lunes, 2 de octubre de 2023

UNA PELÍCULA PARA EL ALMA

 EL HOMBRE ELEFANTE


CINE DE CULTO QUE HAY QUE VER


Por...MARK
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I
   Cuando tenía unos catorce o quince años, me había topado en una tarde de zapping con una película que en ese momento me tomó por sorpresa. Esas imágenes en blanco y negro, y las grotescas deformidades de aquel ser me cautivaron, pero sin embargo no fue suficiente como para retenerme (pues ya iba más de la mitad y no podía engancharme con la historia). De todas formas esas imágenes quedaron grabadas en mí mente.
   Una rápida búsqueda en Google me arrojaría resultados interesantes, aquella película llevaba por nombre «El Hombre Elefante», había sido lanzada en el año 1980 de la mano del director David Lynch, y protagonizada por un joven Anthony Hopkins y por un jovencísimo John Hurt, pero lo más interesante de todo aquello fue que estaba basada en una historia real, aquel ser al que apodaban el «Hombre Elefante», había existido realmente, y su nombre era Joseph Merrick.
   El hecho de que una persona de tal magnitud halla existido nos da un idea de lo intrincada que puede ser la biología o la naturaleza humana, y sobre todas las cosas lo injusta que es la vida. 
   Ahora bien, retomando el hilo inicial de esta conversación, siempre tuve esas ganas de ver la película, aunque por motivos de diversas índoles terminaba siendo pospuesta, hasta que hace unos días me topé con un vídeo súper interesante del canal «Relatos del Lado Oscuro» (al cual recomiendo seguir), explicando un poco el caso del «Hombre Elefante» y eso incentivó a que me inclinara por ver la película, así que lo hice.
   Si ya a mis catorce años había quedado entusiasmado con tan solo un fragmento fugaz, se imaginará usted el impacto que me de ha dejado el verla completa. La historia es sencillamente fascinante, la fotografía, los escenarios, los planos y el maquillaje, todo encaja, y esa atmósfera que le da el blanco y negro hace de ésta película una pieza disfrutable. 
   La historia de Joseph Merrick está bastante abreviada, aunque las dos horas que dura el filme son más que suficiente. Me gusta el hecho de que trata de dibujar un poco la historia ficticia que se había creado en torno a la imagen de John, con la idea de la impronta materna y que su madre, al horrorizarse tras ver a un elefante, traspasó ese miedo al feto y he allí el origen de sus deformidades. Todo esto ignora todos los detalles médicos y clínicos que se pudieron haber hecho por parte del amigo de John, el doctor Frederick Treves, un joven medico cirujano que se encargó de darle a Merrick un cobijo en el hospital en el que trabajaba. Si buen tampoco se podía esperar mucho puesto que estamos en la mitad del siglo XIX por lo que no ha grandes avances en el campo de la ciencia, y el caso del «Hombre Elefante», es todo un hito en la historia de la ciencia por aquellos años.



II
   Pero el punto central de la historia se desprende un poco de lo medico/científico, y se relaciona con lo humano y lo social, a como percibimos aquello que es diferente a nosotros. 
   Es por demás normal entender que en el mundo humano se ha marginado a aquello que es diferente, no de es de extrañar que eso hasta el día de hoy sucedía. Entienda que la palabra «normal», está escrita con total pena, ya que la historia del «Hombre Elefante», fue vendida como un espectáculo, como una visión casi distanciada de lo humano, como si esas deformidades le quitaran pues toda humanidad. Los espectadores se reunían en estos «Freak Shows» o «Espectáculos de fenómenos», donde se marginalizaba aún más a aquellos que nacían con una condición diferente, ya sea enanismo, gigantismo, casos como la mujer barbuda y cosas así. Eran vistos como anomalías de la naturaleza, pero Joseph Merrick era más que eso, era culto, leía (acérrimo lector de la biblia), sabía hablar (aunque con dificultades a causa de las deformaciones que afectaban su boca), y veía entonces a esa actividad de mostrarse al público como un «fenómeno», no un acto de total discriminación sino como un trabajo.
   La película y la propia historia de Merrick, nos presenta un suceso de superación personal, donde se le puede hacer frente a las adversidades, independiente de como seamos. Por ejemplo en la famosa escena de la estación, luego de que sus amigos lo ayudan a escapar de la persona que lo tenía como una atracción, logra llegar a Londres donde es sorprendido por una turba iracunda que está dispuesto a lincharlo ahí mismo, y es ahí donde dice unas palabras que me han quedado en la mente. Arrinconado en un baño publico de la estación, grita a viva voz: 

«—¡Yo no soy un elefante! ¡Yo soy un ser humano! ¡Yo... soy... un hombre!» 

   Allí todo cambia, aquella «bestia» que era vista con ojos curiosos y morbosos, ahora cobraba sentido, tenía una identidad, debajo de todas esas tumoraciones, de esas costras y supuraciones malolientes, era un ser humano más, con sus complejidades y similitudes, con un alma pura dentro de ese aspecto tan desagradable para la mayoría.
   Es interesante esa escena, porque nos muestra como actuamos con los demás, como hacemos de lo diferente una clase que es necesario marginalizar, algo que hasta el día de hoy sucede en cualquier aspecto, ya sea étnico o de género por poner dos ejemplos.
    Ya acercándome al final de esta publicación, tengo que decir que recomiendo ver la película, es una historia que no tiene desperdicio alguno, es emocionante hasta las lágrimas, poseyendo un encanto genuino, y sobre todas las cosas sabe cómo generar empatía con el personaje de Joseph Merrick, mal llamado el «Hombre Elefante».
   


   
  




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