viernes, 9 de junio de 2023

EL HOMBRE MODERNO Y LA CIVILIZACIÓN CONTEMPORÁNEA- PARTE VI

 


CAPÍTULO VI


SOBRE LA RESISTENCIA/ SER PRESA DEL EXISTIR


I)- Sobre ser mandado. II)- No quiero esas cadenas. III)- La vida y el ritmo con el que se la vive.
IV)- ¿La existencia es vacía, y sin sentido?


I)- SOBRE SER MANDADO


Si hay algo que caracteriza a las personas de pensamiento propio y de mentalidad diferente es el hecho de que no resisten el ser mandados. Pues en sus corazones habita un deseo tan incontrolable de libertad, que no pueden verse obligadas a realizar tareas cuando alguien se las ordena. Se sienten más cómodos siendo ellos sus «propios jefes» por decirlo así, que estando bajo el mando de un agente externo. De cierta forma creo que a nadie le gusta ser mandado, ni ser obligado a algo que no nos guste, pero cuando se trata de cuestiones de trabajo allí la cosa se pone más complicada, porque no queda otra más que tragarnos nuestro orgullo y hacer caso a todo lo que nos digan. Pero tengan cuidado, eso no es señal de sumisión, sino todo lo contrario, es un acto de ser servicial, y funcional al puesto que se esté ocupando, solamente que la diferencia con otros empleados, es que el deseo de libertad es tan grande, que ante cualquier cosa, ese deseo estalla, y el que se resiste o no le gusta ser mandado, no aguanta ni un segundo en tirar todo por la borda, y marcharse de allí.

Al que no le gusta ser mandado, tiene su pensamiento derivado del hecho de que no le gusta ser un esclavo, o un explotado, sabe sus límites, sobre todo sabe cuáles puede sobrepasar y cuáles no. Sabe por lejos cuál es la realidad del esclavo, pero él sueña con esa libertad absoluta, aunque de vez en cuando deje ponerse las cadenas cada tanto.


II)- NO QUIERO ESAS CADENAS


Las cadenas que hoy en día caen sobre nuestras muñecas, y tobillos no son más que puestas ahí por nuestra propia voluntad, no son más que el fiel reflejo del famoso «esclavo moderno», este nuevo espécimen, evolucionado de entre sus raíces más antiguas del concepto de esclavo, pero ahora con una cualidad suprema, él, solamente él y sin más interventores, se coloca por sus propias manos las cadenas que ha comprado bajo el estúpido sueño de la autorrealización, una baratija de cotillón que no es más que el opio, la droga para aquellos que creen que es posible alcanzar una plenitud corriendo tras una meta disfrazada de esclavitud.

Ya no se trata de ser un esclavo, sino de un buen esclavo, ya no se trata de ser productivo, se trata de dar hasta lo que no tienes para seguir produciendo y por ende seguir siendo explotado, pero ¿Qué es la realización? ¿Qué es sentirse realizado? Con mí sencilla explicación, y sin recaer en intrincadas definiciones, diré que es ese efecto placentero que se sucede después de haber alcanzado una meta u objetivo deseado. Es como ese sueño que de repente se hace realidad, a costa de que sobre tus manos y tus pies lleves los pesados grilletes. Ojo esto no es una contradicción a lo dicho en capítulos anteriores, sino que creo, y es más, me atrevo a decir que se puede lograr la realización a través del esfuerzo, del mérito y del trabajo, pero de ninguna manera uno no debe ser esclavo de las tres; ser esclavo del esfuerzo nos hará desgastar nuestros cuerpos antes de tiempo, creándonos dolores innecesarios, es preciso hacer el esfuerzo justo, en el momento justo; ser esclavo del mérito solo nos dará un placer que nos servirá como droga para satisfacer nada más que a nuestro ego; y ser esclavo del trabajo solo crea a esclavos obedientes, no digo que no trabajes, solo que has el trabajo necesario y así te ahorras grandes esfuerzos, y no serás consumido por el ego.

Últimamente en ésta vida que llevamos tan rápida, donde la cultura de la inmediatez reina en nosotros, nos hace vivir de una manera que nos lleva de a poco a ser esclavos, quizás ya no de tu patrón, quizás ya no de ese trabajo que tanto odiabas, pero quizás ahora te haces esclavo de las pantallas que te rodean, de las miles de distracciones que tenes a tu alrededor, y te crees a pesar de todo libre, pero solo puedo decirte que no es así y todavía esto no ha terminado.



III)- LA VIDA Y EL RITMO CON LA QUE SE LA VIVE


Una vez un gran filósofo dijo: «No es que tengamos poco tiempo, es que perdemos demasiado» (Seneca, «De la Brevedad de la Vida»). Frase tan cierta y a la vez alarmante que no deja de preocuparme. El tiempo, algo que se nos escapa de las manos como cuando tratamos de agarrar el agua, es imposible sostenerlo en la mano, y es imposible detenerlo cuando comienza a caer.

Creo que cosa más imparable que el tiempo no conozco, es como una flecha lanzada por un arquero profesional, ésta siempre va de punta hacia la diana, y no hay nada ni nadie que pueda interponerse en su camino. Es imparable, y aunque a veces deseemos volver el tiempo atrás, sabemos que es imposible, lo que se fue se fue, el pasado fue lo que quiso ser, por más que ese momento pasado fue una vez un momento presente, ya no está, y ahora el presente dejará de serlo y este día ya será mañana, y por ende será pasado, mientras que el futuro siempre incierto se mantiene expectante como algo desconocido, y pronto el ciclo del tiempo seguirá su curso, la flecha seguirá su recorrido, y ese futuro tan deseado se volverá presente, y luego será otra vez pasado.

Es duro pensar en cómo los momentos se esfuman tan rápido que uno a veces parece no disfrutarlos, es como si el mismísimo Cronos se encargara de hacer que todo transcurra a velocidades tan sorprendentes, que uno empieza a temer. Y eso me remonta a una pequeña frase de una canción demasiado conocida que dice: «Es larga la carretera, cuando uno mira atrás» (Sui Géneris, «Canción para mí Muerte»), una frase tan letal y profunda, como espadazo en el corazón. Siempre cuando uno se para en el lugar en el que hoy está y centra su mente en lo vivido—sean momentos buenos o malos— se dará cuenta que ha vivido demasiado, sin importar si tienes quince, veinte, o cincuenta años. La vida es un momento, la vida es ese instante presente que luego solo quedará en la memoria de un celular, o cuidadosamente guardada en nuestra mente.

Las distracciones de este mundo moderno, hiper-tecnológico, con posibilidades cuasi infinitas, no nos ha brindado más que divertimentos baratos, que nos han, en cierto punto, deshumanizado, pero sería muy hipócrita de mí parte denigrar a estas herramientas, cuando a fin de cuentas yo también malgasto el tiempo con ellas, por eso es también conveniente decir que ha traído múltiples beneficios a este mundo, agilizando las comunicaciones por ejemplo, o permitiendo que yo ahora mismo esté escribiendo esto.

Podemos atribuir el fugaz modo de vida también al hecho de que en cierta parte también es nuestra responsabilidad, nosotros somos quienes cargamos con cosas, por ejemplo nuestra propia existencia para de alguna forma olvidar quizás lo difícil, aburrida y cambiante que es la vida. No podemos y repito que sería muy hipócrita de mí parte, echarle la culpa a la tecnología ya que ella fue creada con un fin específico, pero fuimos nosotros quienes le dimos un fin de acuerdo a nuestra forma de vivir. No sé trata de una irresponsabilidad del aparato tecnológico, sino que la responsabilidad recae sobre nosotros.

No debemos olvidar que somos seres conscientes, sabemos lo que somos, a dónde podemos llegar y en muchos casos a dónde queremos llegar, lo importante es ser más responsables, hacernos cargo de la existencia que nos rodea, y de allí empezar a tomar acciones, a vivir no por obligaciones, ni por preocupaciones, sino empezar a vivir por el hecho de buscar felicidad conmigo mismo o en un tercero... pero sí a fin de cuentas una tumba solitaria es lo que nos espera, al final de esta carretera, no vale la pena estar triste. Entre distracciones es más normal que las cosas pasen rápido, ahora sí te concentras en cada cosa que sucede, en cada momento, puede ser mí amigo o mí amiga que descubras en ese instante el milagro de estar vivo.


IV)- ¿LA EXISTENCIA ES VACÍA Y SIN SENTIDO?



En ésta parte del capítulo, sinceramente no deseo explayarme demasiado, ni hablar de más. Solo voy a decir unas palabras, que de verdad no son mías, pero que en resumidas cuentas responden a la pregunta de una manera perfecta e impecable; la vida no es más ni menos vacía, solamente que uno tiene en las manos el poder de darle a la existencia una cierta orientación, es decir, en pocas palabras, somos dueños de nuestra propia vida y para eso hay que darle contenido a la existencia. Como bien dije estas palabras no son mías, más bien estoy parafraseando al gran y querido Pepe Mujica, una persona a la cual admiro en demasía.

Si ya con eso no les ha quedado claro lo importante que es tener algo que justifique nuestro existir, entonces ya no se que más decir.

 


 CONTINUARÁ...

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