo que destruir todo aquello que he construido sobre mi persona. El saber se asienta sobre la ignorancia, se trata de aprender y de aprehender cada nuevo conocimiento. 

   También hay que derrumbar los conceptos que nos han inculcado, las enseñanzas y creencias que nos han impuesto. Tenemos que tirar las barreras que nos limitan, porque somos más de lo que nos dicen. El pensamiento ajeno nos limita. Desintegrarnos nos hace reconocer lo que verdaderamente somos.


4. EL FINAL


  La idea con todo esto es identificar quién soy, para empezar el proceso transformador que me lleve a mi mejor versión. Eso implica tener que madurar en algunos aspectos en los que a veces tengo grandes fallas. Se que el proceso puede ser doloroso porque implica renunciar a la comodidad de ser lo que uno es, para querer seguir en ese estado de desligarse de las cosas.

  Este es un proceso que puede ser llamado transformador, pero para mí, es un paso necesario en mi camino por la vida.




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