martes, 21 de enero de 2025

MÚSICA NO APTA PARA TONTOS



FRANK ZAPPA, MÁS QUE SOLO BUENA MÚSICA




EL ÍDOLO DEL ROCK QUE MARCÓ MI VIDA Y SU INFLUENCIA EN EL PENSAMIENTO CRÍTICO



Por… MARK
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«Nunca me ha importado que 
treinta millones de personas puedan
 pensar que estoy equivocado. 
El número de personas que
 pensaban que Hitler tenía razón
no prueba que estuviese en lo cierto
 ¿Tengo acaso que estar necesariamente equivocado sólo porque unos 
pocos millones de personas
 piensen que no tengo la razón?»

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   Loco, irreverente, talentoso, único, incomprendido y un maldito genio del rock. Así podría seguir con una larga lista de adjetivos calificativos que de seguro sería eterna, porque para nombrar a un verdadero exponente de la música como lo es Frank Zappa, cualquier palabra o frase queda por demás corta. Y quizá si, parezco un poco exagerado, pero no podemos negar lo importante que es la influencia de Zappa en la cultura mundial, y no solo dentro del rock, ya que es muy difícil encasillarlo en un género en específico, como se acostumbra hacer actualmente con los «músicos» de moda. Una simple estrategia para poder comercializar mejor su basura, pues son los artistas que predominan en la cultura popular, los que van dejando atrás a figuras del talante de Zappa, por ser demasiado arriesgado o hasta incluso incomprensible para las masas aturdidas de tanto sonido barato.
  Tengo que confesar que no estoy haciendo esto con la intención de generar una especie de biografía o de contar la historia de Frank, a mí juicio ya existen miles de sitios en internet junto a un sinfín de libros, tanto en español como en inglés, que nos narran su pensamiento y sus ideas siempre grandiosas. Yo decido hablar de alguien tan importante para mí, pero no desde la perspectiva de un catedrático de música o de un simple biógrafo, quiero hablar de Zappa pero desde mí punto de vista, desde los sentimientos que su música genera, desde la admiración de un chico que se vió flechado por aquel señor de pelo largo y grueso bigote. Quiero hablar de Frank Zappa desde el más sincero punto de vista. Esto es más bien una creación de un fan, para otros fanáticos.

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   Hablar de esa tan memorable primera experiencia zappeana, es como narrar la cercanía vivida con un milagro. Pero a ojos míos, Zappa es mucho más sanador. 
  Todavía me acuerdo de estar viendo en mí computadora de escritorio el videoclip de «Smoke on the Wather» de Deep Purple, cuando nombran a «Frank Zappa and the Mothers», y salía está figura de un hombre con una estética que me flechó. Inmediatamente me ví obligado a interrumpir la escucha de ese clásico del rock, para averiguar qué había detrás de ese humano que estaba dentro de una canción pero que yo no registraba dentro del número de bandas que asiduamente escuchaba.
    Si solamente su imágen bastó para despertar en mí la curiosidad, al ponerle play a una canción aleatoria, me enamoré por completo. Por cierto esa primera canción fue «Cosmik Debris». Me voló la cabeza la letra, los instrumentos, los solos, era algo que me parecía fuera de época, y aún así seguía embelesado con esa guitarra que parecía hablar.
   Pasados ya unos días de la excitación por haber descubierto tremendo artista, me puse a analizar con un poco más de detalle aquellas letras tan surrealistas como chistosas, cargadas de un humor muy propio de Zappa, y con instrumentales tan bien calibrados que hace de cada una de sus piezas, una obra en sí misma. 
   Es innegable su talento y frescura, aunque actualmente sea más bien un artista de nicho, porque a pesar de haber tenido una notoria presencia, para muchos rockeros de hoy en día, Frank Zappa les pasa desapercibido. 

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  Si tengo que mencionar mis álbumes favoritos creo que en un top 5 entran: «One Size Fits All», «Overnite Sensation», «Freak Out», «Sheik Yerbouti» y «Apostrophe». Si bien aquí es medio injusto, porque no se puede resumir la trayectoria de Zappa en tan solo unos pocos discos. Se me hace injusto dejar afuera piezas del calibre de: «Hot Rats», «Joe’s Garage», «Waka Jawaka», «Jazz from Hell», «The Grand Wazoo», entre otras más. Es innegable el legado artístico que se ha acumulado en la gran cantidad de álbumes que nos narran las visiones de un Frank Zappa completamente fuera de serie. 
    Su arte auditivo es sinónimo de grandeza y es una especie de elíxir que solo los que sabemos y entendemos lo grandioso de su mente, podemos saborear. Pero Zappa no se extiende únicamente a la música sino también abarca el plano de las ideas, donde nos revela sus ideologías tan ambiciosas, aportando nuevas visiones a la sociedad moderna, que se acerca a una decadencia musical, criticando abiertamente sus comportamientos, el teje y maneje de las disqueras, y vaticinando predicciones tan acertadas sobre cómo la industria de la música nos obliga a escuchar lo que ellos quieren. 
   Esa crítica a la industria de las discográfica nos la revela en canciones como «Tinseltown Rebellion», donde nos cuenta como es la industria a la hora de decidir que debemos y que no debemos escuchar, sobre todo como deben de verse las bandas, a dónde deben apuntar y a que género tienen que subirse si es que quieren triunfar. Otras veces «tienen que ser más punk» en otras son «grupos que parecen maricas» (por la forma en la que se visten).



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  Hay que estudiar el sentido de las palabras de Zappa. El es un convencido de sus ideas y de sus críticas certeras a temas que despertaron cierta polémica como la religión, la homosexualidad o el movimiento de liberación femenino, no olvidemos también su crítica a las princesas judías que lo obligó a pedir disculpas de manera pública, algo que por supuesto no iba a pasar.
   Pero si de pensamientos al estilo Zappa hablamos, tenemos que traer a la memoria los acontecimientos ocurridos durante la década de los 80’s, cuando desde las bancas del estado norteamericano, se empezó a perseguir a artistas y bandas del mundo del rock/pop del momento, por los mensajes aparentemente «de mal gusto» y no aptos para menores «por su contenido sensible». Fue entonces cuando se fundó el famoso PMRC (Parental Música Resourse Center), que se había puesto la meta de censurar a los artistas del momento que no compartieran los buenos modales y la moral justa de los Estados Unidos, bajo el pretexto de ser música que invitaba a los jóvenes a desvirtuarse del camino correcto, infectado sus mentes con el germen del libre pensamiento, la libertad y la búsqueda de algo más allá de lo convencional. Era el rock y el heavy metal el chivo expiatorio perfecto, porque contaban con todo el condimento necesario para ser juzgado.
   Fue entonces en 1985 cuando se elaboró la famosa lista de los «15 obscenos», donde se reunían quince artistas y bandas, para acusarlos de cosas como: satanismo, alcoholismo, incentivo al consumo de drogas, promiscuidad, pornografía, entre otros cargos. En esa lista a la que todos podemos tener acceso, se hallaban bandas como: Black Sabbath, AC/DC, Wasp, Twisted Sister. También se podía encontrar a Prince, Shina Easton, John Denver. 
   Evidentemente a Frank Zappa también le cayó la condena por su humor ácido y letras irreverentes. Fue llevado a declarar el mismo día en el que declaró Dee Snider (vocalista de Twisted Sister). 
   El discurso de Zappa fue impecable, se aferró a la primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, que garantiza el derecho a la libertad de expresión, y a partir de allí, fundamentó cada una de sus posturas, siguiendo el concepto de que él artista es libre de plasmar lo que quiera, y la gente es libre de escuchar y de interpretar lo que se le dé la gana.
    Recordemos que durante este tiempo se llevó a cabo una campaña importantísima en los Estados Unidos, para prohibir la música rock y el heavy metal, por su mal ejemplo e influencias para nada agradables, según la moral yankee. La misma absurda moral que condenaba al infierno a las sensuales caderas de Elvis. 



   Si bien ese intento de censura no vino solo, durante los 80’s y 90’s se dieron muchos casos de jóvenes que se quitaron la vida o le arrebataron la vida a otros «por culpa de las canciones de heavy metal» (algo absolutamente incomprobable). Repasemos rápido algunos sucesos fatídicos como el caso que casi hace desintegrar a la banda Judas Priest, acusados de ser los causantes del suicidio de dos jóvenes. «Suicide Solution» fue una canción que también causó polémica por parte del intérprete, el mismísimo Príncipe de la Tinieblas Ozzy Osbourne, que fue acusado de influir en el suicidio de un joven. También podemos hablar del disparo que no acabó (por pura suerte) con la vida de un muchacho norteamericano—pero que sí le dejó secuelas graves—, cuando tomó su escopeta para acabar con todo su sufrimiento. Supuestamente lo que lo impulsó a tomar esa terrible decisión fue la canción «Killing Yourself to Life» de la banda Black Sabbath. (Todos esos casos y toda la persecución a las bandas, como así también las opiniones divididas entre quienes defienden la libertad de expresión y los fanáticos religiosos que piden bajar para siempre al metal, quedaron reflejadas en un documental de excelente calidad de investigación titulado «Dance With the Devil». También puede verse en el mismo documental la declaración de Dee Snider y la de Frank Zappa).


 
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   Es evidente que alguien con el talante de Zappa molesta. De hecho el rock, como resistencia y cultura, siempre fue perseguido, y lo es porque representa libertad, algo que para los gobiernos (que tanto la vociferan) no quieren que realmente se lleve a cabo. 
   Frank Zappa como persona nunca ocupó un personaje, él siempre fue él mismo, y eso creo que muchas veces molesta, porque (y lo podemos comprobar), la música a lo largo de nuestra historia, está dotada de un efecto liberador, miremos por ejemplo a Bob Marley y sus letras como una dosis de inspiración para que un pueblo en África recuperara su libertad. Ahora miremos a Zappa y su mensaje crítico con la religión, la educación y en contra de la propia cultura norteamericana, argumentando que (aquí lo estoy parafraseando): «mientras en otras partes del mundo, los países tienen su propia cultura, su propia música y su propio folclore, Estados Unidos solo tiene jeans, hamburguesas y Coca-Cola». Pero aquí su crítica no es una mera pose o un «criticar por criticar», es más bien una opinión consciente, tomada después de analizar el entorno. En pocas palabras lo que nos está queriendo decir es que el cuestionamiento es necesario para el fortalecimiento de las cosas. Necesitamos de la crítica para desarrollar nuevas ideas o grandes cambios. Por ende, es válido criticar lo establecido, todo aquello que nos es impuesto—ese es el primer paso para la verdadera liberación—, y un punto necesario para entender la visión de Zappa, que se ríe y hace lo que quiere con cualquier tema que surja. Es de esas pocas personas de las cuales uno puede aprender sobre lo que significa la autenticidad. 
    Para ilustrar mejor esto, veamos la relación entre Frank Zappa y las drogas. La única adicción a la que realmente estuvo atado fue al cigarrillo, pero en lo que respecta a otro tipo de sustancias siempre se mostró reticente, nunca le agradaron ni mucho menos que los integrantes de su banda consumieran ese tipo de porquerías. Ya conocemos que Frank Zappa era muy tajante en cuanto a las adicciones y el consumo de sustancias, lo podemos notar en su crítica al consumo de cerveza, que dio a conocer en una entrevista durante su gira por Holanda. 
   En parte esta postura (cuasi straight edge) se veía reflejada en su crítica al movimiento hippie, y todo lo que rodeaba a esa contracultura, demostrando que la teoría del anti-consumismo capitalista era de alguna forma una promoción al consumismo hippie, que en definitiva no era más que seguir beneficiando a los grandes capitalistas que, viendo en el movimiento de liberación hippie, un nuevo mercado, empezaron a crear artículos de consumo dedicados a este movimiento. En fin, seguían promoviendo el consumo pero desde el punto de vista de paz y amor. 
   No sabría decir a ciencia cierta que ideología representa la postura de Frank Zappa, pero hay quienes lo ponen como una especie de «liberal» o «libertario» (palabras muy de moda actualmente), por su posturas férrea contra la censura, a favor de la libertad de expresión, en pro de la auto-educación y en contra de los grupos religiosos organizados que ya rosan el límite de lo fanático (y hacen daño). Por supuesto que dentro de su locura —en el buen sentido de la palabra— estaba la posibilidad (y lo hizo) de crear su propio partido político, con ideas que sí tienen un tinte liberal. Si bien el proyecto no prosperó, creo que hubiera sido interesante ver a Zappa moviéndose en el corrupto fango de la política. 
   Ahora bien, desde mí punto de vista soy muy crítico con aquellas personalidades del mundo del arte que de repente dan un salto inesperado a la política. Y digo que soy crítico, porque he notado en este salto—y si llegan a ocupar una banca— que su reputación como artistas baja drásticamente, pues se dejan arrastrar por la mugre que hay escondida en los salones donde la política se reúne a delinquir lo que es del pueblo. El artista que entró puro, ahora se ve corrompido y su valor inicial (el de artista) queda completamente manchado, a veces con sangre y otras con el olor pestilente de la mentira confesada a medias al ingenuo ciudadano. 
   Con las ideas de Frank creo que no había nada malo en ellas, pero no sé qué tan fiel se hubiera vuelto a sus ideales cuando el mundo de la oscuridad política se haya abierto ante sus ojos ¿Seguiría siendo el auténtico Frank Zappa? ¿Sería manipulado por la coerción de los poderes? ¿Habría cometido, aunque mínimo, algún acto de corrupción? ¿O habría sido un distinguido político que hubiera llevado a los Estados Unidos a lo alto? Al final nunca lo sabremos, sus ideas de aquel partido político quedaron en la nada, creo que Frank Zappa no era ningún tonto y supo en el berenjenal al que se estaba metiendo. Por muy buenas propuestas que haya tenido, ese paso al costado fue su mejor decisión.





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   Redactado todo lo anterior, debo entonces preguntarme de manera seria ¿Por qué entonces Frank Zappa no es música para tontos? Hay muchas razones que podría enumerar en una lista sin un presunto final, pero esta frase de la boca del propio Zappa lo resume todo, dice: «La sociedad paga por tener un sistema educativo de mierda, porque mientras más idiotas salgan, más fácil de venderles algo es, hacerlos dóciles consumidores o empleados. Graduados con sus títulos y nada en sus cabezas, que creen saber algo pero no saben nada ¿Qué música escuchan? Mis discos seguro que no». 
 ¡Más claro echale agua! Que puedo aportar yo a semejante frase, más que decir que tiene razón. Pero no puedo quedarme solo con eso, necesito entonces argumentar algo más, porque Zappa es la representación de una contracultura de promoción de la libertad, que lamentablemente al día de hoy es poco reivindicada.
    La industria de la música ha torcido todo con sus artistas pop y urbanos que no vienen a aportar ninguna especie de conocimiento ni alguna idea que haga de las nuevas generaciones seres pensantes. No hablemos de música elevada (aunque Frank Zappa lo es), dirijámonos a música que nos haga pensar, que nos invite a cuestionar lo incuestionable. Hoy no existen grupos o artistas que cuestionen al poder o que tengan el mínimo sentido común para poder expresar sus propios pensamientos. Los nuevos artistas son solo materia moldeable que por dinero y fama, cantan lo que los superiores quieren que canten. Y lo vociferan en sus músicas vacías, para que una sociedad que se cree superior porque su artista luce una pose rebelde frente al escenario, se traguen un sinfín de discursos que sus cabezas limitadas les impide procesar para saber si quiera, si lo que le está entrando por sus oídos tiene algún valor para sus vidas o una misión para la posteridad. 



   Frank Zappa no es sólo instrumentales geniales y solos de guitarra perfectos, es también mensajes que los cerebros modernos no pueden entender, porque son demasiado difíciles—para sus mentes achicharradas por los sonidos de moda. Al final el hit actual dura lo que dura el verano, pero la música de artistas como Zappa es eterna, pero los tontos son los únicos que la ignoran, quizás es porque les parece anticuada o porque no entienden que el arte necesita muchas veces ser complejo para que su entendimiento sea aún mayor.
   Y es además la música de Zappa una crítica concienzuda sobre los clichés del arte y lo banal que este se está volviendo. Podemos extrapolar esta conversación a los entornos del arte plástico, donde lo contemporáneo o «moderno» se vuelve en una simplificación de las cosas, donde a menor capacidad de razonamiento es mejor, porque hoy en día vale más ser ignorante y bruto antes que poner en nuestra boca la sutileza y la poesía. Se busca bajar de un tiro aquello que en un tiempo fue elevado. Ya no hay técnica, no existen metodologías de estudio del arte en sí, cuando puedo reemplazar mí voz al mejorarla con algún programa, o puedo burlarme en la cara de los grandes artistas de la humanidad, al pegar una banana en una pared.
    Frank Zappa es entonces el espíritu que nos empuja a valorar lo complejo, lo bello y lo simple a la vez. El no renegaba de lo digital, ya vemos que compuso un disco solamente con un Synclavier. Zappa es la visión del creador artístico que se dedica al estudio de lo que le interesa, que busca la perfección, que no quiere caer en la mediocridad de lo común. El pensamiento artístico zappeano se aleja del comfort del idiota, asegurando que la elevación del arte depende de su estudio, de nuestra forma de pensar y del mensaje que queremos darle a una sociedad que pide a gritos un cambio de paradigma.
   La música actual es propiedad de las disqueras, el autor o intérprete no existe, a no ser que realmente busque su libertad y decida cantar lo que realmente tiene que cantar.
    Considero que hoy por hoy hay una crisis creativa muy grande que solo se subsana mediante la compresión de esa misma basura para crear otras basuras del mismo calibre y quizás alguna de ellas tenga un modesto éxito. La industria actual necesita valerosos e intrépidos guerreros y guerreras que se amiguen con la experimentación, que quieran hacer algo verdaderamente único, que rompa los límites de lo «normal y moderno». Pero eso es ya una utopía, el artista solo obedece a las normas del mercado, busca para sí el dinero, mientras que su creación (su bien más preciado), no es de su propiedad. Hoy en día no necesitamos más raperitos o músicos que se creen superiores porque tienen a sus «perras» contando billetes. Hoy en día hacen falta más Frank Zappa, más Jimmy Hendrix, más Spinetta. Necesitamos música que esté a la altura de las circunstancias y no música hecha solo para el olvido.



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Otra posible respuesta a porque la música de Frank Zappa no está hecha para tontos es porque el propio Zappa no hubiera querido que su música caiga en los oídos de los que no saben comprender el arte, o más bien su arte. Tampoco es que los que realmente amamos tanto su obra como su vida, seamos aquí unos elegidos o unos eruditos en música. Nada más lejos que eso, somos solo personas que logramos ir más allá de lo que es un álbum y concretar con la historia o la sátira que nos plantea. 
    Por otro lado nos nutre la música más compleja, aquella que busca la improvisación y nos deleita con sus instrumentales. 
   El tonto entonces prefiere más la música simple, que le hable de cosas banales que le pasa a todo el mundo pero que él o ella sienten como especial porque creen que están siendo referenciados. Los que nos escapamos de lo convencional, queremos letras un poco más herméticas, que pueden contener uno o múltiples significados.

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Ahora por deducción clara y sabiendo que existen las dos caras de la misma moneda, si existen los tontos ¿Quiénes son la otra contraparte que si escucha a Frank Vincent Zappa? Bueno, es evidente que así debe ser, si hay tontos es porque hay quienes no lo son, y así prefiero llamarlos no-tontos, siendo personas comunes que se mantienen despierta ante las actuaciones del sistema. Son seres que buscan el alma del arte, son quienes tienen un interés más allá de la música como ambiente. Los no-tontos comprenden la música desde la poesía, y es la belleza rítmica. Esta puede estar llena de dolor, de felicidad o de un humor demasiado ácido para el paladar de algunos, pero en esencia sigue siendo poesía. 
  El tonto le dice poesía a cualquier cosa que le despierte interés, el no-tonto es cauteloso y sabe diferenciar lo que verdaderamente despierta sentimientos poéticos y aquello que es poesía barata para masas dormidas. 
   El no-tonto busca siempre tener un perfil contestatario pero de forma crítica con lo que lo rodea. Lleva al banco de los acusados toda aquella información que parece hermosa y real. El tonto no distingue entre lo que es bueno, regular o malo, con tal de que satisfaga su hambre de desconocimiento, el ya es feliz. A él no le importa si la tele le miente, o se contradice continuamente, es feliz sabiendo que reafirman lo que piensa.
   El no-tonto es más bien cauteloso, examina, averigua y después actúa ya sea con el pensamiento o con el verbo. Con cualquiera de las dos opciones puede hacer arte. En cambio el tonto necesita de un tercer elemento que es la apariencia, sin ella, todo lo que ha construido se desmorona en cuestión de segundos.



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   Ya llegado a este punto no tengo más nada que agregar, creo que dije todo lo que siento y me inspira la imágen de Zappa como artista y ser humano. Es sin dudas un hombre que supo enfocar su arte justo en donde debía, allí donde las masas insulsas no lo buscarían, pero sería encontrado por aquellos a los que si les interesa un arte intrépido, que los invite a reír y sobre todas las cosas a luchar por defender la libertad. Que Frank Vincent Zappa sea una fuente inagotable de inspiración para cada uno de nosotros. 

   Y ya sobre el final:

  «Kiss my aura Dora, because Is real angora» 









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