LA POLÍTICA Y EL POBRISMO
EL ARTE DE DOMESTICAR AL PUEBLO
Por...MARK
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«El lujo es
vulgaridad» cantaba el «indio» Solari, pero la vulgaridad más despiadada es
la que se presenta cuando se hace una ostentación desmedida de esos lujos, más aún cuando la miseria rodea a una sociedad moribunda. El político es un sujeto
necesariamente ostentoso, que necesita mostrar tanto su lástima como su cara más
seca y dura; al político no le importa el hecho de gastar, si total a él no le
hace falta nada, tontos aquellos que no pueden costear sus alimentos o darse el
lujo de comprarse algo que les guste.
La figura del político es la de un
millonario que se refugia en su traje de buena persona, pero cuyo fin último es
el deseo de ensanchar sus bolsillos con dinero estatal, olvidándose de la gente
que lo puso en ese lugar. Hoy en día vemos a funcionarios defender la pobreza desde sus
lujosas mansiones, con sus tremendos autos y sus mujeres despampanantes, que muestran
como un trofeo los regalos que han obtenido por un par de felaciones.
Es fácil hablar de los pobres desde una
posición en donde no les falta nada, pero en sus conciencias eso no les causa
ningún peso, después de todo están a miles de años luz de distancia de la
realidad más cruda, mientras ellos compran relojes Rolex y mojan sus labios en
el mejor champagne en algún lugar paradisíaco, ignoran que en aquel lugar en
donde «gobiernan», hay chicos revolviendo la basura deseando encontrar algo que
les permita saciar su hambre, hay gente que duerme en la calle, hay personas que
no tiene futuro, pero eso no importa, después de todo un par de limosnas para
el pobre diablo, puede tapar la miseria.
Hay una tremenda desconexión entre el sujeto
político y la clase gobernada (explotada y bastardeada), el mandatario vive en
una realidad alterna donde no le falta nada, la gente vive en el presente donde
tienen poco y nada. Esta desconexión se ha traslado a discursos pomposos y tan «revolucionarios»
que al final no concluyen en nada. De que sirvieron las palabras ardientes de
candidatos mesiánicos, llenando los oídos de los pobres con dulces palabras,
prometiendo pan y trabajo, ahora nos quedamos sin el pan y sin la torta, sin
trabajo y sin dinero, pobres y muertos de hambre, perseguidos por el yugo de
los desquiciados fanáticos que saborean gustosos las migajas que les tira el gobierno,
a la vez que les acaricia el lomo mientras le repite constantemente «buen
perro, buen chicx».
Tenemos que dejar en claro que esta es la
ultima burla, ya cansa que la casta política (no importa el partido), se ría de
nosotros, necesitamos luchar por lo que es nuestro. Ideas viejas hacen de la revolución
un suceso del estado, pero eso sería sustituir un amo malo por otro menos malo;
la verdadera revolución es del pueblo para el pueblo, es de los hijos para los
hijos, solo nosotrxs tenemos el verdadero poder, y ya nadie nos podrá poner
sus sucias botas sobre nuestras gargantas. «El que ríe ultimo ríe mejor»,
lo oprimidos se levantarán y harán justicia, sin violencia y sin sangre, pero
con firmeza y determinación.
El pueblo será libre, no sé cuándo, talvez
no vivamos para verlo, pero sabrá como hacerlo. La sociedad necesita derribar
esos viejos muros, y el desprendimiento del hombre con la política generará
nuevas relaciones con ella, pero no como un vínculo solamente de poder, sino
como una mirada profunda en lo social, como un solucionador de problemas, como
una herramienta funcional al pueblo, con personal capacitado, con gente preparada,
que será castigada si comente un erro, o premiada si hace las cosas bien. Por
su puesto que el castigo máximo es su destitución del poder, algo que hoy en
día se ve poco, pues la cara dura de muchos funcionarios le impide fingir,
aunque sea una mueca, el dolor ficticio que sienten por el pobrerío, al
contrario, se burla en sus cara, total todo se puede tapar, y más temprano que
tarde todo se olvida.
Aduéñate de los medios de comunicación y
veras como todo se funde en teorías baratas, en defensas insostenibles, en
rating barato, en un show teatral donde se debate lo que un ex presidente
hizo hace cuatro u ocho años atrás, pero nadie se hace cargo del presente, y el
futuro es algo a lo que nadie se atreve a arriesgar ni aunque sea un solo dólar,
pues es tan incierto como el día a día de un changarín.
La gran burla o la gran broma política
termina cuando caen las victimas de la inseguridad, cuando muere una niña o
golpean a una anciana, «el último que apague la luz», esta fiesta ya se
terminó y todos se fueron antes de pagar por los platos rotos, el salón quedó
hecho un enchastre, y los pocos invitados están tan desorientados que no saben
para que lado mirar. Todo es risa y todo es jolgorio hasta que llega la cuenta,
el precio es tan elevado que ni si quiera la sangre que baña las veredas, roja
y caliente, recién vertida por los orificios que produjeron los impactos, puede
pagar la diversión de los poderosos que se miran las caras sin saber a dónde esconderse.
Afuera una turba enfurecida los espera, ellos juegan la carta de ser víctimas
de la presión, pero nadie les cree, ahora su sangre se mezcla con la de los
inocentes, pero la de ellos es negra, como sus mismas almas.
Todo esto es parte de la poética de la vida,
de la teatralización de la misma, pero con la diferencia de que yo no deseo ser
gobernado, menos estar a manos de irresponsables. No soy sujeto para sus campañas,
no soy espectador de sus ostentaciones lujosas, soy solo un alma libre a la que
han encadenado para entretenimiento de un sistema corrupto y perverso, pero sé que en el fondo esas cadenas se romperán.
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STORYTIME
PRINCIPIO DE DOMESTICACIÓN
Hace aproximadamente unos dos o tres meses,
me encontraba dando un taller municipal de dibujo en un pequeño salón barrial,
cuando me entero que en plena campaña política, el intendente de mi ciudad
venía a realizar visitas a diferentes talleres, algo a lo que yo inmediatamente
me negué. Mi argumento principal es el hecho de que mi taller es mí espacio, y
como tal no debe ser contaminado por ningún sector político―sea del color político
que sea. A raíz de este suceso despertaron críticas tanto sobre mí como sobre la
decisión claramente de campaña, obviamente yo recibí la mayor cantidad de críticas
negativas por ser «rebelde» y no aceptar salir en una foto junto a él. Por otro
lado, por parte de la municipalidad justificaban a este intendente
desvinculando su visita con cualquier tema de campaña, algo raro, ya que justamente
esas vistas eran a dos semanas de las P.A.S.O (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), para intendente.
Así empieza la domesticación, se da con esas intenciones propias de campaña, a todo esto, la municipalidad no me pagó lo que me debía por los meses de dar los talleres, y todo quedó en la nada. De todas formas, yo me mantengo firme en mi decisión y no pienso retroceder en mi avance contra la burocracia política
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