SOLEDAD EN EPOCAS DE REDES
LA VIDA AL BORDE DE LA VIDA
Por…MARK
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La soledad muchas veces puede ser un defecto (o virtud) del carácter o simplemente una decisión, en ambos casos es un tema sensible ya que demuestra cuanto vacío se almacena en el alma, y hoy en día, en una época donde todo se trata de estar conectado, de conocer gente y tener contactos, la soledad se vuelve una cuestión cuasi necesaria cuando de respirar un poco se trata.
Vivimos en una etapa histórica para la civilización humana, las redes sociales, y diferentes aplicaciones nos acercan y conectan con personas que no podríamos conocer de otra manera. Pero de alguna u otra forma eso nos juega un poco en contra, ya que, en una sociedad hiperconectada, donde se pierde el valor de la intimidad y se rompen los límites de lo privado, tendemos a saturamos por tanta información.
Las horas que pasamos conectados a un celular, navegando en momentos eternos, pendientes de los mensajes de WhatsApp o las notificaciones de Instagram o Facebook, terminan por hacerse sentir cuando nos damos cuenta de la presión que eso significa. En el caso de aplicaciones de mensajería como WhatsApp, caemos en la paranoia del «en línea» o en el «visto», siendo este último el causante de muchas discusiones. Analizando pues este panorama—nada alentador por supuesto— habría que preguntarse ¿Hay alguna alternativa a todo este bombardeo de información? ¿Podemos salir de él? La respuesta podría sonar simple, pero es mucho más complicada, ya que en la praxis es donde tendemos a generar una cierta contradicción, al toparnos con un límite que se nos dificulta cruzar.
Hoy en día parece que es casi (y digo casi) imposible hacer o desarrollar cualquier actividad sin las redes sociales. Desde notificar una celebración, hasta vender un par de zapatillas, se convierte en un hecho complicado cuando no se usan medios digitales; promover un negocio familiar puede ser más fácil mediante redes sociales, mientras que sin ellas la publicidad es más lenta. La hiperconectividad lleva a convertirnos en seres meramente digitales, ignorando la calidad de lo real y lo físico. Salirse por fuera de esas «reglas», es un desafío no solo para uno mismo, sino para con la sociedad.
Entre tanta conectividad y tanto tiempo online, se pierde el espacio personal, uno necesita de momentos libres de tecnología, pero resulta imposible poder aguantar una hora sin celular. Cada sonido de notificación es una llamada a la que no nos podemos resistirnos.
Perdimos todo rastro de soledad, y no hablo de una soledad ermitaña, sino mas bien de una soledad que da paso a una reflexión o meditación consciente sobre lo que nos pasa, vivimos tan acelerados que perdemos noción de lo que significa tener un poco de tranquilidad. El mundo de hoy avanza a tal punto que un año ya no nos parece eterno, la vorágine vino a comerse a la quietud, y caímos en un pozo sin fondo. Estamos acostumbrados a sostener largas conversaciones con muchas personas a la vez, estamos en grupos donde no queremos estar, somos constantemente rodeados por información que muchas veces no precisamos, pero nos dejamos llevar por ese vaivén que nos mueve, y nos aleja cada vez más de la costa.
Si me tuviera que definir a mí mismo diría que soy una persona de carácter solitario, me apasiona la soledad, me gustan los momentos de silencio, me gusta no escuchar el celular, pero el mundo actual nos empuja a estar cada vez más conectados, y lo peor de todo es que en algunos casos, sobre esta tan vasta inmensidad virtual, y por más personas o grupos con los que interactuemos, nos seguimos sintiendo solos. Eso tiene que ver a que nada suplanta a las interacciones físicas, lo virtual comunica, pero no se siente cerca, no acaricia, no abraza. La cantidad de personas que aun en el mundo de las redes sociales y con cientos de amigos virtuales, se sienten solas es escalofriante, y es más aterradora la frialdad de esa maquinaria para embelesar al usuario y arrastrarlo a un sitio oscuro en donde potencia su ansiedad o depresión, perpetua su soledad y amortaja su mente.
La soledad no es mala, pero sí cuando se la experimenta de manera depresiva, como bien dijimos al principio hay dos tipos de soledad, la de carácter (natural del ser) o una decisión (tomada bajo diferentes circunstancias), pero de esta última se desprende una variante que es la soledad que se da por el rechazo social, por la exclusión de grupos, que termina afectando negativamente al ser, y las redes vienen a potenciar ese sentimiento de vacío, dando esa sensación de pertenecer a comunidades que en la vida real no entran, pero por el arte de fingir pueden ser aceptadxs en medios digitales. Este grado de soledad genera aún más vacío, promueve la necesidad de encajar y nos deja con una sensación de no-realidad, donde se le habla a otro que se define por una foto de perfil pero que no es él o ella en esencia.
Entender a la soledad requiere experimentarla, hay que dejar en claro que no tiene nada de malo querer pasar tiempo solo, todos necesitamos tomarnos esos cinco o diez minutos (tal ve más), para poder refrescar la mente, pensar, desconectar o que se yo leer un libro. Necesitamos recuperar nuestro control, disfrutar de nuestros tiempos, una red social no es sinónimo de nada, y por consiguiente no es garantía de nada, tampoco es necesario eliminarlas como lo hice en mi caso, pero se puede vivir con ellas en paz, respetando tiempos y con un uso adecuado. Vuelvo a decirlo, este no es un llamamiento a dejar las redes, si lo quieres hacer está perfecto sino esta perfecto igual, hay que comprender que el humano es complejo y tiene sus propios ritmos, la mente es un laberinto que aún no hemos descubierto por completo, pero que podemos tratar de cruzar. Debemos entender que la soldad es solo un proceso o un estilo de vida que no deriva en locura (a no ser que se la viva de formas extremas), ni tampoco significa que somos unos seres antisociales, la soledad refleja todo lo contrario, somos seres reflexivos, que meditan las situaciones, que realizan acciones de manera concienzuda. La liberación de las redes es la propuesta para poder entendernos un poco más, aprovechando el tiempo que tenemos.
Estar solo o buscar momentos para estarlo, es solo una acción que nos brinda un paso más hacia esa recuperación de los espacios que ahora están invadidos por la era digital, esto no se relaciona con la cantidad de amigo que tengas, sino con el tiempo que te dedicas. La soledad es, en la mayoría de los casos, una bendición para aquellos que no encajamos en este nuevo mundo.
Cosas tan nefastas como los amigxs virtuales que nos ofrecen las IA (Inteligencias Artificiales), no son más que un falso modelo de sociabilización que nos puede alejar de la soledad―eso no lo niego―, pero a largo plazo no nos termia trayendo ningún beneficio real. Lo verdadero está en los sentimientos del humano, en su complejidad, en sus intrincados sentimientos, en las indescriptibles sensaciones, en sus sueños, en sus aspiraciones, en su afecto y en su consciencia.
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