LA FAMA COMO META DESEADA EN LA SOCIEDAD DIGITAL
UNAS REFLEXIONES SOBRE LA FAMA Y SU RELACIÓN ACTUAL CON LA HIPERSEXUALIZACIÓN DE LOS CUERPOS
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Vayamos directamente al grano y empecemos afirmando que la relación entre los influencers (al menos una gran mayoría de ellos) y la fama muchas veces está relacionada directa o indirectamente con la venta del propio cuerpo, y no lo digo en el sentido esclavista de la palabra, sino que es una venta literal de su intergridad e intimidad, mediante la sexualización. El florecimiento de redes que facilitan el intercabio directo entre este material para adultos y el público, dominan actualmente el mercado mundial, a tal punto que muchas personas ya no lo ven como un divertimento que les da una cierta retribución económica, sino que ahora hombres y mujeres, erigen emprendimientos o pequeñas empresas en torno a la venta de contenido erótico. Pero eso no tiene nada de malo ¿o sí? Digamos que la objetivización y la propia auto-cosificación del cuerpo propio y ajeno, termina dando como resultado la propia objetivización del sujeto. Ante los ojos de la sociedad pasa a ser una persona famosa que lucra con su cuerpo, es decir ni si quiera destacan las cualiadades que puedan ennoblecer su espítitu, su inteligencia o nivel cultural, ahora lo que importa es que se ha deshumanizado por completo, siendo vista o visto como un mero objeto sexual. Una fuente de placer dopamínico, que luego será desechado. Nos guste o no, esa es una realidad.
Si bien muchas de estas «celebridades» han logrado trascender el mundo hipersexualizado que ellos mismos crearon, siguen en el fondo arrastrando esas cadenas que los hacen ver como un cuerpo disponible que se mueve placenteramente solo por dinero. La persona que representa ese cuerpo no importa, a fin de cuentas es solo un elemento al cual le doy mi atención (y algo de mi dinero), solo para pasar el rato. El interés natural de entablar una relación humana y profunda, basada en el respeto y la resposabilidad afectuiva, queda en un lejísimo segundo plano, pues es solo un cuerpo que posee un solo interés. Más allá deseo no hay nada.
Y no quiero que me malinterpreten, no soy un ser divino que viene a juzgar lo que está mal o lo que está bien, o lo que deben o no deben hacer las personas con sus vidas, no tengo ese poder ni tampoco lo deseo. La libertad individual es una conquista por si misma, cada ser vivo decide como vivirla, pero lo mío no pretende dar una lección moral, ni mucho menos de vida, solo quiero señalar un aspecto de la tan basta exitencia, que me resulta intersante. Quizás, al intentar desandar los caminos que me ponen en ésta situación, termine pecando de «conservador», si eso llegase a pasar, preferiría que no me tomaran en serio, soy solo alguien que escribe artículos en un blog peculiar. De todas formas, me es imposible hablar de la fama y su intrínseca relación con el mundo del sexo y la hipersexualización, sin recaer en una visión moralista sobre el asunto.
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La nueva moda de la sexualización, es un motor de consumo potente que muchos influencers utilizan para la captación de un tráfico más grande de seguidores. Esa relación afectuosa con su público/seguidores, es el canal por el cual llevar todo ese tráfico a los contenidos para adultos. El problema pues no sería ese (o por lo menos no uno tan grande, por más que mi oposición sea absoloutamente en contra de este contenido), lo más importante es la influencia en las mentes jóvenes, creando una distorción sobre la propia sexualidad, que funciona en esos mundos como un medio mercantil, donde el dinero es el mecanismo por el cual se obtiene la sastisfacción (estoy tratando de ser lo más correcto posible).
Es bien sabido que ahora los intercambios modernos de contenido requiren algo de sexualización, es normal hoy ver como el sexo se ha convertido en un valor monetario, que gira en torno a casi todo. Créanme cuando les digo (tampoco tengo porque mentirles), que he visto a personas del género femenino vendiéndose de maneras bochornosas por un skin en League of Legends o en otros juegos. Es más, la utilización del mercado sexual se convierte en una forma de vivir, para la obtención vulgar de lujos y accesos a privilegios, que fomentan los estándares de belleza y la idoloatría al cuerpo.
Pero estos sucesos son indistintos en ambos sexos, ya que es igual de lamentable cuando lo hace un hombre. No es por dar un discurso moral y ponerme en la piel de esos defensores del «alto valor», pero considero que pese a sus idioteces, y las incongruencias tan marcadas, tienen algo de certeza (muy mínima), en lo que respecta la degradación cultural y humana del ser. Darnos valor a nostros mismos, solamente a traves de lo sexual, nos termina perjudicando, somos más que seres sexuales.
¿A dónde quedó el pensamiento? ¿A dónde se fue la cultura? ¿A dónde va todo eso cuando la meta de muchos jovenes es tener una sugar mommy o en su defecto un sugar daddy? Es el debido momento de analizar lo que nos rodea, lo que nos toca de cerca, mirar los discursos, notar la extraña y creciente sexualización por parte de las redes, ver como todo está contaminado. Pero eso también corre por cuenta de los influncers y otros personajillos de la intenet, que manipulan a un sector en base a lo sexual ¿Con qué fin? ¿Para tener más seguidores, más fama? El sometimiento a los designios de una moda, termina cuando se rompen esa cadenas, la hipersexualización es solo una forma de obtener la fama.
De todas maneras, no tenemos que echarle la culpa a los influencers o personas de las redes, es bien sabido que la sexualización y sobre todo la hipersexualización de los cuerpos, se presenta desde antaño, por ejemplo en la televisión o en los comerciales de revistas. En cualquier sector se juega siempre con el doble sentido de la sexualidad, veamos por ejemplos los puestos políticos (pero eso es tema para otro análisis).
Los medios de comunicación juzgan de una manera u otra los aspectos mas íntimos, exhibiendo lo más banal y descarado. Entonces, no es solo una cuestión de la internet, sino un pensamiento metido en los seres humanos, donde todo lo que se haga o diga posee un fin sexual. La fama de alguna manera es el desencadenante de toda esta cuestión, puesto que un buen cuerpo y un rostro agraciado abre muchas puertas.
Todos sabemos que la televisión ha sido siempre más injusta con la mujer que con el hombre. Busca siempre exaltar las virtudes femeninas, y es la que mas sufre ese acoso por parte de la industria. Pero actualmente eso no es novedad, hay infinidad de casos de acoso hacia mujeres por su exposición en los medios, y muchos sucesos recientes a creadoras de contenido en plataformas como Only Fans. No es de extrañarnos ya que sometrse a esas bajezas trae consigo gente que solo desea la atención femenina, personas que por sus condiciones, o por su propia soledad, solo se conforman con donar un par de dólares, para poder tener en videos o imágenes de ese objeto llamado ser humano, que le proporcionará un placer momentáneo. Incuso industrias como la de los videos XXX sucumben ante la plataforma mencionada anteriormente, quizás porque ahora lo sexual se cotiza de otra manera o a lo mejor porque cualquier persona con una comunidad ya establecida en otras plataformas (Youtube, Instagram, X (Twitter)) puede mudar y rentabilizar facilmente su audiencia en estas nuevas redes.
Tenemos que ver a la fama y a la hipersexualización como una relación mercantil, es decir meramente capitalista. Hoy en día ya no se necesita trabajar dieciséis horas en una fábrica para obtener un porcentaje de ese producto fabricado para la venta, ahora el objeto que se exhibe para ser vendido es el propio cuerpo. Una persona puede pasarse dieciséis horas tomándose las mejores fotos de su cuerpo, para en cuestión de horas ser vendidas como un tesoro preciado.
La incidencia de este mercado promueve una relación muy fuerete entre las personas que hacen de su cuerpo una fuente de enriquecimiento, y el público o el consumidor final. Esa relación es la que sostiene su fama, es la que mantiene a esa persona en la cúspide de lo deseado, sin entender que ya ha perdido todo gesto de humanidad, cayendo entonces al más profundo ridículo.
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Quiero que analicemos ahora algo que tiene ya un par de meses de antiguedad (quizás más), pero no deja de ser interesante, y es el caso de la plataforma morada conocida como Twich, y su incursión al contenido erótico, con estas seudos influencers, cuyo talento es mostrar sus pechos de una manera sugestiva, creando una audiencia cuyo valor no posee ningún sentido. Solo están ahí, donando y mirando el stream, por el morbo a la desnudez ajena.
Es increible que si uno mira en el tiempo, y se sitúa en la línea temporal que le dio relevancia a la creación de las redes sociales, podemos er claramente como el sentido de privacidad quedó expuesto ¿A qué viene esto? Mira, la desnudez es la representación máxima de la privacidad, ese ese costado al cual nos da pudor muchas veces hablar. Pero, desde la incidencia de las redes sociales hasta acá, la máxima representación de la privacidad termina siendo vulnerada, y ya ni si quiera queda espacio en donde podamos conservar algún hálito de privacidad (veamos las camáras de seguirdad en las calles o lugares de trabajo).
Las plataformas explotan al sujeto, lo empujan a perder privacidad, pero ¿Eso no es grátis? ¿Qué se recibre a cambio de perder lo más íntimo? Bueno, como ya lo dije en la primera parte, el sentimiento de comunidad es importante, pero lo que apremia en estos tiempos es la atención. Y por la batalla de la atención sabemos que todo es lícito.
Si pudiera sacar una relfexión de este punto, diría que la pérdida de privacidad en el intercabio de interacciones con una comunidad, hace mas objeto al sujeto, y pasa a un plano en donde su talento es la misma consecuencia de su degradación.
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Para finalizar solo quiero dejar picando estas preguntas, que surgen de improvisto al releer lo ya escrito y dicen así: ¿Quién es entonces el responsable o los responsables del desborde de la hipersexualización? ¿A quién debería caerle la pena? ¿Quién tine la culpa? ¿Es responsable el/la influencer o sus seguidores que le dan visibilidad a ese contenido?
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