domingo, 13 de agosto de 2023

HISTORIAS DE WHATSAPP

 HISTORIAS CORTAS DE TERROR Y SUSPENSE



BASADAS EN MENTIRAS Y VERDADES


Por...MARK
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INTRODUCCIÓN


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    El nombre «Historias de WhatsApp» es el resultado de una búsqueda de historias cortas que puedan ser publicadas en mis estados de whatsapp, con el fin de entretener (o aburrir) a mis contactos, con una serie de diez relatos cortos, más bien microrrelatos, que narran diferente historias, algunas más terroríficas que otras. Pero como podrán ver, decidí traerlas aquí para también compartirlas con ustedes. 
     Esta introducción será breve, porque prefiero que los textos hablen por si mismos.

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LAS HISTORIAS



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    «Que queres que te diga» le había dicho Pancho a su amigo Quique, después de contarle sobre lo sucedido con Paula.
—¿En serio fue tan así?— Quique no podía salir de su asombro.
—Te lo juro, fue algo terrible ¡Me cagué encima!—Replicó Pancho.
—Mira vos che, quien lo diría—hizo una pausa— Igual, esa mina andaba en algo raro—continuó Quique.

—Si, que se yo, era media rara ella. Nunca voy a saber el porqué de su fascinación con el ocultismo—decía Pancho un poco apenado.
—Si, yo tampoco lo voy a saber. No me gustan mucho esas cosas— dijo Quique al tiempo que se persignaba.
—¿Qué te pasa? ¿Tenes miedo?—Le interrogó Pancho entre risas.

—Dejate de joder boludo ¿Me lo estás preguntando en serio?—Dijo fuera de bromas Quique.
—Si, te lo digo en serio—Decía Pancho mientras se estiraba para agarrar un libro que había sobre la mesa.
—¿Qué tenes ahí? —Quiso saber Quique.
—Son las anotaciones de la piba—y prosiguió Pancho a abrir el libro—La mina estaba metida hasta el fondo en esto. 
—Cerrá eso queres—Dijo Quique cerrando el libro con sus manos.

—No seas cagón che. Lo que sea que le haya pasado ya está, ya pasó. No nos va a pasar nada a nosotros—dijo Pancho tratando de calmar las cosas.
—Me dijiste que fue sacrificada—trataba de recordar Quique.
—No se, me dijo que un cierto grupo de personas, de una orden del no se cuánto, estaban detrás de ella—dijo Pancho pensando un poco.

—Ahí fue cuando me dijiste que te llamó—afirmó Quique.
—Si, me dijo que alguien la estaba siguiendo, y que después golpeaban la puerta de su departamento con violencia—hizo una pausa—después de ahí no supe más nada.
—Bueno, como sea, no hay novedades de ella, deberíamos dejar que se encargue la policía...—proponía Quique.
—Si, o tal vez no, que se yo, era su único amigo...

—Pancho, no podes hacer nada, no sabes que fue de ella, andaba en cosas turbias, del diablo y todo eso. Te digo que son gente pesada y estás jugando con fuerzas muy peligrosas—aseveró Quique tratando de convencer a su amigo.
—Bueno, pero no puedo evitar preocuparme—dijo Pancho encogiéndose de hombros.
—Estas son cosas de Mandinga Pancho, vaya a saber en que infierno estará vagando.



💀

—¿Hace cuánto tiempo que está así?—preguntó el médico luego de ver el termómetro.
—Desde ayer a la tarde doctor, ya no sé que más hacer para bajarle la fiebre—dijo la mujer un poco preocupada.
—Quédese tranquila señora, ahora le voy a dar este calmante—dijo el doctor sacando una jeringa—Ya con esto andará bien— decía pinchando el brazo del muchacho.

—Bueno, ya ha acabado mí trabajo aquí, si todo empeora llámame. De todas formas mañana a la tarde me daré una vuelta por las dudas— lanzó una mirada a la señora para darle ánimos.
—Gracias doctor, fue muy amable por haber venido a ayudarme, no se cómo agradecerle— la mujer le tomó la mano y lo acompañó a la salida.
—No hay nada que agradecer, éste es mí trabajo—dijo y se marchó.

Al día siguiente:
—¡Doctor, que suerte que está aquí!—dijo la señora entre alegre y desesperada.
—Vine lo más rápido que pude ¿Dónde está el muchacho?—preguntó alarmado.
—Lo pasamos a una habitación más grande, creí que estaría más cómodo. Venga yo lo llevo—dijo mientras subían las escaleras.
—Dígame ¿Qué le ha pasado?— quiso saber el médico.
—Prefiero que lo vea por su cuenta—respondió la mujer.
 
    Cuando el doctor entró a la habitación, no podía creer lo que estaba viendo. La figura del muchacho se mantenía de pie, en una posición encorvada sobre la cama, su piel estaba completamente pálida, tenía la mirada perdida, sobre su boca pendía un pequeño hilo de baba verde y espesa, sobre su cuello destacaban dos pequeñas heridas, como de mordedura. Fue entonces cuando el médico supo que eso no era una simple fiebre.


💀

    La carnicería de don Mitre era de respetada reputación en el barrio, pero había en ella algo raro... El señor Aguilar Moreno Mitre era un tipo rudo, con cara de malo, un gran bigote, ojos negros, naríz chata, casi calvo, de gruesos labios, con unos brazos tan poderosos que podían partir la carne con sus propias manos.

    Su aspecto y carácter nervioso le habían hecho fama de tener una larga lista de enemigos. Curiosamente, cada vez que alguien buscaba hacerle problema por algo, las cosas se solucionaban de maneras no muy amigables.

    Era extraño, cada semana, después de enterarse el barrio de sus quilombos, don Mitre sacaba todas las mañanas un cartelito con carne de primera calidad en oferta. Curioso era también que de sus adversarios no se supiera nada, era como que desaparecían.
 
    Después de un tiempo nos enteramos que en nuestras parrillas, salsas o milanesas, habían ido a parar los restos del viejo Miguel, los de doña Rosa, los de los hermanos Verandí, y así una larga fila. Pero, ya ha pasado el tiempo y la carnicería de don Mitre sigue abierta, es la única en el barrio que tiene buenas ofertas.


💀

—¿Al final qué onda con tu vecino?—preguntó Clara después de darle un sorbo al mate.
—La verdad que no sé—le respondió Matilde— No lo vi más desde aquel día.
—Si, me acuerdo, me dijiste que lo llevaron preso—rememoraba Clara.
—Así es, parece que tenía a una chica secuestrada—Matilde hizo una pausa para recibir el mate—La verdad, no me imaginaba eso de él.

—El tipo estaba re loco—continuó relatando Matilde—Tenia a una piba encerrada en el placar, encadenada y amordazada.
—Eso es tremendo, todavía no lo puedo procesar ¿Pero ustedes no escuchaban nada? ¿No sospechaban?—inquirió Clara, el tema la ponía muy nerviosa.
—Yo te digo la verdad, nunca escuché nada, a demás quien iba a sospechar, era una persona tan amable—le respondió Matilde mientras cebaba un mate.
—A veces, las buenas personas no son tan amables como aparentan—sentenció Clara.

—En eso tenes razón, pero te digo la verdad, jamás escuché nada, y eso que el vivía arriba mío—argumentó Matilde.
—Eso es lo más sospechoso, por suerte todo salió bien y a la chica no le pasó nada—trató de tranquilizar Clara.
—Eso es verdad, de todas formas eso me dejó pensando viste—Matilde sirvió agua en el mate—Toma el mate.

—¿En qué pensas amiga?—quiso saber Clara.
—Vos sabes que el me invitó varias veces a su departamento, pero siempre por cosas del destino, terminaba pasando algo que me impedía ir—Matilde se tocó el rosario que colgaba de su cuello— No creo en las casualidades, eso fue un milagro.



💀

    La mirada del perro no era como la de siempre, tenía los ojos rojos, el pelo erizado y mostraba los dientes enfurecido. Cuando Lucas fue a tocarlo, éste casi le come la mano. El pobre «Chicho» estaba irreconocible, ese viejo caniche ahora parecía un monstruo sacado de la película «Critters».

—¡Mamá, fijate que le pasa al Chicho!—gritó Lucas desde el living.
—Seguro debe estar de mal humor porque no le di de comer—le respondió la madre desde el comedor—¡Ponele un poco de morfi, vas a ver cómo se compone!
—Bueno, si vos decís...—dijo Lucas yendo a buscar el balanceado.

   Cuando el muchacho volvió de la cocina, con el tarro de alimento lleno, se llevó la sorpresa de su vida. El Chicho había cambiando, ahora era una criatura asquerosa, con grandes colmillos, los ojos saltones y rojos por las pequeña venas oculares, la mandíbula estaba abierta y tocaba el piso, a la vez que babeaba, con la lengua morada que parecía hinchada.

—¡Mamá, tenés el número del veterinario!—le volvió a gritar Lucas desde el living.
—¿Qué pasó ahora?—dijo la madre un poco molesta.
—Creo que al Chicho le pasa algo...



💀

     El ruido se oyó por toda la casa, Ignacio se puso atento, mientras su novia no entendía que estaba pasando.
—¿Está todo bien mí amor?—le preguntó la chica.
—Sí... Sí, está todo bien—dijo Ignacio volviendo a la conversación.
Pero a los dos minutos de charla, otra vez ese golpe, daba la sensación que unas poderosas manos azotaban una puerta.

—¿Qué es ese ruido? —preguntó intrigada su novia— Ya es la cuarta vez que se escucha.
—No es nada—rio de manera nerviosa Ignacio—Debe ser el viento que golpea las ventanas de arriba.
Pero no alcanzaban a retomar la conversación, que otra vez esos golpes se volvían a escuchar.

—Dame un segundo—dijo Ignacio—Voy a cerrar la ventana.
—Dale, te espero—le respondió su novia.
El muchacho empezó a subir las escaleras, mientras que trataba de disimular su nerviosismo, hasta que finalmente se encontró arriba. Los golpes se hacían cada vez más fuertes, a medida que llegaba a la habitación en donde se producían.

—¡Mamá, deja de hacer ruido!—dijo desde afuera de la habitación.
Pero solo recibió un gemido tosco y algunos sonidos similares a gruñidos, para finalmente quedar todo en silencio otra vez.
—Listo, ya cerré la ventana—decía Ignacio mientras bajaba las escaleras.

    Luego de un momento de charla, su novia hizo la pregunta que durante mucho tiempo había temido recibir:
—¿Es tu mamá la de esa foto?
—Si, es ella— Ignacio trago saliva.
—¿Y dónde está? ¿Me gustaría conocerla?—preguntó inocentemente la muchacha.
—Creo que eso no va a suceder—hizo una pausa, otra vez los ruidos que venían de arriba—Ella falleció hace cuatro años.



💀

    Aquella vieja cama había sido enviada a él como parte de una herencia de su bisabuela paterna, la pobre vieja había fallecido a los noventa y cinco años de edad en un estado de completo malestar, y sin que ninguno de sus nietos la pudieran despedir.

    Pero pese a toda la tragedia, a Eduardo le había llegado esa cama sin que el la hubiera pedido, ya que en palabras de su padre «la que tenía ya estaba demasiado destruida». Así que sin problemas se deshizo de su antiguo lecho y ocupó el nuevo en su lugar.

    La cama era cómoda, eso no lo podía negar, cuando se acostaba, tenía la sensación de verse envuelto en un placer tan grande que no tenía ganas de levantarse a la mañana para ir a trabajar.

    Y así fueron pasando los días, y poco a poco Eduardo se fue viendo obligado por alguna fuerza extraña, a no querer levantarse de aquella antigua pero reconfortante cama. Era como si un extraño magnetismo lo retuviera allí, impidiéndole salirse.
   
    Hasta que un día no opuso más resistencia y se entregó al abrazo de aquella cama. Pasado un tiempo comenzó a encontrarse débil, flaco y enfermo. Luchaba por salir de esa cama pero ya sin fuerzas, toda su vida estaba siendo drenada por aquella herencia.

     Después de un tiempo y alarmados todos por no recibir ni noticias de Eduardo, con un despliegue policial tiraron la puerta de su departamento, y lo descubrieron ya muerto, flaco y pálido, aferrado a las sábanas con una expresión de placer.


💀

—Hola ¿Cómo estás?—le preguntó la mujer al muchacho.
—Bien... Bueno, eso creo—respondió el chico encogiéndose de hombros.
—¿Es la primera vez que venís a terapia?—quiso saber la terapeuta.
—Si, es la primera vez, mí familia siempre pensó que era solo para tratar a los locos—el joven río de manera nerviosa—Pero yo no estoy loco ¿O no?
—La verdad yo no estoy acá para juzgar quien está loco y quién no, en eso quedate tranquilo—aseguró la psicóloga.

—Contame ¿Qué te trae hasta acá?—dijo mientras abría una libreta.
—Bueno, no se como empezar...
—Por el principio—bromeó la psicóloga.
—Está bien, por el principio...—dijo el muchacho pensando un poco—¿Le puedo hacer una pregunta?
—La que quieras—dijo la psicóloga.
—¿Me creería si le digo que hace menos de una hora acabo de matar a alguien?

     La psicóloga se quedó un momento en silencio.
—Me parece que esa no es la forma correcta de empezar una sesión—dijo y sonrió la mujer.
El muchacho se puso de pie delante de ella y de su bolsillo sacó un cuchillo ensangrentado que cayó al piso.
—¿Ahora sí me cree?...



💀

    Se había despertado en medio de la noche completamente bañada en sudor, aquel sueño había sido devastador, tan terrible que tuvo que prender la luz para fijarse que todo estuviese en orden.

    La habitación estaba igual que cuando se fue a acostar, todo lo que había sucedido en su cabeza, era solo producto de aquel sueño macabro. Casualmente las pesadillas eran algo de todos los días en ella, pero aquella había sido terrible.

    Como pudo se levantó para ir al baño. Después de tirar la cadena y lavarse las manos, se asomó desde la puerta del tocador para confirmar que no hubiera nada, y apagando la luz salió corriendo hacia su cuarto.

    Al llegar a la habitación algo la frenó en seco. Cuando quiso darse cuenta unos brazos largos y negros, junto a una cara blanca carente de ojos, nariz y boca, salían debajo de su cama. Quiso gritar pero ya era tarde, aquellas largas extremidades la rodeaban como tentáculos de pulpo.

    Y como si no fuera nada, la arrastraron hasta la oscuridad de la cama, llevándosela al fondo del más negro abismo.


💀

—¿En qué me he convertido mi estimado? No soy más que un inútil al darme cuenta de lo que desperdicié en esos años de miseria, dedicado a la idea constante de la búsqueda de un ideal, de la eternidad para ser precisos.

—Ahora me hallo en este podrido cajón de madera, sumergido bajo la tierra, después de haber recibido un inmundo funeral. ¿Fui enterrado vivo? preguntarás, la respuesta es más compleja, más rebuscada, pero si, todo el mundo me dio por muerto.

—Nadie se fijó en mí a la hora de meterme aquí, nadie se dio cuenta cuando me estaban velando que mí corazón aún latía. Pero eso ya no importa, desde ese día hasta hoy, estoy buscando la forma de poder salir.

—Necesito volver a salir, es necesario que le demuestre a todos que lo logré, que llegué a la vida eterna, a la inmortalidad absoluta, que soy obra de uno de los más grandes experimentos jamás hecho.

—Solo necesito tiempo para encontrar la forma, se que tu no eres más que una simple rata, pero en el fondo me entiendes, y tienes las mismas ganas que yo de ser libre. 

—Eso es, la libertad absoluta para la vida absoluta. 








viernes, 11 de agosto de 2023

LA CAÍDA: AUGE Y DECADENCIA DE LA CIVILIZACIÓN (PARTE III: CAPITULOS VII, VIII)

PARTE III: ESCAPANDO DEL FINAL


CAPÍTULO VII

LAS PRIMERAS SEÑALES 


   El ruido que se escuchó en el cielo fue realmente espantoso, aquel obeso jefe de los guerreros se atragantó con la sangre que estaba bebiendo, y de la nada una llamarada de fuego intenso comenzó a descender del cielo acercándose hacia nosotros. Los Berserkers huyeron despavoridos, mientas que mi amiga y yo nos apartábamos de allí lo más rápido que podíamos. Aquella hilera de llamas naranjas parecía mantener la misma dirección, y a una velocidad tan sorprendente que el jefe del clan Berserkers, lleno por la sangre de las personas muertas, no pudo moverse mucho y pereció ante aquellas incandescentes flamas. Su muerte fue tan repentina que no tuvo tiempo ni si quiera de gritar, pero lamentablemente también murieron el resto de los cautivos que tenían, unas cuatro personas en total.

   La fila de naranjas y calientes llamas, siguió avanzando hasta perderse en la lejanía, y si nuestras sospechas no eran falsas aquel látigo de fuego daría la vuelta al mundo. Mientas, con mí amiga, nos habíamos reestablecido, cortando nuestras ataduras, que no eran más que rudimentarias sogas de plástico. Ya liberadas, decidimos avanzar rumbo a la ciudad nuevamente.

   Caminábamos lentas pero no seguras, nos dimos cuenta que estábamos perdidas, aquellos salvajes nos habían llevado a un lugar lo suficientemente alejado de la escasa civilización, que no sabíamos hacia donde caminar, el calor era insoportable y la sed nos empezaba a golpear. De todas formas seguimos avanzando, sacando fuerzas de donde no había, hasta descubrir un pequeño oasis a unos treinta metros de distancia, y confirmando casi seguras de que esa visión no era un mero espejismo, avanzamos directo él. Su agua clara, sus altas palmeras, y la pequeña vegetación, nos sirvieron perfecto para saciar la sed. Y como si nada pasara, nos encontrábamos desnudas nadando en aquella piscina natural.

  Nos reíamos, nos divertíamos, como si todo lo vivido no hubiera existido. De la nada, nuestros cuerpos se rozaron, de la misma manera y siguiendo la inercia de nuestros movimientos, las manos comienzan a acariciar la piel, y los labios se anudaron apasionados en un beso, un beso en donde las lenguas eran las principales protagonistas, despertando en nosotras un deseo carnal que se notaba en la forma en la que nuestros cuellos eran saboreados. Me tomó por sorpresa cuando ella bajó a mis pezones ¿Cómo sabía que eso me gustaba? Nunca lo sabré, como ella tampoco sabía que siempre me había gustado, que siempre me había sentido sexualmente erotizada por su presencia, pero que había preferido a mi marido por lo bien que me hacía sentir en la cama. Todos esos pensamientos se condensaban en ese instante de calor, de pasión descontrolada. Sentía sus manos en mis glúteos, en mí vagina, en todas partes.

   Seguíamos besándonos tan apasionadamente que no quería que se detuviera ni un solo instante, de no ser porque su lengua se quedó quieta bruscamente, y sus labios se desprendieron de los míos, mientras sus ojos se abrían de par en par atónitos. Quería gritar y no podía, el miedo la paralizaba, y no tuve más opción que darme la vuelta y tratar de averiguar con mis propios ojos el porque de su estado de estupefacción, y lo que me encontré fue algo absolutamente fuera de lo normal. Un inmenso gigante de arena, más conocido como un Terramorfo estaba de rodillas contemplando nuestro acto apasionado, ahora interrumpido. Aquella majestuosa monstruosidad no nos apartaba la mirada, sentíamos que estábamos siendo completamente abusadas por los vacíos ojos de aquella criatura, y el miedo que sentimos era algo desesperante

    Esa fue la primera vez que tuve la posibilidad de ver a un gigante de arena, durante años los consideré un mito, un cuento inventado por los adultos para poder hacer dormir temprano a sus hijos, o historias inventadas por cazadores de tesoros con demasiada Magic Cola en la cabeza, creo que nunca debí subestimar la veracidad de aquellas leyendas, que ahora se materializaban justo frente a nuestros ojos.

    Le lancé una mirada a mí amiga para que se quedara tranquila, de igual manera no sabría decirte cual de las dos estaba más asustada, pero también sabíamos que no nos podíamos quedar en aquel oasis, tampoco podíamos volver a buscar nuestras ropas porque se encontraban justo al lado de aquella gigantesca mole de arena, que parecía estar obsesionado con nosotras por el en modo en qué nos miraba, y porque no nos apartaba la vista ni por un minuto. De vez en cuando amagaba con irse pero creo que era para cambiar de posición. Mientras tanto mi amiga y yo analizábamos todas las opciones: salir corriendo era una de esas alternativas, el plan «B» que habíamos pensado, pero aquel Terramorfo, con su largas piernas no tardaría en alcanzarnos. Así que optamos por una opción más adecuada, lentamente nos fuimos deslizando por el agua, tratando de no cometer un error o dar un paso en falso, la ropa era lo que menos nos importaba; así que despacio y casi sin respirar, nos fuimos hacia la otra orilla. La figura de aquel ser arenoso se había dormido, ya que a todo esto comenzaba a anochecer. Finalmente nuestros pies tocaron tierra, y nos escondimos detrás de una roca lo suficientemente grande como para cubrir nuestros cuerpos, los corazones nos latían a más no poder, y así de la nada nos quedamos profundamente dormidas

   Con los primeros rayos de la mañana fui la primera en reaccionar, no solamente porque el sol iluminaba de lleno mí cara, sino también por el estrepitoso temblor que la tierra hizo, despertando también a mí amiga, que inmediatamente comenzó a llorar pensando que se trataba del gigante, pero pude comprobar que era algo superior a eso. Saqué mi cabeza por fuera de la roca que era nuestro refugio más seguro, y pude observar aquel gigante siendo tragado literalmente por la tierra, sus fuertes movimientos de manos, y sus insistentes pataleos no hacían más que hundirlo, hasta que cayó a las profundidades desconocidas que habían allá abajo. Sin pensarlo demasiado mi primera reacción fue sacar a mi amiga de allí, no teníamos tiempo, aquel agujero comenzaba a crecer tragándoselo todo, quizás correr no nos salvaría de caer al abismo, pero por lo menos trataríamos de ponérselas difícil a la muerte. Y es que era básicamente eso, nuestros cuerpos desnudos, y cubierto de arena, por la transpiración del verano que ya se encontraba finalizando, corriendo sobre la tierra que pretendía comernos, como lo había hecho con el Terramorfo, o el oasis. En otro momento diría que esta hubiera sido una situación eróticamente cómica, dos mujeres maduras, casi ancianas que corrían desnudas por la playa de algún paradisíaco país, si no fuera porque el planeta tenía hambre de nosotras.

    Cansadas, abatidas por el desgaste de correr bajo el calor, finalmente todo se detuvo, aquel agujero de unos trecientos metros de largo paró de repente, dándonos la posibilidad de tomar un pequeño respiro, y como la curiosidad era más fuerte, nos paramos al borde para contemplar lo que había en esas profundidades. No asomamos lentamente, tratando de tener cuidado para no resbalar y caer a quien sabe cuántos metros de profundidad, y solamente lo que pudimos ver fue una densa oscuridad, lo que daba la sensación de que a simple vista no había un fondo, se asemejaba de golpe con aquellos sueños en donde nuestros cuerpos caen sin encontrar nunca final, o al menos eso imaginé al ver aquello. Escalofríos, miedo, angustia, fueron las sensaciones que tuvimos cuando al continuar caminando descubrimos más agujeros, de tamaños más chicos o de unos cuatro o cinco metros, a veces con una distancia de doscientos metros de separación. Las advertencias se estaban completando, a este año le quedaban tan sólo unos tres meses, el verano estaba finalizando, pero el calor comenzaba a ser intenso. A demás de los agujeros misteriosos en la tierra, se encontraba el rastro imborrable y aún caliente de aquel azote de fuego que se mantenía en línea recta, de seguro daba la vuelta alrededor del planeta, dividiéndolo en dos, como un meridiano. La idea de que el globo que nosotros llamábamos planeta Tierra se podría partir en dos como una naranja me hacía estremecer, pero no me asombraba, ni me parecía algo alocado, ya había visto demasiadas cosas en esta vida, de seguro a ustedes les hubiera pasado lo mismo, es esa sensación en la que te das cuenta que en ciertas alturas de tu vida ya nada te puede conmover, impresionar, etc. Así me sentía, y creo que mí amiga estaba en la misma situación.

   Avanzamos lentamente, nuestras bocas estaban resecas, y partidas, la piel marchita, deshidratada, hasta que un pequeño asentamiento comenzó a aparecer por allá en el horizonte, otra vez la duda de que podría ser aquello un espejismo, pero estábamos lo suficientemente cansadas como para tomar un respiro y analizar bien la situación. Tampoco podíamos precisar bien la distancia, pero las carpas, y banderas blancas, verdes, y azules, estaban tan cerca que podía oír la tela agitarse en el viento.

   Caímos justo en un asentamiento de «Mujeres Libres Nómades», que por la falta de agua y el crecimiento desmedido de aquellos agujeros inexplicables tenían si o si la misión de ir moviéndose para evitar caer al vacío. Nos dijeron que tuvieron tiempo de sacar un poco de agua antes de que todo quedara completamente seco, debieron actuar rápido, mejor dicho una vez que el Ente terminó de dictar las siete señales; a partir de ahí comenzaron a moverse pasando por diferentes partes, llevaban tres días de caminata, su último asentamiento era este y pensaban moverse dentro de un par de horas, el desierto no era seguro, y aquellos pozos se producían con un intervalo de una hora o dos.

    El agua que nos dieron sabía exquisita, nuca había imaginado beber un agua tan fresca, clara, sin ese sabor a hierro herrumbrado que le quedó después de la contaminación nuclear. A nosotras nos metieron dentro de unas carpas para que nuestra piel no siguiera exponiéndose a los rayos dañinos de aquel sol calcinante. Nos curaron las quemaduras con unos ungüentos hechos con un poco de leche de coco, áloe vera, y una pasta extraña a base de algunos minerales que le daban un toque frío, que venía espectacular para calmar el ardor de la piel. Las cremas para la piel, rostro, manos o piernas habían desaparecido hacía entrado los años 2.030, porque sus componentes fueron prohibidos a causa de diversas reacciones alérgicas, esto se debía en parte a el sueño que tenían algunas industrias de convertir a las personas de este planeta en seres por siempre jóvenes, lo que los condujo a utilizar productos que sí, daban un resultado positivo, pero eran altamente nocivos para nuestras pieles si se hacía de ellas un uso prolongado, así que fueron quitadas de los centros de ventas y reemplazadas por cosas más naturales, pero que se enfocaban solamente en el cuidado de piel, y no tanto en hacerte lucir veinte o treinta años menos.

    La agrupación nos cuidó bien, unas dos horas después nos estábamos desplazando hacia otro sitio, en otra parte. Caminamos unos ochenta kilómetros, y encontramos otro lugar más o menos cómodo, por suerte ya teníamos ropas nuevas, y un calzado adecuado, aunque el calor era tan intenso que daba la sensación de que las suelas se derretían al contacto con la arena. Una tarde nos contaron que estos grandes agujeros también se producían en el océano, y que en menos de treinta minutos los mares se había drenado casi por completo, quedando algún que otro banco con agua, aunque sabíamos que no era lo suficientemente buena para nuestro consumo.

    A la noche descansamos tranquilamente, una mujer se quedaba de vigía por si la tierra cedía, y aquel agujero nos tragaba. Por suerte dormimos, al amanecer nos encontramos con algunos agujeros a una distancia bastante lejos de nosotras. Pero todo era muy lindo hasta que con mí amiga decidimos continuar nuestro viaje, debíamos volver a la ciudad, sabíamos que allí había más oportunidades de sobrevivir, pero no sé por cuánto tiempo. Finalmente con las cantimploras llenas, y algo de verduras secas para el camino, emprendimos nuestro viaje. El sol parecía estar altamente enfurecido, lanzándonos sus llamas. Pasamos por unos campos, lo que antes habían sido cultivos fértiles, ahora estaban muertos, chamuscados bajo el sol. Todo se había secado, escarbar para buscar un poco de agua era imposible, el calor era tal que la tierra hervía de una forma sorprendente, lo que imposibilitaba que las raíces de cualquier árbol o planta se desarrollaran con normalidad.

   Buscar agua era imposible, y saber racionarla era la diferencia entre la vida y morir de sed, pero eso no nos detuvo y antes de que el sol se extinguiera en el horizonte, pisamos el concreto de la ciudad. Todo estaba abandonado, destruido, pasamos por la calle en donde había dejado la nave militar, y de allí hicimos el recorrido hasta la casa de mi amiga, todo estaba como la última vez que la dejamos, lleno de tierra, y todo tirado. Nos sentamos en unos sillones en el patio, ella me miró y yo la miré, creo que no pudimos olvidar lo sucedido en el oasis, ella se levanto de su silla, y se sentó a mí lado, nos comimos con los ojos, nos besamos, lloramos y nos abrazamos.

    Nuca había tenido sexo una mujer, pero aquella noche no se si fue el calor intenso, pero sentía algo que me quemaba la piel, y el placer era tan fuerte que no sabía si lo podía soportar. Después de eso nos quedamos dormidas, yo creo que fui la única que se durmió. Me desperté temprano, ella no estaba en la alcoba, caminé descalza hacía la cocina, tampoco se encontraba allí, me asome por la ventana y la vi sentada en el patio, estaba posicionada dándome la espalda, y su brazo caía hacía un lado...pensé que estaría dormida, me acerque lentamente ella, no me escuchaba, le tapé los ojos por detrás, le pregunte que quien era, y no me respondió, volteé la silla para intentar  despertarla…. La sangre chorreando de su cuello, el tajo abierto, la mano que sostenía un cristal roto, grité, lloré, y no me escuchó.

   No sé porque ella se quitaría la vida, durante aquella noche de pasión me había echo el amor mejor que mí esposo, quizás sentía culpa por lo que hizo, por haber hecho algo así, por haber traicionado de alguna forma a la memoria de mi marido, pero lo más seguro es que ya no haya podido soportar todo esto. Su mente ya no daba más, su conciencia estaba completamente alterada y prefirió adelantarse, pero mí tristeza también era grande porque su alma no iría hacía el universo, el Ente había sido claro con las personas que cometían suicidio, su alma sería de Efraín, aquel ser repugnante, creador del mal en la Tierra, el maestro de todos aquellos que quieren aprender el lenguaje de la violencia. Era un Dios supremo, un Dios que regía debajo de la tierra, que vivía de la sangre de los demás, de seguro aquellos Berserkers, y sobe todo aquel obeso inmundo que estuvo a punto de beber nuestra sangre, estaba realizando un ritual en honor al señor de los impuros y salvajes.

    Tuve que enterrar de inmediato su cuerpo, con el fuete calor comenzaba a descomponerse muy rápido, y a largar un olor asqueroso. Mientas levantaba su cadáver, note algo aferrado a sus manos, era un papel amarillento, y con algunas gotitas de sangre, pero eso no me impidió leer aquella carta, aquellas palabras que ocultaban un pasado secreto entre mí amiga y mí marido. Habían sido amantes desde el día uno en el que nos hicimos amigas, y no me había dado cuenta. Las veces que mí muerto marido me había engañado, lo había perdonado como una imbécil, y lloré cuando murió, y ahora me enteraba de esto.

   No tenia tiempo de lamentar cosas del pasado, por ser una buena persona, y por el respeto que los muertos deben tener, le di una cristiana sepultura, pero no me pude contener la idea de orinar sobre su tumba. Había sido una gran amiga, una gran compañera, pero lo que había hecho durante muchos años no tenía precio, a la carta la rompí en varios pedazos pequeños que el sol se encargó de quemar. Entré a la casa, tomé un trago de agua amarga y me quedé allí en silencio, no había electricidad, el calor era de unos sesenta grados, no sabía que hacer, ahora estaba sola, perdida en el mundo, separada de las personas que más amaba. Mí mente iba y venia, con recuerdos pasados, de tiempos felices, de momentos de risa, donde la vida era el milagro más importante, y dónde el milagro era también poder vivir. Salí afuera, el sol quemaba, Tomé aquel pedazo de vidrio  con la sangre de mí amiga reseca, lo coloqué sobre mí vena, un corte limpio sería suficiente, la sangre saldría y mí vida acabaría ya. Tomé aire antes de ejecutar la acción.

   ¿Qué me estaba pasando? ¿Me estaba convirtiendo en una cobarde? No es esta una decisión difícil, se trata simplemente tomar el toro por las astas comí dicen, pero no pude, sino no estaría aquí, y no estarías ahora mismo escuchando esto. Tiré lejos el vidrio, no quería verlo, entré rápido a la casa y me dirigí al cuarto que mí marido y yo habíamos ocupado durante el tiempo que vinimos a vivir a lo de mi amiga. Todo estaba desordenado, lleno de polvo. Me acerqué a la pequeña mesita de luz, presioné el botón del costado y el cajón se abrió, allí había un libro, un viejo recopilatorio de historias de aventuras, a él le encantaban este tipo de cuentos. Por curiosidad abrí aquel volumen, y en un par de páginas encontré algo que reavivó mis esperanzas. Algo que me daría la oportunidad de poder vivir.

    A veces pienso que si me hubiera quitado la vida todo hubiera terminado, y esto que yo estoy narrando nunca hubiera salido a la luz, pero en ese libro estaba mí boleto a la salvación, mí boleto para aquella nave espacial de la que una vez me había hablado, para irnos juntos, escapar de aquí antes de que lo peor llegara. Tenía en el libro dos boletos, no sabía cuántas personas habían comprado más de estos pasajes, o éramos los únicos, pero tenía que aprovecharla.

  La nave se encontraba a unos kilómetros de distancia, seguramente me llevaría un día entero, mí plan era tomar la nave militar, y de allí partir hacía el CLAME (Centro de Lanzamiento Aeroespacial Marvin Edwoond), pero lo haría mañana, apenas el sol comenzara a despuntar, para llegar cuando antes a aquel lugar y escapar hacia la libertad. A la noche cené rápido, me acosté en el piso que era lo único que más o menos estaba fresco, y dormí tranquilamente.

   Al despertar abrí mis ojos y todo estaba oscuro, era imposible que todavía siguiera siendo de noche... la quinta señal se estaba cumpliendo, eso solamente podían ser malas noticias.


CAPÍTULO VIII

UN BOLETO DE IDA



    La oscuridad era plena, tan negra y densa que imposibilitaba mucho poder avanzar con la nave militar. A cada rato tenía que detener mi marcha para cerciorarme si estaba yendo por el camino correcto. Sinceramente a aquella plataforma de lanzamientos solo había ido un par de veces, el ejército solía hacer pruebas piloto, con la idea de algún día poder poblar algún que otro planeta desconocido, pero las misiones siempre fracasaron, como por ejemplo el intento de formar una mega ciudad en la luna. Lo primero que falló fue el costo, hacer algo así requería de varios transbordadores espaciales que le permitieran a los obreros llevar los materiales necesarios para erigir allí aquella tan soñada ciudad, y lo segundo, pero no por eso menos importante, era difícil encontrar algún voluntario que quisiese ir hasta allá, y saber que jamás volvería, por ende, el proyecto fracasó.

    Ahora llegaba la hora de probar aquellas naves, y yo sería la primera, de igual forma me hubiera gustado estar en la luna, estaría mejor que aquí, de eso estoy segura. Por ahora el destino me ponía en otra situación, y esperaba poder superar cada obstáculo. Sin poder ubicarme en el reloj, calculé que en unas cuatro o cinco horas podría estar allí, no sabía exactamente la dirección, pero tenía fe en mi instinto, a lo que debo decir que, si no hubiera confiado todo este tiempo en él, no habría podido llegar hasta donde estoy, no habría historia, no habría registros.

     La nave militar avanzaba de a pequeños tramos, flotando lentamente a unos cuarenta centímetros del suelo. La calefacción no andaba y de a poco empezaba a hacer frio, lo cual era raro, el invierno todavía no había llegado, pero con la desaparición del sol, se estaba cumpliendo la sexta señal del Ente, y eso era evidente a los ojos del mundo.

    Todo ser humano que vivía, o se arrastraba en la tierra había desaparecido casi misteriosamente, todos se encerraban en sus casas, o en sus rudimentarios refugios, como si eso los fuera a salvar, el final iba a llegar para todos, no importa a donde te escondas, si es en un bunker hermético de un acero indestructible, o a quinientos metros bajo tierra. Nadie tenía escapatoria, por suerte los niños habían… Habían sido salvados. Mi niño, el milagro de mi vida había desaparecido, y eso era algo que no me podía sacar de la mente, aquella criatura había salido de mi estómago, evidentemente tenía un ser dentro de mí, un pequeño niño que podía haber sido feliz aquí, claro que si todo fuera diferente, y no quiero pensar tampoco en lo que pudo haber sido, porque no se puede cambiar nada, porque el tiempo avanza y las decisiones que tomemos en el presente pueden cambiar para siempre el rumbo de nuestras vidas en el futuro. Sé que a veces es algo imposible el pensar que hubiera sido si todos nosotros si nos  hubiéramos mantenido en el camino de la paz, y no en la senda de la violencia, si el Ente hubiera sido piadoso y nos hubiera perdonado otra vez la vida, pues no lo sé, solo sé que el tiempo avanza, que es como una flecha, siempre va para adelante y no puede retroceder, lo que quedó en el pasado, quedará allí guardado, y ya no se puede volver tener; el presente es la dirección de aquella flecha, y el futuro es en donde impactará.

   Me alejo por momentos de esos pensamientos, no me hacen bien y solo me centro en avanzar con este armatoste que es más lento que un carro de supermercado. Tomo algo de agua, trato de beber pequeños sorbos, no me sacian por completo la sed, pero es una buena forma de racionarla, lo mismo que con la comida, pequeños trozos para no comer de más y que pueda tener para el resto del viaje. Según esos pasajes la nave de mi salvación contaba con todo el equipamiento necesarios, desde litros de agua, hasta kilos de comida, seguramente deberían ser galletas o carne seca.

    La noche no me asusta, quizás en otro momento si tuve algo de miedo, será porque la delincuencia estaba volviendo de nuevo, y no había que salir a determinadas horas para evitar terminar herida. Ahora me daba todo lo mismo, dentro de lo que era al planeta Tierra la población de hombres y mujeres se había reducido a una cantidad mínima de cien mil personas, cien mil seres humanos caminando por estas desoladas tierras. A veces me pregunto qué será de aquel grupo de mujeres que nos salvaron, que habrá sido de cada una de esas hermosas damas, seguramente habían muerto, y no me daba escalofríos pensarlo y decirlo, muchas personas de mi entorno ya no estaban, y ellas de seguro tampoco.

    Ya había hecho unos cuantos kilómetros, cuando de repente la nave miliar comenzó a hacer algunos ruidos un poco extraños, como si estuviera algo atascado en su sistema, y de la nada se detuvo, allí en medio del inhóspito paisaje, dejándome plantada en aquella oscuridad. Traté de hacer lo posible para arreglarla, reseteé el sistema, cambié algunas configuraciones, pero nada, la nave había muerto. Pobrecita, de seguro no debió haber aguantado la sobre exigencia, y ese era la principal debilidad de las naves rusas, nunca fueron lo suficientemente bunas ni para explorar, ni para el transporte durante un combate, o en una salida de emergencia, ésta ya había cumplido sus años de vida útil.

    Ahora no me quedaba otra que continuar bajo el mando de mis pies, y esperar llegar lo antes posible. Me daba un poco de mala espina caminar sobre la tierra, más pensando en que durante los primeros pasos que fui dando, me parecía que estaba temblando el suelo bajo mis pies. Como puedo explicarme mejor, parecía estar caminando sobre barro, pero no era como el barro, no te ensuciaba las botas, mejor dicho, era como caminar sobre una gelatina, la tierra estaba así de viscosa, escurridiza, y eso no me gustaba. Imagínate por un momento que la tierra es una inmensa bola de gelatina, y ni hablar de los agujeros, casi tengo la mala suerte de caer en uno de esos pozos gigantes, de no ser por que emitían un pequeño brillo que los hacia fácil de ver en la oscuridad, no se a que se debía ese resplandor, pero por lo menos me salvaban de la muerte.

     El frio era insoportable eso debo de agregar, cualquier persona podía morir congelada si no estaba lo suficientemente abrigada, no nevaba, pero era solamente un aire helado, y la luna tampoco estaba en el cielo, de vez en cuando un brillo se asomaba en el firmamento, seguramente ere ella, la luna de queso como nos decían cuando éramos niños.

   Mientras caminaba con un montón de ropas sobre mi, desde la más fina a la más gruesa, y con un gorro de lana, más una bufanda en mi boca, reflexionada sobre el Ente ¿Dónde estaría ahora? ¿Sería aquella base secreta debajo del mar su centro de operaciones? ¿O será el universo la morada de los cinco ángeles? Eran preguntas de no una fácil respuesta, habíamos perdido todo contacto con él, no nos quería, lo habíamos decepcionado, humillado, se sentía de lo peor, o nosotros éramos de lo peor, nunca pensé que nuestras insignificantes vidas tuvieran la importancia y valor semejante que el Ente les daba. Él nos protegía, nos daba oportunidades. Durante sus veinte años de regir en esta tierra todo había ido perfecto, pero, perdimos el paraíso para  hacerlo nuestro infierno. Eso puedo entenderlo, pero ¿Por qué a nosotros siempre nos toca ese costado tan salvaje? Pudimos haber sido dioses, sin ningún límite, los verdaderos reyes de la tierra, pero por nuestra propia cuenta, aunque aquí debo hacer una salvedad, en la tierra si hubo gente buena, gente que apoyó y estuvo allí siempre para hacer el bien, para ayudar otros, para hacer de la caridad una actividad tan hermosa. Nunca me perdonaré por haber condenado a esas personas a la tumba. Y si, me sigo lamentando por esas almas, y digo también «condenado», porque yo soy responsable de esto, soy un ser humano más, y como tal yo firmé la sentencia de este mundo, más allá de no ser una participe directa.

    ¿Pero yo qué hice? quizás te preguntes, como te lo puedo explicar, no lo entenderías, no eres humano, pero no es lo que yo o vos hayamos hecho sino lo que hacemos todos, nunca nos percatamos de nuestras acciones, y cuando cometemos un error no solo nos afecta a nosotros, sino que muchas veces también tienen que pagar por ellos personas inocentes. Es como si tu rompieras un vaso y tus padres te castigaran a ti ya tus dos hermanos. Si lo sé, me voy por las nubes, pero es que esa caminata hacia el centro de lanzamiento fue tan disfrutable, debió haberlo sido porque era la última vez que caminaría por ese planeta, la última vez que pisaría tierra firme.

   La tranquilidad de la noche era plena, solamente se escuchaban mis pisadas, y el tiritar de mis dientes, cuando de una forma inesperada, un resplandor que ascendía al cielo se vio en el horizonte. Era una especie de tubo de luz tan largo que subía hacia el cielo, y de la nada comenzaron brotar más de estas luces, acercándose hacia mí, de repente venían de todos lados, y salían de aquellos agujeros en el suelo. Casi sin pensarlo me encontraba corriendo, sorteando aquellas luces gigantescas, al pasar por su lado notaba el calor que emanaban, hasta que finalmente se detuvieron, las luces se apagaron y otra vez la oscuridad, aquellos tubos grandes y lumínicos habían permanecido mas o menos unos quince minutos inmóviles, atravesando el cielo, y el espacio quiero creer. Cuando se desvanecieron solos se fueron apagando, y como cuando un foco se agota la tierra volvió a la oscuridad total, salvo por el tenue brillo que emitan aquellos agujeros.

    Seguí caminando, esta vez más atenta para no morir, y ante mi presencia, se mostró por fin el objetivo de mi caminata, un cerco de alambre me obstruía el paso para llegar hasta la nave, así que con las fuerzas que me quedaban escalé aquella verja rudimentaria, de unos dos metros de altura y salté hacia el otro lado. El lugar era grande, había un par de vehículos de carga, un camión de combustible estacionado, y una habitación en donde de seguro debía dejar asentado mis datos, pero nadie podía tomar mi identificación, el asiento que debió ocupar alguna vez el secretario, ahora era un esqueleto medio podrido, de vaya a saber cuantos años. Metí mis manos en el bolsillo y extraje los boletos, con una lapicera que había allí anoté mi nombre, dirección y el motivo de mi viaje, se lo lancé desde el agujero de la ventanilla y me fui a encontrarme con mi transporte.

   Caminé hacia la plataforma de lanzamiento y allí estaba aquella majestuosa nave, la madre de todas las naves, preparada especialmente para mi, igual me pareció desproporcionadamente grande para una sola persona, pero de seguro me acostumbraría a vivir allí el tiempo que sea necesario. Subí al interior, era perfecta, me acerqué al comando y chequee el combustible, estaba bajo, tenía que traer el camión que vi al entrar, llenarla y salir de aquí.

   Eso parecía tarea fácil, cuando de la nada la tierra comenzó a temblar violentamente, tan fuerte que caí al piso, tuve que salir agarrándome de las cosas para poder bajar, tampoco en tierra a era tan fácil caminar, el temblor que el planeta estaba haciendo no era normal.

   Llegué como pude al camión, me subí, lo puse en marcha y me dirigí a la nave, eso era lo bueno de los vehicules flotantes, no tenían contacto con el suelo, amé a la tecnología como nunca en aquel momento. Coloqué el camión en posición, me bajé, el suelo temblaba aun, dando la sensación de que cada vez parecía más fuerte, y ahora lo peor estaba pasado, del cielo comenzaban a descender algunos rayos, parecía una especie de tormenta eléctrica, pero en seco, no había lluvia, ni truenos, solo rayos que castigaban todo a su paso. Por fin coloqué la manguera y le di paso al combustible solo quedaba esperar, no tomaría mucho tiempo, al rededor de unos veinte minutos. La nave es grande, de seguro tiene combustible de repuesto, seguramente unos dos mil litros, lo suficiente como parara tirar algunos años en el espacio.

   Finalmente el camión de combustible se vacío, y la nave rebalsó, eso era buena señal. Con el tanque lleno y cerrado, ya no faltaba nada, solo era el momento de partir de allí. Había cruzado para entrar a la nave cuando un rayo cayó cerca de mi, parecía una cosa del destino. Caigo al piso, pero sin ninguna herida, salvo un poco tapados los oídos por el estruendo, y el equilibrio un poco perdido. Me levanté lo más rápido que pude, y logré entrar a la nave, la compuerta se cerró, estaba adentro, los rayos la impactaban, pero ésta ni se inmutaba, me acerqué al control de mando, tomé asiento y comencé a rezar.

    Activé todos los controles, encendí las luces, y prendí los propulsores, iba subiendo la velocidad de apoco, y la nave respondía bien a mis indicaciones. El temblor del suelo cesa, me estaba elevando. Apreté el botón rojo de la derecha y aumentó la potencia de cada turbina. Los rayos me impactaban, la nave ni se mosqueaba, lento pero segura voy elevándome, me siento tan contenta, el destino me sonreía otra vez.

   De la nada solo se oye el silencio, y los ruidos normales de la nave, estaba alto en el cielo, activo el piloto automático y me asomo por una de las ventanas que estaba al costado izquierdo, abajo todo era un caos, rayos, centelles estallando contra la tierra, iluminando todo, desprendiendo pedazos de ella, lava hirviendo salía de las profundidades. Temí por la gente que quedaba allí, pero ya no podía hacer nada, por suerte estaba viva, lejos de todo aquello, lejos de lo que me esperaba. Me di vuelta, contemplé la nave con un vistazo periférico, tomé aire, y me encaminé decidida a afrontar esta nueva vida que ahora me tocaba.

    Poco a poco me iba acostumbrando a todo aquello, vivir en la nave no me resultaría tan difícil, pensé que me iba a costar más trabajo, pero por suerte la tecnología con la que estaba equipada era realmente de avanzada, con tablero digital, pantallas táctiles, algo de brazos robóticos para alcanzar o llevar cosas de un lugar bajo a otro alto, como por ejemplo para colocar el barril de combustible de repuesto. Al parecer el combustible que yo tenía era bastante, el tanque estaba lleno a rebalsar y de seguro me alcanzaría para un largo trecho.

   Al atravesar una de las tantas capas del espacio, la gravedad se comenzó a perder, y empecé a flotar, esa sensación era increíble, me sentía como en las películas donde el héroe vuela a salvar a la chica en peligro. Ojalá en éstas épocas hubieran existido estos tan fantásticos personajes, aunque no sé si hubieran podido salvar a las cientos de vidas que han sucumbido bajo nuestra propia maldad.



 

Continuará...

miércoles, 9 de agosto de 2023

HOMBRES DE PALABRA (PARTE 4)

 ESCRITORES OLVIDADOS: JOSÉ RAFAEL HERNÁNDEZ



ARGENTINA, TIERRA DE LITERATROS


Por...MARK
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I

   Como ya pudimos observar, la Argentina presenta un nutrido y variopinto número de estilos y formas narrativas, como así también un grupo grande de importantes literatos, tanto en las épocas pasadas, como en las presentas (eso sin dudas), pero dentro de todo este mundo, me tomo el tiempo de resaltar narradores que yo considero importantes por su influencia en la cultura popular, en una época ya lejana en el tiempo y de la cual solo quedan vestigios en alguno monumentos históricos o en lo libros de historia. Pero el deber aquí es resaltar este grupo de hombres de palabra, que han dejado huella en el pasado, y cuyos textos como así también sus vidas, han quedado enterradas entre las capas del tiempo, siendo ya desechados por los sistemas educativos modernos, pues la juventud en su mayoría, rechaza muchas veces el leer libros que ya no tienen nada que ver con sus contextos de vida, o con las cosas que los rodean, y lo se por experiencia propia. Pero curiosamente es José Hernández, un autor que suele resurgir (como ya lo vimos con Alberdi), en ciertos momentos o en una fecha puntual como es el 10 de Noviembre o Día de la Tradición, una celebración que busca recuperar o rememorar las viejas costumbres del gaucho argentino, ese hombre de trabajo rural, de jineteadas, mates, asado y guitarras. Pues una de las obras más importantes por las cueles destaca José Hernández, es por haber creado la leyenda de uno de los gauchos más famosos de toda la nación, y del cual hoy hablaremos. 


Gaucho preparado para enlazar una yegua

    Pero su calidad literaria engloba también otros escritos como: «Vida del Chacho» (1863), «El Gaucho Martín Fierro» (1872), «Los treinta y tres Orientales» (1878), «La vuelta de Martín Fierro» (1879) e «Instrucción del Estanciero» (1881).

II

  Nacido en Buenos Aires un 10 de noviembre de 1834, fue un poeta, político, periodista y militar, que desde siempre demostró intereses hacia varias causas, como por ejemplo las ideas federales y el hecho de que el resto de provincias Argentinas vivan sin estar regidas por la autoridad que en ese momento poseía la ciudad de Buenos Aires. 
  Desde chico inició sus estudios en el Liceo Argentino de San Telmo, donde aprendió a leer y a escribir, recibía clases de catolicismo, a demás de la enseñanza de varios idiomas, dibujo, geometría. Después de un tiempo en la escuela, su madre fallece y decide abandonar el colegio para trasladarse a las desiertas pampas argentinas, donde sostuvo una larga unión con el campo, allí aprendió a montar a caballo, y a familiarizarse con el desgastante estilo de vida rural, más que nada empezaba a ver de cerca como era la arriesgada vida del gaucho. 

Gaucho Argentino de la Pampa


   Después de escribir un análisis biográfico sobre la vida del caudillo y militar argentino Ángel Vicente «Chacho» Peñaloza (1863) , se dedica a crear una de las obras más importantes de la cultura gauchesca, estamos hablando del intrépido, aventurero y bravo gaucho Martín Fierro. Un libro que sí o sí lo tengo que poner en el top uno dentro de ésta categoría, junto a otro ejemplar de la misma temática, que es «Don Segundo Sombra» de Ricardo Güiraldes (obra absolutamente recomendada).
   Antes de empezar debo decir que no me quiero enredar tanto en otros materiales, ya que me interesa mucho más hablar sobre el Martín Fierro, un poco de su historia, su contexto y la importancia en la cultura popular, ya que de él se han hecho canciones, historietas y películas.

III

   «Aquí me pongo a cantar, al compás de la vigüela...» así inicia el primer capítulo de esta obra que es Martín Fierro, en donde el protagonista nos irá narrando en formato de copla (versos cantados), toda su historia, desde lo malo hasta lo bueno. El libro es corto pero interesante, puede ser medio complicado de leer, ya que está escrito de manera un poco errática, con faltas graves de ortografía o palabras mal escritas, pero no hay que asustarse, pues recrea de manera clara la forma de hablar del gaucho, hombre de campo que se formaba casi sin darle importancia a los estudios, viviendo solo para trabajar la tierra, entre animales y mates, siempre acompañados de una guitarra que le pone música a sus penas.


   Martin Fierro es el retrato fiel de un gaucho que no le teme a la muerte, de un hombre duro de las Pampas, que es llevado a la fuerza al ejército, en donde debe abandonar a su familia para servir a la patria y mantener a raya a los indios que sometían al desierto. Pero allí la pasó mal, no le pagaban y lo tenían como esclavo, finalmente decide desertar para volver a su pago, donde encuentra que sus hijos ya no estaban y su mujer se había marchado con otro hombre. Dolorido y solo, Fierro decide penar al abrigo de la naturaleza, andando de pueblo en pueblo, pero sin poder quedarse ya que lo estaban buscando por haber huido del ejército. A todo esto cabalga con la esperanza de volver a ver sus hijos, y le preocupa no saber que es de ellos, si pasan frío, calor o hambre. 
   En varios pagos tuvo conflictos que terminaron con la muerte de dos personas, la policía lo intenta buscar hasta que finalmente dan con su paradero, pero Martín Fierro no es gaucho que se entrega fácil y se arma la trifulca, acabando con la patrulla que lo rodeaba, en ese momento se hace amigo de otro oficial que decide ir con él. A partir de ahí Martín Fierro y Cruz (el policía) empiezan a vagar por el desierto, entregados a donde quiera que el destino los lleve.
   La historia es sumamente interesante, me recuerda mucho a esas historias típicas del farwest norteamericano, donde se narran la grandes aventuras de los valientes cowboys, pero esta es diferente, es argentina, es nuestra historia, es la vida de un personaje que tranquilamente podría haber existido y recorrido las grandes tierras argentinas. 
   El hecho de que esté narrado en forma de copla, nos transporta a un típico fogón, en donde la gauchada, sentada al lado del fuego, se presta atenta a escuchar al cantor sacar de adentro sus dolores. 

IV

  En el año 1878 José Hernández escribe «Los treinta y tres orientales», una carta (poema) que el querido gaucho Martín Fierro, le escribe a su entrañable amigo Juan Manuel Blanes, para hablarle maravillas de un cuadro que éste último había pintado, retratando impecablemente la independencia de la Banda Oriental del Uruguay. Finalmente en 1879 edita la segunda parte del Martín Fierro, titulada: «La vuelta de Martín Fierro», continuando un poco con la historia del primer libro.



   En este escrito, Hernández intentará despejar algunos detalles que quedaron en el aire durante el primer libro, como por ejemplo: el reencuentro del gaucho con sus hijos después de diez años sin verlos, nos enteramos que su esposa falleció, también después de tantos años el juez ya no lo buscaba, pues había sido perdonado por desertar de la milicia y por causar la muerte de un mulato y un guacho.
   Si, tenemos que destacar que hay ciertas situaciones que reflejan lo peligrosa que era la vida en la Pampa (teniendo el libro algunas imágenes violentas), y como había que mantenerse alejado de la vista del indio, un ser despiadado y completamente salvaje que no tenía miedo a pelear. Cómo dato trágico y la parte más emotiva del libro (después del reencuentro con sus hijos), es la muerte de su buen amigo Cruz, luego de haberse contagiado de virgüela (viruela).



     El texto nos introducirá en esta especie de fogón, en donde no solo escucharemos a Martín Fierro, sino también podremos saber que fue de la vida de sus hijos, que al compás de la vigüela nos introducen en sus respectivas historias, hasta conoceremos las pobres desventuras de Picardía el hijo de Cruz.
    El libro transcurre hacia el final en un duelo de payada entre Fierro y un moreno, para después desembocar en el final, en donde Martín Fierro, sus hijos y Picardía se separan para cada cual seguir su camino y transitar cada uno su vida.

V

   Así terminamos la revisión de hoy, sobre una historia apasionante de nuestra cultura. Cómo digo siempre me gusta traer estos escritores perdidos, ya que Martín Fierro está un poco olvidado por la juventud actual, y recomiendo de verdad leer un poco de estas joyas.
    Es menester volver a decir que todos los diez de noviembre, en honor al nacimiento de José Hernández y al gaucho Martín Fierro, se celebra en la Argentina el día de la tradición, una festividad en donde se busca rescatar esas costumbres tan nuestras, heredadas del gaucho, como el folclore, la jineteada, la payada y el fogón. Es también hacer perdurar en el tiempo nuestra esencia, lo que nos hace ser Argentinos.


Foto de una jineteada 





martes, 8 de agosto de 2023

❌EL CAMINO DEL STRAIGHT EDGE❌

  ADICCIÓN A VIVIR



EL DIBUJO EN LA RECUPERACIÓN DEL DROGADEPENDIENTE 

Por...MARK 
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    Ya hace aproximadamente unos siete meses en los que estoy desempañando el rol de dibujante, dictando clases en una comunidad terapéutica que ayuda de manera activa a jóvenes y adultos que padecen de esta enfermedad que es la adicción a las sustancias, bebidas alcohólicas o al tabaco. Mi misión principal es tomar parte activa en este sector, ya que considero de importancia vital eliminar cualquier elemento que pueda dañar el organismo, llámese drogas, alcohol o cigarros. Por eso, que mejor manera de acercarme a esta lucha activa que desde mi visión de un militante del straight edgecombinada con mi pasión por el arte, siendo este último un elemento fundamental, porque me permitió acercarme a chicos y grandes que necesitaban una vía de escape, una forma de evacuar sus sentimientos más profundos, de relajar la mente y hacer de las artes plásticas un medio de expresión, donde prime la libertad de poder soltar todas esas sensaciones que muchas veces quedan reprimidas en el pecho. 
    En estos meses conocí historias y experiencias que son realmente muy fuertes, logrando tocar fibras sensibles en mi ser. Es imposible no empatizar con los muchachos de la comunidad, y gracias a mi tiempo allí, se ha logrado crear un sólido grupo de seguidores del taller, en donde me encargan ilustraciones y disfrutan de la hora y media en la que estoy, donde aprendemos técnicas de dibujo, anatomía, sombreado, teoría de color, composición, creación de obras originales, y muchas otras cosas más. Pero si hay algo que los chicos valoran es la posibilidad de poder escucharlos, no hay mejor regalo que uno pueda darles que sentarse a a oír sus historias de superación, o de quienes todavía están dando la pelea, puesto que salir de la adicción es una lucha diaria contra esos demonios que disfrazados de tentaciones, los amenazan día tras día. 
     Dibujar es un medio de expresión valioso, y ellos por un momento pueden darse el tiempo de analizar como se sienten, entran en una especie de catarsis, en donde surgen las reflexiones más profundas, los recuerdos, las visiones de un pasado tormentoso, pero que no dejan la búsqueda por un futuro mejor. Y que decir del straight edge, algo que me impulsó a tomar este camino para tener una vida más sana, pese a la contaminación propia del mundo en el que nos encontramos, donde hay un acercamiento aun más acentuado sobre las adicciones y los jóvenes que no comprenden el valor de la sobriedad
    La mayoría de estos chicos han crecido en entornos marginales, donde no han tenido la educación o la formación familiar-educativa necesaria, y han tomado un camino del cual ahora deciden salir, y eso es muy celebrado, la fuerza de voluntad de cada uno de esos chicos es la grandiosa fe en algo más poderoso que ellos mismos. La fe en Dios es el motor que los mueve. Independientemente de mis creencias, es interesante como pueden afrontar la vida y se les da una razón para vivir. Créanme que es una sensación de orgullo, cuando se me acercan con la idea de estudiar arte o con consultas de como enfocar el arte hacia una visión más sanadora

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Pintando un mural 





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     Sin lugar a dudas las adicciones son un padecimiento que rompen con todo orden mental, social y familiar, yo me muevo con la idea fija de poder acercarles mediante el arte una opción saludable para ayudarlos en su recuperación. Para ello necesité reconfigurar mí estilo de dibujo, alejándolo de cualquier ilustración violenta o que induzca a la violencia, debido a que muchos de los chicos en proceso de sanación provienen de sectores donde el único camino que tenían para subsistir era la delincuencia, por lo tanto es fundamental mantenerlos alejados de ese ambiente tan nocivo.
   Por otro lado, el arte los acerca a ese costado más nostálgico tal vez, de reencontrarse con una actividad que realizaban cuando eran niños. Es evidente que los recuerdos salen a la luz en la hora y media que dura el espacio del taller, donde tienen la libertad de expresarse en todas sus formas, y no pueden evitar recordar viejas épocas de escuela o momentos de la niñez. El arte es sin dudas un motor que puede impulsar al alma para expandirse en todas direcciones, por ende ayuda a la mente con la estimulación de la imaginación, que se desarrolla gracias al aprendizaje de conceptos básicos de dibujo, que una vez asimilados, son puestos en práctica mediante ejercicios de previsualización.
    En este caso el dibujo cumple la función de ser un elemento indispensable para la terapia, los motiva a desarrollarse, estimula la creatividad y es el momento en donde surgen las conversaciones más profundas ¿Cómo lo combino con el straight edge? la ecuación es muy simple, la idea es implantar una visión del arte como centro de un punto de partida, fomentando la toma de conciencia y decisiones conscientes sobre el presente; aunque no nos parezca el dibujar significa tomar decisiones en el momento, eso implica que no siempre van a ser buenas, por eso es importante que con el arte aprendan a tomar decisiones en el aquí y ahora, por ejemplo: al momento de colorear o pintar entra en juego que colores usar y como mezclarlos para obtener el mejor resultado. El sXe te enseña a vivir el momento presente, buscando las opciones más eficientes para tener al alcance de nuestras manos un óptimo resultado.   

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En el taller...







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    Otros puntos indispensables en esta búsqueda de enseñar arte y sobre todo ayudarlos a poder evacuar sus pensamientos y sentimientos son : 1)- La creación de valores sólidos que los ayude a valorar lo que hacen, muchos de estos chicos, provenientes de lugares de bajos recursos, son perseguidos por el fantasma de la delincuencia, llegando ellos mismos a auto flagelarse con esas memorias, impidiéndoles poder aceptar un cambio real en sus vidas. 2)- Conversar por medio del dibujo o la pintura con esos fantasmas, los ayudará a comprenderse a si mismos, también es fundamental compartir valores sXe, para que eso les aporte aun más motivación. 3)- Buscar metodologías de enseñanza que se puedan adaptar a la situación de cada chico, para que cada uno avance a su ritmo y a su manera, haciéndoles ver que no se trata sobre el que mejor dibuja o quien es el más rápido con el lápiz/pincel, sino que lo más importante de esto es disfrutar de las diferentes etapas del proceso creativo. 4)- Es nuestro deber enseñarles a cuidar los diferentes materiales, como deben ser tratados los lápices o los pinceles, ya que estamos haciendo una referencia al cuidado de las cosas que nos rodean y de nosotros mismos. 5)- Siempre en mis clases busco dar una enseñanza, algo que les de valor, generalmente enfocado a la filosofía tanto straigh edge como así también citando a grandes pensadores estoicos como Séneca o Marco Aurelio. 6)-Trabajar sobre las motivaciones y gustos de los alumnos, en mi caso me adapto a lo que ellos han disfrutado en sus infancias, dibujos animados, comics, películas, series, el trabajar con cosas que conocen les ayuda a darse cuenta que es mucho más fácil aprender a dibujar, ya que el dibujo consta de demasiada teoría y muchas veces puede ponerse denso, por lo tanto lo ideal es plantear una clase dinámica en donde el vínculo alumno/profesor se rompa, poniendo a los chicos en situación, mediante juegos y desafíos que involucren ejercicios de memoria sobre cosas que tengan claras, eso los ayuda a hacer del dibujo algo más entretenido. 


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Algunos trabajos que realizamos en el taller
Clase de sombras 








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     Para finalizar, tengo que decir que es una vivencia que realmente agranda el corazón y revitaliza el alma, el hecho de poder compartir experiencias, y entender otras realidades nos ayuda a darnos cuenta que muchas veces la vida puede ser dura, y sobre todo saber que muchos de esos chicos llegan allí casi sin esperanzas, algunos abandonan a los pocos días, otros juntan fuerzas y gracias a la fe tratan de resistir, otros están en el combate diario de pelearle todos los días a esa enfermedad. El dibujo muchas veces es para ellos un momento de esparcimiento, donde rompen un poco con la monótona rutina del centro de rehabilitación, un espacio en donde cada uno es libre de ser y de pensar, donde no se juzga a nadie, y saben que siempre van a tener alguien que los escuche
    Los lunes son los mejores días de mi vida, porque doy el taller en la comunidad, porque comparto un momento con gente de calidad, que no afloja. Y para aquellos que deciden tirar la toalla, solo puedo decirles que vale la pena seguir intentándolo, vale la pena levantarse mil veces por más que uno caiga

RECUERDA
¡Mantente siempre mentalmente fuerte y moralmente recto!

STAY CLEAN, STAY POSITIVE

¡¡Gracias por leer!! 
    

P.D: Recomiendo ampliamente el podcast de Tato Balderrama "Advertencia", a mi me a ayudado a comprender aun más el mundo de las adicciones, ya sea a través de las experiencias del propio Tato,  como así también de los invitados a los que entrevista. A su vez me sirvió como herramienta para saber enfocar ciertas clases y principalmente fue alimento espiritual para la motivación que me impulsa a seguir haciendo esto que amo, y esparcir las ideas de que sí se puede si no te rindes