domingo, 14 de septiembre de 2025

PROCESO PARA PARIR UNA OBRA

  LA CREACIÓN DE UNA HISTORIA NO SIEMPRE ES SATISFACTORIA


EL INDESCRIPTIBLE PODER DEL ARTE



Por...MARK
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*
«Tal vez, si pudiera hablarte
De si fuera cierto
Que el poder del arte
Bien nos pudiera salvar
De una vida inerte
De una vida triste
De una mala muerte»

(Robe - «El Poder del Arte»)

*

I

   Como un niño que recién comienza a hablar, tomo la pluma y titubeo antes de desandar con la tinta, esta hoja en blanco que ahora me hace temblar. O quizás, el mejor término para este sentimiento, es que me encuentro cara a cara con la Duda ¿Qué voy a escribir? ¿Tengo algo realmente interesante para contar? ¿Quién querrá leerme?

    Trataré esta vez de no sucumbir ante el pánico que me genera este abismo. Me atreveré a crear. Le haré frente a la Duda como un superhéroe que mira de cara al peligro.

     En este camino no estoy solo, la Inspiración, esa presencia en forma de ángel, me acompaña, quemando con su potente luz toda inquietud. También las sensuales Musas caminan a mi lado, lucen como grandes Valkirias guerreras, blandiendo poderosos escudos, espadas y hachas. 

    Ante este honorable ejército, guiado por el Dios más poderoso: El Arte, cualquier abismo se cierra para darnos paso. El Miedo huye, probando una cucharada de su propia medicina. La Duda se escapa por entre los huecos de la mente, mientras ensaya un nuevo ataque.

    Empuño nuevamente la pluma, y ahora las palabras fluyen como un río tranquilo. Van de a poco construyendo escenarios, paisajes, personajes y aventuras.

   ¡Qué fantástico es el mundo de la imaginación! Allí hay un lugar hasta para lo imposible.

    Escribo entonces con la velocidad de la escritura automática. Gozo de cada frase, me deleito con las oraciones bien fundamentadas. Me alegro al ver la obra ya finalizada. 

    Me aparto por un momento, me alejo unos días de ese hijo que yo parí con tinta.

    Pasa una semana, ya con la vista descansada vuelvo a ese boceto, con el recuerdo fresco del placer que me produjo escribirlo.

   Con ojo escrutador lo releo. Frunzo el ceño, algo no cuadra, lo abollo con bronca y va a parar a la pila de los escritos fracasados.

    Tomo una vez más la pluma. La Duda sale de entre sus catacumbas. Se repite otra vez el proceso.


*
II



     La Inspiración mueve los hilos de esto que empieza a tomar forma. Las Musas me rodean, me acarician con sus suaves y excitantes manos. Siento subir el calor que se amontona en mi pecho. El corazón late fuerte, como el de aquel viejo «ojo de buitre». Luego se me sube a la cabeza y se condensa en una cumulonimbus que derrama sobre el blanco papel, una feroz lluvia de ideas.

   Esta vez si me va gustando lo que voy escribiendo. Recuerdo con cada frase que escribo, que debo tratar de ser menos exigente conmigo mismo. Debo ser más permisivo con el error, tengo que dejar de buscar esa perfección de escultura griega. Necesito, ante esta situación, ser más humano, porque lo imperfecto, es en esencia, aquello que me bautiza como miembro de esta raza que pisa como todos, este desgastado suelo.

   Disfruto de todo aquello que despierta la fascinación del artista. Para el que trabaja con la imaginación, la realidad se transforma en un paraíso de sucesos con los cuales podemos jugar.

   En este mundo hay historias en cada rincón. En cada recoveco abandonado por el paso del tiempo, se halla presente tal vez aquella historia que el artistas busca desesperado, como el recién nacido busca el seno de su madre para alimentarse.

   Pero (y esta es una verdad muy poco probable de refutar), al artista le cuesta recorrer las calles en busca de aquella sensacional historia. Somos más ermitaños, preferimos la comodidad del estudio, antes que los bullicios de lo cotidiano. Nos gusta la calma, porque es la única forma de poder conectar con nuestra esencia.

   Solos, en medio de la paz que nos causa esa habitación semi vacía, nos sentimos libres para ser y hacer y porque no deshacer a nuestro antojo.

   Es ahí, al abrigo de una luz artificial, donde contemplamos la maravilla que hemos creado.

   El estudio es para el artista, lo que el agua para el cuerpo, en pocas palabras: es un aspecto esencial para el desarrollo artístico.



*

III



   Hay que tratar a la obra recién parida con mucho amor, tenemos que velar por ella, protegerla de los pensamientos intrusivos que querrán que nos desprendamos de esa creación. Recuerda que es como un niño recién nacido y por eso requiere de toda nuestra atención.

   Hay que tener en cuenta también que este producto es obra del trabajo duro y es nuestra responsabilidad reconocer los logros que vamos alcanzando.

   Nosotros, los artistas, somos trabajadores incansables, pero rechazamos la monotonía del empleo de nueve a cinco y netamente asalariado. Nacimos libres y preferimos morir libres. Pero esto no debe ser tomado como una apología de la pobreza, esto es más bien el ideal natural de la vida: ser dedicada exclusivamente al placer que nos da llevar a cabo lo que la mente dicta.

   El arte no depende de reglas, y las que tiene, más bien las utiliza para romperlas. Tampoco pretende ser una ciencia exacta, donde todo está meticulosamente medido y diseñado para encajar. Existe una realidad irrefutable: la mejor obra es la que nace de la espontaneidad, sin pensarla mucho.

   Pero vuelvo al tema central. Ya tienes el producto listo, ahora es momento de empezar a germinar ese proyecto. Lleva tu arte hacia aquellos lugares en donde será apreciado. Nútrete de los comentarios negativos y positivos, este camino está plagado de espinas, por lo que vas a tener que caminar con cuidado.

   Date un tiempo para enseñar tu trabajo, sé consciente del talento que tienes, no le des entidad al Miedo y no permitas, por nada en el mundo, que tu felicidad termine arruinanda por las garras hambrientas de la Duda.

   Confía en tí y en aquellos que te apoyan. Nunca estarás solo mientras mantengas abierto el corazón.



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