ESCRITORES OLVIDADOS: LUCIO VICENTE LÓPEZ
ARGENTINA, TIERRA DE LITERATOS
Por...MARK
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I
La generación del 80 argentina, fue una antesala a un universo de hombres ilustrados, que se movían dentro de las esferas culturales, intelectuales y políticas de un país en crecimiento, en plena expansión, que tenía una visión enfocada en el progreso, pero así también una ideario de costumbres y aspectos que han definido a la vida argenta. Grandes fueron los autores que narraron e hicieron historias sobre este suelo, muchos de ellos aun perdurarán en el tiempo, otros sin embargo, tuvieron su época de gloria, y ahora ya no son más que recuerdos. Muchos de sus libros habrían pasado al olvido, ya son autores que no interesan en la formación de la nueva generación de alumnos, pero que me veo en la misión de traerlos, más que nada porque son una parte importante de la literatura nacional, y también porque sus obras son un vistazo a esa Argentina que se abría a nuevos horizontes, que buscaba integrarse al mundo, como escribió en sus «Bases...» Alberdi.
Por eso, si ayer hablé de Miguel Cané, hoy quiero hablar de Lucio Vicente López, un autor interesante por su calidad literaria, y su prosa beligerante, es por lo tanto un autor destacado dentro de las obras narrativas autóctonas, aunque en nivel de producción Cané presenta un número más elevado en cantidad de obras escritas, comparado con Vicente López. Pero mí historia con él también empieza en la pandemia del 2020, cuando descubrí su libro más importante (o al menos eso considero yo), titulado «La Gran Aldea», un manuscrito rodeado de un candor político y social muy interesante, estamos hablando de una obra que narra la recuperación de un país después de una brutal dictadura.
Por lo tanto podríamos decir que el orden de sus escritos son: «Don Polidoro» (1881), «Recuerdos de Viajes» (1881) y «La Gran Aldea» (1884).
II
Lucio V. López nació en Montevideo Uruguay en el año 1848, en una familia en donde eran siete hermanos, todos cargaban con el peso de su apellido, ya que el abuelo de todos ellos fue Vicente López y Planes, nada más y nada menos que el autor de esa gran pieza musical que es el Himno Nacional Argentino. De allí pasaron a la Argentina, donde transcurrió su etapa escolar, terminando el secundario en el Colegio Nacional Central, y en el años 1872 se graduaba en la Universidad de Buenos Aires.
Demostró siempre una gran pasión por el ámbito histórico y jurídico, lo que lo llevó a ser un reconocido miembro de la generación del 80. En su vida desempeñó cargos dentro de la función pública, siendo ellos: Interventor Federal de la Provincia de Buenos Aires (1893-1894), Ministro del Interior de la Nación Argentina (Julio de 1893- Agosto de 1893), también dedicó su vida a la abogacía, al periodismo y a la escritura. Es por ende este último punto el que nos trae hoy, pues no estoy para hablar de sus polémicas con el general C. Sarmiento o las denuncias de corrupción que Lucio V. López realizó al gobierno de Chacabuco por un loteo fraudulento de tierras. Eso lo dejo para los historiadores, yo solo estoy acá para recomendar sus libros, que he tenido el placer de poder tener en mis manos, uno presencial y el resto gracias a las ventajas que ofrecen los medios virtuales (o al virtuosismo de los PDF's).
III
Empezando por su primer escrito, «Don Polidoro» del año 1881, muestra aquí un poco de su talento a la hora de llevar la narración de éste breve relato sobre las aventuras de un tal Polidoro, que junto a su esposa Petrona y sus hijos de los cuales resalta Blasito (aparentemente el mayor), van de viaje a París. Creo que la intención de Lucio V. López es totalmente clara, trata de retratar de manera jocosa, o tal vez de manera desfachatada y caricaturesca, al porteño promedio, o porque no, yendo un poco más allá, al típico argentino de época que goza de una buena posición, pero que sin el más mínimo entendimiento del francés, hace alarde de sus «títulos» y «riquezas» que no posee, en un país extranjero donde nadie lo conoce.
Es una forma graciosa de exponer esa visión que arrastramos los argentinos de creernos más de lo que somos, es algo que está adentro nuestro, y considero que por eso «Don Polidoro» resulta tan atractivo como gracioso, y afirmo que las ocho páginas que ocupa el manuscrito son más que suficiente.
La obra es en sí dinámica, no aburre, posee ese toque propio de las obras que se escribían en aquella época, es decir de palabras claras, correcta en toda regla y ligera para leer. Posee a su vez ese toque clásico del romanticismo francés, lo cuál me lleva a pensar que es algo que marcó a muchos escritores de la generación del 80.
Volviendo al texto, recomiendo leerlo más que nada por su valor histórico y su forma de entender el estilo de vida «agrandado» (como decimos acá) del argentino. De hecho el texto finaliza con una nota del propio Lucio V. López dedicándole el escrito a algún Polidoro. Por eso digo que muchas veces la pluma del propio autor se siente con un tono un poco beligerante o que busca de alguna manera capturar las mayores impresiones del país en donde se crio.
IV
Voy a hacer un pequeño salto y me voy a dirigir al año 1884, para hablar por fin de su obra más conocida y reconocida que es «La Gran Aldea». Ambientada en una Argentina convulsionada, que se encontraba saliendo de una las peores dictaduras de su historia, estamos hablando de la época Rosista, en donde el general Juan Manuel de Rosas fustigaba cruelmente al pueblo. «La Gran Aldea», narra como era la vida en aquellos momentos, como se suscitaban grande cambios políticos y económicos para el país, que eran ciertamente necesarios.
A diferencia de «Juvenilia» de Miguel Cané, «La Gran Aldea» no pretende ser un relato autobiográfico—de hecho no lo es. De igual manera por más obra de «ficción» que sea, no deja de aportar finísimos datos históricos sobre la vida y la situación social de la Argentina post Rosas.
Cómo dato interesante, la novela era presentada en formato de folletín, lo cuál favoreció que fuera distribuida e impresa con más facilidad.
Conviene pues darle una leída a ésta gran obra, que si tengo el placer de tener en mi colección de libros, junto a: «Juvenilia», «Don Segundo Sombra», «Martín Fierro» y otros clásicos nacionales. Sin lugar a dudas se merece el mérito y el reconocimiento por todos los datos que aporta, porque de alguna manera podrían ilustrarnos de como era nuestro país en sus inicios.
La calidad narrativa se mantiene impecable, es una novela que no aburre, es entretenida y fácil de leer, muy de la época, con ese toque argentino. Mantiene la coherencia y es prácticamente para leerla en una tarde, con apenas unos veintiún capítulos, de no muy larga extensión, cuenta a demás con una dedicatoria a Miguel Cané, su más grande amigo.
V
Su segundo trabajo también del año 1881 es «Recuerdos de Viaje», texto que fue recibido y cuidadosamente editado por Lucio V. López hijo, por allá en el año 1915. Este al igual que «En Viaje» (M. Cané), es también de carácter autobiográfico, más que nada relatando su viaje a Europa, luego de que por motivos políticos decidiera marcharse (en 1880) por su cuenta hacia el viejo continente, en donde nos relatará con pasión su viaje y sus estadías.
El texto es interesante por la forma en la que está narrado, presenta ese aire típico de la época, ese enamoramiento oportuno por la aventura, pero sabiendo que nunca se olvida a la patria, que es el lugar de donde uno proviene. Como siempre digo, recomiendo leer la obra, ya que ilustra la vida en otras partes del mundo, y son recuerdos muy importantes para la literatura nacional.
Como dato curioso, la ilustre vida del escritor, periodista y funcionario público Lucio V. López, terminó en un altercado con el coronel Carlos Sarmiento (quien luego fuera gobernador de San Juan), que derivó en un duelo, donde Vicente López perdió la vida un 29 de diciembre de 1894. Pero, a pesar de esto, su obra aún permanece latente en las bibliotecas tanto físicas como virtuales, siendo un símbolo de resistencia al paso del tiempo, y como una mirada a la memoria de grandes hombres de ésta nación.
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