viernes, 31 de marzo de 2023

ELLA Y YO: RELATO INSPIRADO EN EL DÍA DE LA VISIBILIDAD TRANS

 MARK PRESENTA: «ELLA Y YO»


UN RELATO BREVE DIDICADO A LA LUCHA POR LA VISIBILIDAD TRANS EN ESTE 31 DE MARZO



Por...MARK

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Dedicado a mí novia, que 
lucha día a día por sus derechos...💗
 
  La conocí no sé cómo, creo que fue por intermedio de un amigo en común, pero no lo sé muy bien, el alcohol muchas veces me nubla la consciencia, y suele anular algunos recuerdos, lástima que en el proceso se envían a la papelera de reciclaje algunas memorias cuyos detalles son necesarios. En fin, lo importante de aquella velada es que había buena música, alcohol, poca gente, y ella, una mujer increíble que con un tono seductor, y algo de coqueteo, me hablaba de la historia de su vida, con algunas anécdotas muy chistosas. Me dijo que se llamaba Azul, que su color favorito era el rojo, que era de géminis y pensaba cambiarse de trabajo porque el jefe la trataba muy mal. Yo reaccionaba a todas esas historias con una sonrisa y complacido por esa charla que me había salvado la noche, ya que mí amigo era una persona que solía invitar a sus reuniones personas que eran un poco extrañas, en cuento a experiencias de vida digamos.
   Yo por momentos me sentía completamente erotizado por su presencia, y a veces percibía una conexión de haberla conocido de antes, tal vez de alguna otra vida. Pero lo dudaba, como les decía anteriormente, a veces el alcohol lo hacen a uno sentir cosas que por ahí no son reales.
   La cuestión es que terminamos en mí auto, todavía charlabamos, parecía que no se nos agotaban los temas. Finalmente la dejé en su casa y ella deslizó un papel (que debió haber escrito mucho antes de salir), en mí bolsillo del pantalón y me dio un beso en la mejilla, tuve que contenerme para no besarla.
     Llegué a casa y revisé ese pequeño papel, era su número telefónico, decidí esperar hasta que se hiciera de día, no quería molestarla a esta hora, o tal vez no quería quedar como un maldito desesperado.
   Cerca del mediodía de aquel sábado de resaca le envié el primer mensaje, respondiendome unos cinco minutos después. Quedamos de ir a dar una vuelta por las calles de la ciudad, para luego terminar en una plaza tomando mates, mientras observabamos a la gente pasar.
  Era una tarde muy de sábado en aquella plaza, las personas iban y venían, y al ver a un par de parejas de la mano, me hizo dar cuenta de que ¿por qué no podría yo también estar así? Después de todo, había pasado mucho tiempo de mí última relación, de la cual había sufrido bastante, y creía que mí corazón ya estaba listo para empezar, o al menos intentar empezar algo nuevo, siempre y cuando la persona que estaba a mí lado lo deseara también.
   Pase tanto tiempo pensando esto, a la vez que con Azul dialogabamos sobre quien sabe cuántos temas, que de pronto se nos hizo de noche, y entre una cosa y otra, terminé cenando en su casa. Debo decir que cocinaba excelente. 
   El vino tinto, de sabor dulzón, vino a avivar la llama de algo que ya parecía incontrolable. Yo sabía lo que quería, y ella también, se notaba que nos comíamos con cada mirada, cuando en un roce de manos, las bocas se encontraron. Nos besamos largo rato en en sillón, disfrutando el baile de nuestras lenguas, saboreando nuestros labios. Pasamos entonces al siguiente nivel, la cama estaba perfectamente tendida, y el dormitorio impecablemente ordenado, aunque eso era lo de menos, lo que no quería era desprenderme de esa boca carmesí que me pedía más, y logrababa excitarme cómo nunca. Nos tiramos en la cama, sin soltarnos, ella llevó sus manos a mí entrepierna, y pudo sentir lo que allí había, en ese momento paró de besarme, se apartó un poco y me miró, expresando en sus ojos una sensación de extrema sinceridad.
—Antes de que pase, lo que inevitablemente va a pasar, hay algo que tenés que saber— decía mientras que con su suave mano me acariciaba el rostro.
—Está bien— le dije— Me podes contar lo que quieras, eso tenés que saberlo.
—Es que esto no suele caerle bien a muchos hombres, y no quiero afrontar en este momento otro rechazo—me lanzó una mirada que me partió el alma.
—Despreocupate, dale, decime lo que sea, te juro que no me voy a ir—trate de convercerla.
—¿Seguro?—me preguntó como tratando de confirmar si era verdad.
—Seguro—dije en tono firme—Ahora decime que te pasa.
—Bueno, mirá, yo antes de ser esto que soy ahora, era otra persona, no se si lo podes entender, pero hay cosas de esa persona que era antes, que todavía tengo.
—No te entiendo.
—La verdad es que—hizo una pausa dramática— Soy una chica trans.
  Me quedé unos minutos en silencio mientras ella me miraba con una expresión de incertidumbre, seguro se había imaginado que en arrebato de descontento, agarraría mis cosas y me iría para no verla nunca más. Pero todo en su rostro cambió cuando le di mí respuesta.
— ¿Y cuál es el problema de que seas trans?—pregunte de manera inocente.
—No se, a muchos hombres no les gusta y se van, la verdad que no quiero pasar por otra situación así— Me dijo más tranquila.
—Bueno, pero acordarte que yo no soy como todos los hombres.
   Nos reímos un rato, y nos volvimos a besar, reanudando esa pasión que en los momentos de charla no se había apagado, tuvimos sexo y fue una muy grata experiencia, realmente lo sentimos como una pareja de enamorados.
  Nos continuamos viendo después de ese momento, al principio siendo solo unos amigos que disfrutan del «derecho a roce», pero ella quería algo más que solo sexo, y allí me lanzó su propuesta, por supuesto que quería ser su novio, pero yo no me había apresurado a tirar aquella invitación, porque no quería sonar muy apresurado, a demás de no violentar su desición.
  Al cabo de dos meses se trasladó a mí departamento, que era mucho más grande que en donde vivía ella. Pero bueno, como toda historia, y por muy amargo que parezca, todo tiene un final, estuvimos cuatro años juntos, hasta que no soltamos, pero realmente habíamos calado hondo en nuestras almas y era difícil olvidarnos, es obvio que el tiempo fue haciendo su trabajo y ambos fuimos rehaciendo nuestras vidas tratando de sobrellevar todo de la mejor manera. 
  Pero no sé porque, de seguro fue la música de Tom Waits, y el whisky que acompañaba una noche de desvelo, que me hizo querer buscarla otra vez, un mensaje en instagram nos volvió a conectar, ambos ya teníamos la suficiente experiencia en la vida, y porque no volver a darnos otra oportunidad, porque no recordar aunque sea por una vez más esos besos, esa pasión, esos gadeos del sexo bien hecho. 
   Nos volvimos a ver en su casa, por fin había logrado su sueño de una vivienda propia, yo aún era un tipo de departamentos. Por supuesto que volver a vernos después de un largo tiempo no nos resultó para nada raro, la química entre nosotros aún permanecía intacta. Nos habíamos entregado el uno al otro que ella no pudo olvidarme, y yo tampoco había podido olvidarla, y se que esto sonará a muy amor de película estilo Hollywood, pero creanme que la realidad es mucho más interesante que una ficción romanticona, o que un culebrón de canal mexicano. El amor cuando llega, llega, es capaz de desestabilizar por completo nuestro más profundo ser, y hay que señalar que hoy más que nunca todos merecemos amar. Su miedo al rechazo me hizo sentir un profundo dolor, y una gran tristeza, que me dejó en claro una cosa: el amor no sabe de géneros, no sabe de identidades, ni fronteras; creo que los que alguna vez la rechazaron es porque no han sabido comprender que el verdadero premio de estar con una persona no pasa por lo que ésta tenga entre sus piernas, sinó en el regalo más hermoso que es su corazón. Creo, y corríjanme por favor si me equivoco, que no hay momento más hermoso que cuando dos corazones se entregan, ese es el verdadero mensaje de un amor que se sabe valorar. 

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«Cuerpxs trans»
(acuarelas sobre papel)




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