UN JUSTO FINAL PARA LOS HIJOS DESCARRIADOS
«EL PARAÍSO PERDIDO ¿JAMÁS SERA RECOBRADO?»*
Por...MARK
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«Enjuagará Dios toda lágrima
de los ojos de ellos; y ya no
habrá muerte, ni habrá más
llanto, ni clamor, ni dolor;
porque las primeras cosas
habrán pasado».
(Apocalipsis 21:4)
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*Parafraseando a los dos poemas más importantes del escritor John Milton.
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1 ¿Qué pasará con todo esto? ¿Tendrá un final? ¿Sufriremos mucho o poco? ¿Y si no quiero jugar este estúpido juego? ¿Acaso me van a matar? ¿Me van a torturar? ¿Podrán hacerle lo mismo a millones de personas a lo largo y ancho del mundo? Se preguntaban desesperanzadas las almas que presenciaban el fin de todo lo cognoscible.
2 Entonces dije para mis adentros: «Ante las puertas del apocalipsis surgen todas las dudas». Ahí, ante la presencia de ese juez que carga una mirada altiva, que nos clava sus pupilas deseoso de darnos el castigo eterno, nadie es ateo.
3 Me acerqué con duda y temor, para ver y escuchar ese espectáculo que era la ruina de mi raza. Vi a ese tal Dios, gigantesco, sentando en un trono completamente de oro, debo decir que me sentí un poco decepcionado al ver que era más feo de lo que yo pensaba. Su cara era vieja, decrépita, con una mirada cansada pero con dejos de malicia, y cubierta por miles y miles de arrugas. Su portentosa barba no era más que un montón de vello arremolinado como el nido de un ave común. Vestía una túnica sucia, como si la hubiera cagado por toda una eternidad, parecía que no tuvo tiempo ni de lavarla.
4 A su costado se hallaba una inmensa tropa de ángeles, las huestes celestiales que lo custodiaban ¿Para qué? ¿No se supone que es un ser todopoderoso? Me quedé en silencio detrás de una roca, el lamento de mi gente se hacía audible por todos lados. Todos rezaban, todos aclamaban su nombre. Todos querían la salvación, sin embargo había un minúsculo detalle: TODOS ERAN PECADORES. Desde el cura, hasta el pastor, desde el hijo hasta el padre, todos habían cometido alguna falta. Nadie iba a permanecer salvo por toda la eternidad.
5 El Gran Hombre habló, y los humanos empezaron a desfilar rumbo al Salón del Juicio. Pude escuchar como los ángeles se referían a mi raza como seres abominables. «Míralos, tan imperfectos, tan malcriados, creen que pueden sobrepasar la ley del Dios más grande» había dicho uno, «sólo pueden aspirar al infierno, porque es ahí a donde pertenecen, nuestro Padre fue muy generoso con estos impuros» agregó otro.
6 Y así los vi marchar hasta que entraron al salón, recinto en el cual yo no pude entrar, pero supe después que no fue una experiencia grata para los reos.
Lo que redacté no es más que una libre interpretación del Apocalipsis, aquel episodio que vaticina el final del mundo, y la salvación para los «buenos», mientras que a los inicuos les toca pagar en el infierno. Más allá de toda esta superchería religiosa, debo decir—y con el perdón de los creyentes— que ni siquiera el mismísimo Jesucristo podría diferenciar a los buenos de los malos, porque en esencia todos somos pecadores ¿No somos pues hijos e hijas del pecado original?
Con tanta malicia en el mundo, dudo que hasta los más buenos se mantengan firmes por ese camino. Hay tanta degradación en el mundo, que todos resultamos contaminados. «No se puede estar sano en un mundo enfermo» decía Jiddu Krishnamurti, y es verdad, y hasta el día de hoy esa frase se ha vuelto importante en la vida. Me hace pensar que no es uno solo el que puede ver como son las cosas detrás del velo ficticio que nos quieren poner con la infección tecnológica, para no ver la realidad. Para no ver lo que hay más allá, lo cruel que es la figura de los poderosos o el dominio que ejerce la violencia sobre las sociedades.
Hace más de dos mil años, el hombre y la mujer de épocas remotas, debía utilizar la violencia como un medio para garantizar la supervivencia propia o de un grupo familiar, para comer o para defender un territorio.
Hoy, en este año 2025 no necesitamos salir a cazar o defender un pedazo de tierra porque es nuestro hábitat, para mí y los míos. Con el avance del ser humano y la creación de las sociedades, comenzamos entonces a depender menos de ese instinto salvaje, para pasar a ser más civilizados.
Por un lado, las sociedades generaron leyes y normas para no vivir en la anarquía, pero por el otro nos dimos cuenta de que habíamos caído en un problema: el hombre se había vuelto el enemigo del hombre. Rousseau afirmaba que: «el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo hace malo», en parte es cierto, los ritmos de vida, las crisis económico-políticas, sanitarias, de seguridad y educación, generan una degradación en el hombre como sujeto individual, que empieza a sentirse acorralado en un micromundo en el que debe someterse a la autoexplotación o a resistir el embate de otros hombres y mujeres que se inclinan por el camino de hacer el mal a otros.
Por un lado, las sociedades generaron leyes y normas para no vivir en la anarquía, pero por el otro nos dimos cuenta de que habíamos caído en un problema: el hombre se había vuelto el enemigo del hombre. Rousseau afirmaba que: «el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo hace malo», en parte es cierto, los ritmos de vida, las crisis económico-políticas, sanitarias, de seguridad y educación, generan una degradación en el hombre como sujeto individual, que empieza a sentirse acorralado en un micromundo en el que debe someterse a la autoexplotación o a resistir el embate de otros hombres y mujeres que se inclinan por el camino de hacer el mal a otros.
En esos momentos de crisis aparecen los aprovechadores, los que nos quieren enseñar a vivir, los que nos venden un desarrollo personal que no viene a sumar, sino todo lo contrario, empieza a dividir y a fomentar de manera descarada el individualismo, asumiendo que cualquier trabajo en común para el mejoramiento de la sociedad por medio de la consciencia del ser individual, es fomentar algo parecido al comunismo. Fíjense, como a través de ideas que son sanas en esencia, se entremezclan con visiones sesgadas que hacen de cualquier crítica, ya sea al trabajo o al sistema capitalista, un ideal socialista-comunista que solo quiere que el mundo viva en la pobreza.
Pero el Desarrollo Personal Esotérico no sabe ni conoce de ideas políticas, a pesar de estar escrito por un perro fiel al anarquismo, que sólo ama la idea de libertad absoluta.
Más allá de todo, esta idea, recorrida a través de distintos ejes, trata de resaltar la importancia del autoconocimiento, de la autoexploración, para amigarnos con nosotros mismos, y así, pasemos a darle algo positivo a la sociedad. Todo esto para no ser unos entes que van por ahí, sin importarles lo más mínimo la vida que hay al rededor y más allá.
El Desarrollo Personal Esotérico nos invita a tomar consciencia de lo que estamos haciendo mal como sociedad, donde ponemos la violencia en primer lugar y dejamos al amor abandonado al fondo del placard.
El trabajo inicial es reconocer en qué estamos fallando, después de ahí mejorar lo que se pueda, y sobre todo aprender de los maestros, de los viejos libros, de las enseñanzas de aquellos olvidados por el tiempo, que por un hecho fortuito reaparecen en nuestras vidas.
Mirando ahora todo lo que escribí espero realmente que el apocalipsis no nos agarre en nuestro último aliento, obligándonos a elegir entre el paraíso o el infierno. Espero entonces que podamos ir todos para un mismo lado, buscar la trascendencia, para ser inmortales en todo el universo.
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