jueves, 24 de julio de 2025

2.3 — DEL DESEO Y EL FUTURO - UN CAMINO PARA LOS INICIADOS

   
LA UNIÓN HACE LA FUERZA


LO QUE UN INICIADO DEBE COMPRENDER


Por...MARK
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«Nos hallamos en una
situación en la que, de
modo constante, se 
nos incentiva y predispone
a actuar de manera
egocéntrica y materialista»

(Sigmund Bauman)


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I

    ¿Cómo hemos de vivir la vida? Quién lo sabe ¿Quién puede decirnos que es lo que más nos conviene si no sabemos ni nosotros lo que queremos? Nacemos entonces en el deseo, en la idea de que siempre necesitamos algo para poder estar completos. Si bien comparto la postura budista del deseo como una fuente de sufrimiento, también considero que el deseo es fundamental para la vida.


   Si no deseamos nunca sabremos qué es lo que realmente queremos. Aunque el problema en sí no es el acto de desear, si no que tipo de deseos estamos poniendo en nuestras cabezas. Es evidente que soñar—desear— cosas que están lejos de mí alcance, me harán caer en esa espiral de sufrimiento, al lamentarme por aquello que me es imposible conseguir. Por eso considero necesario anhelar cosas concretas, que puedan cumplirse, que sean absolutamente alcanzables.

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   No podemos, ni se puede, anular al sujeto deseante, de ser así estaríamos incurriendo en un delito gravísimo, semejante a uno de lesa humanidad, porque es imposible dejar de desear.


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   Los deseos son los que de alguna manera nos hacen ser quienes realmente somos, son ellos los que nos definen y los que moldean hasta cierto punto nuestra vida. No quiero decir tampoco que Buda estaba equivocado— no soy nadie para hacer tamaña acusación— solo pienso que no es el acto de desear lo malo, sino que es lo que realmente estamos deseando.

   De igual manera, ese sufrimiento siempre estará presente, pues como dice Gabriel Rolón: «somos seres en permanente falta» y no podremos nunca saciar o enfrentar (porque no) esa sensación—o ese vacío— de saber que nunca estaremos realmente completos.





II


   Este punto final que da cierre al eje número dos, viene a colación al saber que este camino que decidí emprender, muchas veces se ve nublado por los deseos de un cambio que se manifieste ahora, en este mismo momento. Gran parte de mí impaciencia viene de la mano de la cultura de la automatización, donde todo es más rápido, al estilo fast food, esto quiere decir: inmediato pero de pésima calidad para el consumidor.

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   Hoy, el hecho de disponer de todo tan solo con una llamada o un click, nos hizo perder una de las virtudes más grandes que tenemos, la paciencia (Aristóteles).

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   Lo digo porque el camino del Desarrollo Personal Esotérico requiere de muchísima paciencia. Este desafío es un continuo avance y retroceso en el que nos vemos empujados a tener que tomar decisiones sobre nuestro bienestar. No se trata de la idea absurda de tener que distanciarse de todo el mundo, ni irse a una montaña para practicar los rituales espirituales del mago-artista-alquimista-ermitaño. Todo esto va más enfocado a quitarse pesos de encima, de saber que el otro es el otro y Yo soy yo. Que lo me afecta es importante, que lo que siento vale.

   Hay que saber detenerse para escucharse, por eso no podemos vivir una vida sometidos al apuro, a la ajetreada rutina del café y el trabajo.

   Debemos priorizarnos a nosotros mismos, de lo contrario ¿Cómo haríamos para que la alquimia (química) de nuestras mentes y espíritus empezará a reaccionar? ¿Entre tanto ruido, puedes escuchar como tu cuerpo pide a gritos el cambio necesario?

   Desde ya lo digo, no creo que los cambios sean productos de un Dios que «obra por nosotros» bajo el dogma de la religión. Tampoco creo que el universo sea quien nos guíe. Sostengo la idea en que tan solo somos nosotros los que emprendemos el cambio definitivo. La mejora empieza a partir de la fuerza de voluntad que nosotros tengamos para hacer de la existencia algo que verdaderamente merezca la pena.

   Por eso la pregunta inicial sobre cómo vivir la vida, sí a fin de cuentas somos nosotros los que con nuestro transitar modificamos el destino (aquí de nuevo el amor fati). Se me hace ridículo pensar que realmente tenemos un destino escrito y que es absolutamente inmodificable. Creo más bien que el destino se va improvisando como en una obra de teatro, donde ensayamos el guión, pero ya después, subidos al escenario de la existencia, vamos tanteando y haciendo las cosas acordes a nuestras experiencias, a nuestros gustos y deseos.

   Al final, todo esto del Desarrollo Personal Esotérico, es más que nada un trabajo reflexivo interno para tratar de ser mejores seres humanos, o por lo menos los más decentes dentro de tanta putrefacción. El mundo en el que nos vinculamos se viene agrietando desde hace un largo tiempo, las tensiones entre naciones son cada vez más fuertes, y nos encontramos sumidos en la más repudiable violencia en toda la historia social. Aclaro, no quiero que me tomen por un pacifista, ni mucho menos por alguien que quiere cambiar el mundo, aunque inconscientemente es una causa noble a la cual le dedico tantas horas de romperme la cabeza para encontrar una solución. Lo confieso y no me avergüenza decir que la maldad en la cual vivimos más de una vez me hizo llorar, y hasta me animó a terminar con mi propia vida, en ese instante de fragilidad, me di cuenta entonces que no quería poner sobre mis hombros el peso de una humanidad sufriente, pero entonces, si logro mostrarles el sendero que a mí me hizo evolucionar, tal vez alguna vida pueda mejorar. No quiero créditos ni nada por el estilo, comprendí que todo conocimiento por más básico o poco que sea, tiene que ser compartido, de lo contrario estaría recayendo en un acto egoísta, y lo que menos tiene el Desarrollo Personal Esotérico es egoísmo.

   Tenemos que entender que no hay barreras, que no existen las banderas, que todos somos humanidad, que no hay mejores ni peores. Convivimos sobre el mismo globo terráqueo, y desde la China a Ushuaia, no hay ni la más mínima diferencia.

   La humanidad toda, tiene que tirar siempre hacia un verdadero positivismo, de lo contrario habrá más guerras, y lo peor de todo: jóvenes que al no poder soportar este estilo de vida propio de una modernidad voraz, terminarán con la pistola en la cabeza y nosotros no podremos hacer nada para impedir que aprieten el gatillo.

   Las generaciones pasadas ya no son parte de este juego, son las generaciones presentes y futuras las que penden de un hilo, por eso la pregunta es: ¿Qué vas a hacer al respecto?




Continuará...


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