miércoles, 26 de noviembre de 2025

d)— SILENCIO POR FAVOR

 LA IMPORTANCIA DE LA NADA


EL SILENCIO ES REVOLUCIONARIO


Por...MARK
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   No deseo escuchar nada más que el sonido de mi respiración. 

   No deseo escuchar nada más que a la naturaleza, emitiendo ese sonido mágico, cuya esencia se transforma en música para mis oídos.

    Disfrutar del silencio es un placer que no todos se pueden permitir. Es como darle a nuestra cabeza un bálsamo reparador, para permitirle cargar nuevas energías.

   Pero no estamos hechos para el silencio. Ahora, con la invasión constante de las nuevas tecnologías, vivimos rodeados de estímulos, que rara vez nos permiten estar un momento en la paz silencio.

    Ahora, es cuando como seres humanos debemos reconquistar lo que es nuestro, y volver a recuperar aquellos espacios en los que impere la calma.


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   Me gustan los lugares tranquilos, en especial, aquellos en los que muy rara vez ocurre algo importante. Me gusta la paz que transmite el silencio. Me gusta la tranquilidad de un campo, donde uno puede estar plácidamente, sin la intervención contínua del monótono ruido del tráfico citadino.

   El silencio, esa experiencia auditiva en la que nada se oye, más que el ruido natural que produce la vida que está por fuera de lo que conocemos como realidad. Con esto me refiero a aquello que es producto de la naturaleza, como el ruido del viento sobre un pastizal, el trinar de las aves tras los primeros rayos de sol o el correr del agua sobre el arroyo. Son sonidos que están meticulosamente programados para sincronizarse con la frecuencia vibratoria del ser humano. El sonido mecánico en cambio, produce una desconexión y una absorción de energía. La ciudad, bajo el bombardeo de autos, chatas y motos, no hacen más que agotarnos por completo. No nos permiten desconectar. 

    Por eso es que mi costado más puro detesta la ciudad. Sinceramente hay días en los que su tráfico acelerado me enerva de tal manera, que mi mente se bloquea, invadiendome entonces unas ganas irrefrenables de escapar, de buscar la paz. 
 
    Mi ser, que se desenvuelve en una ciudad medianamente chica, no soportaría el ritmo vertiginoso de las calles de la ciudad mucho más grandes. Creo que me sería difícil adaptarme a ese estilo de vida, donde todo tiene que ser a las corridas y de inmediato.

   ¿Esperar? Esperar es perder el tiempo.


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   El silencio, hoy considerado una experiencia cuasi milagrosa, se transformó en algo que nadie sabe cómo disfrutar. 

   Vivimos rodeados de ruido, de sonidos de notificaciones, de avisos y anuncios, de juegos y música ¿Pero cuando estuvimos completamente aislados de todo eso? ¿Por qué nos resulta tan difícil vivir con un poco de silencio?

   Cuando la casa está vacía, ya se han ido todos y quedamos solo nosotros, solemos prender el televisor, la radio o algo de música ¿Por qué? Odiamos aquel vacío que se produce cuando no hay nada que nos haga salir de ese estado de absoluta soledad. Y es que el silencio está completamente ligado al hecho de estar solo. 

   La tele, la música o un video de nuestro youtuber favorito, nos hace no sentirnos tan solos dentro de nuestro hogar, simula siempre un intento de compañía.

   A través de la electrónica, huímos del silencio, como quién se escabulle temeroso del ataque de una fiera de los avernos. Pero, es en esa corrida apresurada, donde al querer vituperar al silencio, terminamos por callar nuestro pensamiento, nuestro ruido interno, tan importante como necesario para el desarrollo de nuestras capacidades intelectuales.

   En mi experiencia personal, considero que los momentos en los que me encuentro en silencio son los propicios para el nacimiento de nuevas ideas. Sin embargo, no puedo desprenderme de la presencia de la música, ya que no es que no pueda tener un momento en silencio, sino más bien que encuentro demasiado placentero la idea de crear teniente de fondo a mis bandas favoritas.

   Más allá de eso, no quita que haya momentos en el día en los que realmente necesite con demasiadas ganas, no escuchar más nada que mi respiración y el susurro de mis labios al leer un libro en voz baja.

    La experiencia del silencio proporciona placer y es un descanso para el cerebro ¿Pero en el mundo de las distracciones, quién puede aguantar no escuchar ni el sonido de una notificación?

    Vivimos alertas, rodeados de estímulos tan constantes, que nos olvidamos por un momento de que nuestra materia gris necesita detenerse, descansar, enfriarse y seguir.

    Hoy, en los tiempos de la contaminación auditiva ¡El silencio es una acción revolucionaria!



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