martes, 18 de noviembre de 2025

b)— DIVINAMENTE COMPLEJOS

 ¿QUIÉN PUEDE ENTENDERNOS?


LO MISTERIOSO DE NUESTRA ESENCIA SE HALLA OCULTO EN LO INTRINCADO DE LA PROPIA NATURALEZA HUMANA 



Por...MARK
******

******
   Imagina por un momento que el 3I/Atlas estaciona hoy mismo en algún lugar de la Tierra, y de esa nave rocosa descienden seres que evidentemente podemos catalogar como «extraterrestres» o no humanos. 

  ¿Cómo nos presentaremos ante ellos? ¿Cómo podríamos describirnos en unas pocas palabras? Somos tan confusos, que ni siquiera podríamos abarcar lo que significa ser un Humano.

   ¿Sabrán éstos seres intergalácticos, lo que son las emociones? ¿Experimentarán dolor, gozo o ira? ¿Conocerán la depresión? ¿Sentirán placer cuando desarrollan una actividad que les gusta? 

   Son muchos los misterios que nos envuelven y que año tras año, los seres humanos hemos ido tratando de entender, generando diferentes materias que nos pueden ayudar, como la filosofía o la psicología/psiquiatría. También necesitamos de la sociología y la antropología.  

   Es como una necesidad imperiosa e incontrolable, la que nos empuja siempre a querer entendernos. Necesitamos saber quiénes somos, si vamos a algún lado o que lugar ocupamos en el amplio vacío cósmico.
 
   No importa cuánta indiferencia mostremos, estamos compuestos de curiosidad, y si el hombre fue creación de Dios o evolucionó del simio, no nos importa, porque ante todo siempre habrá una sospecha de duda, y pocas explicaciones para definir esto que somos.

    Sobran las preguntas, pero aún nos faltan muchas respuestas, sin embargo, seguimos viviendo, creando vida y empujando nuestro ser hacia límites insospechados.

    Somos seres humanos, somos el proceso de una larga y lenta evolución, que jamás se detuvo y nunca lo hará.

   ¿Quién sabe qué nos deparará el futuro? Si todo es como lanzar una moneda al aire.

******



I

   Es que me han dicho que no has estado bien últimamente. Te miro y puedo darme cuenta de las penas que pesan sobre tu espíritu. Estás de rodillas, entregado a la buena de Dios, como una hoja que se deja arrastrar sumisa por el viento.

   El oleaje de este mar embravecido te ha depositado en medio de unas aguas turbias. Estás perdido, sin un rumbo claro.

   Todo te hace daño. Las heridas que el tiempo te causó, parecen que jamás van a sanar. El destino hace descender sobre tí, una lluvia de sal, que hace escocer tu piel lacerada. 

     Te has convertido en un mártir que navega en soledad por el desierto de la vida.


II

  Sé también que te has cansado de luchar. No encuentras ni adentro ni afuera, esa chispa que haga encender la llama que te dará las fuerzas para encontrar el rumbo perdido.

   Ante tus ojos cansados, todo lo que alcanzas a ver, no es más que vacío. Lo que antes era una extensión llena de colores y de vida, ahora se presenta como un mundo desolado por zombis.

   Pero a pesar de todo lo malo, tú espíritu saca voluntad de donde no tiene y sigues caminando. El desierto se vuelve cada vez más abrasador— el mar ya quedó atrás. Te pica la garganta, la sed hace estragos y los delirios parecen no hacerse esperar.

   Pero nada te mueve, nada te perturba. Con cada desafío, con cada nuevo golpe bajo, te vas fortaleciendo. Los seres oscuros del desierto quieren jugarte bromas, plantan ilusiones falsas, un Oasis por allá, una grupo de mujeres por el otro, oro por acá, pero tú, imperturbable, les demuestras cuán resistente eres ante esas tentaciones que no harán más que dañarte.

   Hay que tener esa entereza, a la hora de ir por la vida. Hay que mantener alejadas a las tentaciones, hay que decirle no a los dañinos vicios. Debemos mantener la entereza de quién quiere y cree en el progreso.



III

  Nada es tan malo como para dejarte vencer. Nada es lo suficientemente difícil como para abandonarlo todo. 

   Este escrito nace de la improvisación de tener que escupir lo primero que me sale del pecho. No puedo (ni deseo) aprisionar más las palabras, y déjenme decirles que la idea de no callar más las habladurías del espíritu, genera en mí la sensación perfecta de plenitud.

   Además, escribo rápido, como quien tiene prisa por marchar oculto en medio de la noche. Pero yo no necesito fugarme, no quiero escapar a ningún lado, es más, busco adrede internarme día a día en las profundidades de mi Yo. De ahí nace esto, del trabajo de reflexión, y de la necesidad de hacerte llegar unas palabras que puedan darte aliento o consuelo.

   Nadie está solo, y lo más importante es sentir la compañía de alguien que también está roto. Pero hasta la copa de cristal que cayó al piso, puede ser reconstruida ¿Por qué tú esencia no puede hacer lo mismo? Además, la copa, que ahora está destrozada sobre el cerámico de tu cocina, sigue siendo una copa, su esencia, por más dañada que esté, sigue arraigada a su sentido como objeto. Tú, a pesar de estar fragmentado, sigues siendo humano. 

  El valor de la reconstrucción debe ser entonces primordial.


IV

  No veas a la felicidad como un fin último o como una meta deseada. Tampoco debes preocuparte demasiado si no logras ser feliz en estos días. Parte de la reconstrucción, es la de entender que debemos hacer el trabajo interno necesario, para lograr alcanzar una mejoría.

   Por otro lado, no debes culparte por sentirte triste o deprimido. Es solo un estado de ánimo normal del cual no debes avergonzarte.

   Lo importante no es sentir, lo verdaderamente vital es experimentar.

   El tiempo que corre nos obliga cada vez más, a negar la experiencia de los sentimientos, más aún, si posee un carácter negativo. Sin embargo, pone en primer lugar a un positivismo bastante insalubre, cuya función principal es la de suprimir cualquier estado contrario. 

   Pero intentar evitar lo negativo, es ir en contra de la dualidad natural del mundo. No se puede pretender vivir en un continuo estado de felicidad, ni permanecer eternamente en un estado de dolor.

   Lo importante aquí, es no censurar nada que ocurra en nuestro interior. 

   Nos hemos ido acostumbrando al aumento tóxico de lo positivo, y se ha demonizado lo negativo. Sin embargo, debemos aprender a aceptar que es lo que nos pasa, no hay que impedir ni desviarnos de cualquier sentimiento. La importancia de la experimentación radica en la necesidad de tener que aceptar lo que nos pasa.

   Cuando ante tí se te presente lo negativo, acéptalo, deja que entre en tu cuerpo. Siéntela, analiza lo que sucede. Y lo más importante, canaliza toda esa emoción en algo que le permita fluir con facilidad. Escribe, dibuja, pinta, haz ejercicio, realiza cualquier actividad que te permita redirigir todo eso que sientes hacia algo que la resignifique.

   Lo mismo cuando te sientes feliz o cuando estás motivado. Experimenta esa alegría, utilízala para cosas que sirvan de provecho para tí.

    Recuerda que la negación de lo que nos pasa internamente— tanto bueno, como malo— sólo nos hará más daño.


 
V

   Es normal tener momentos de bajón y tener picos de felicidad, el error más grave es creer que van a durar para siempre. Cada sentimiento tiene su duración perfectamente medida. Nada es eterno, sin embargo, a veces podemos llegar a sentir que el dolor, la angustia o la infelicidad, se prolongan deliberadamente en el tiempo, mientras que los instantes más felices, tan solo parecen esfumarse en las primeras horas.

   A los ojos humanos, podemos notar que con la tristeza, el movimiento rotatorio de las agujas del reloj, parece increíblemente lento, pesado, como si a aquel aparato le invadiera una pereza inmensa. Se debe por supuesto a la insatisfacción que nos provoca el hecho de sentirnos mal, al querer salir rápido de ese estado, nos topamos con que las horas se hacen increíblemente largas.

  En cambio, cuando estamos plenos, todo es más rápido y parece durar tan sólo un instante. Pero, ante esta injusticia humana, desearíamos que las horas fueran lentas en los momentos felices, para poder disfrutarlos.

   Pero, quién puede entender del todo a la vida.

   Somos infinitamente complejos en esta vasta superficie que llamamos planeta Tierra. 


VI

   Fuimos creado bajo esa intención. Somos tan enredados que ni siquiera podemos llegar a abarcar todas las dimensiones de nuestra naturaleza.

   ¿Cómo podemos pretender que otros nos entiendan, cuando no nos podemos entender ni a nosotros mismos?

   A veces tenemos momentos de profunda confusión, en la que la semilla de la duda, nos empuja a ya no ver las cosas con los colores nítidos que solían tener. De un momento a otro, nos vemos sumergidos en la oscuridad más densa, y muchas veces luchamos y logramos salir, pero nunca lo haremos ileso. 

  Cada paso que damos en el escalón de la vida, es como una moneda lanzada al aire, en la que la suerte puede bendecirnos o hundirnos.

   Somos tan complejos, que no podemos llegar a entender del todo porque en el dolor es cuando más se aprende. 

   Estamos llenos de humanidad. Esta nos acompaña aunque estemos varados en medio de un mar helado o caminando solos en las abrasadoras arenas del desierto.

   No entendemos muy bien cómo funcionan las cosas, pero así vamos, errantes, sin destino, pero con ideales puros. 

   ¿Quién nos puede entender?

   Somos la contradicción con patas. 
   





No hay comentarios.:

Publicar un comentario