CAPITULO X
Las palabras que había sacado de aquel pesado y viejo libro, me habían dejado algo en claro, al parecer está familia tenía alguna especie de culto sagrado hacia los llamado celestiales. Que supuse también que era una raza de seres superiorrs y divinos, tratados como dioses, cuyo única forma de obtener su ayuda era ofreciendo la sangre del hijo menor.
Ahora lo estaba entiendo todo, aquella fotografía que había sacado de la cajita, que estaba en la habitación de arriba había sido tomada en el año 1908, pero me había parecido leer en los recortes de periódicos que estaban introducidos en el sobre, una noticia que involucraba algo maligno.
Abrí el segundo cajon de mi escritorio y saqué el sobre con los recortes, no me quería quedar con la duda de saber si realmente lo que pensaba era verdadero o no.
Y allí estaba una noticia que coronaba al señor Harrys como ciudadano ilustre de la ciudad, la nota y la foto habían sido tomadas en el año 1909, y para confirmar aun más mis sospechas el hijo menor no estaba ¿a caso había sido sacrificado?
Esa pregunta me dejó una mala sensación, sabia de historias sobre sacrificios humanos en el pasado, por parte de culturas antiguas, pero ¿podía alguien matar a su hijo por entregarselo a una supuesta raza de seres divinos?
En ese instante las luces se me vinieron a la cabeza, más recortes anunciaban un cese de estas luces durante el 1 de enero de 1909 al 2 de marzo del mismo año, mietras que la foto de la entrega honorifica al señor Harrys había sido otorgada el 31 de diciembre de 1908, el ultino día de aquel año, y ya la familia estaba sin su hijo menor.
Me intrigaba saber que eran los Celestiales, así que volví a la biblioteca a buscar algún libro sobre ocultismo y religiones extrañas, al parecer en el volumen que yo poseía no habia mucha información, pero esta era precisa. El culto a estos seres derivaba de una rama de las sectas ocultistas, que verdaderamente practicaban sacrificios humanos, cayendo en la oscura mentira de que sus vidas cambiarían con un supuesto futuro que les traería la paz y la sabiduría a este mundo.
No tarde en darme cuenta que aquella familia era una de tantas obsesionada con seres extraterrestres o que no eran de este mundo, y que estaban lo suficientemente locos como para entregar la sangre de un hijo a seres que no habitaban este mundo.
Entonces eso me hizo pensar y dudar al mismo tiempo, pero aquella idea que me había surgido era demasiado apresurada, aunque me arriesgaba a decir que aquel ser podía ser uno de los Celestiales, que había quedado atrapado en este plano terrenal, por alguna extraña razón o quizás había sido traído aquí por alguna especie de maquinaria extraña.
La idea en si no era mala, todo encajaba, tenía que contaraelo a Jhonny lo antes posible.
Nos sentamos los dos en su habitación y le confesé todo lo que había investigado, estuvimos un rato sacado algunas conclusiones y finalmente me dijo que tenía algo que contarme.
— La noche que estuvimos en la casa— dijo un poco nervioso— algo extraño me sucedió, no sé que fue pero pude escuchar un ruido que provenía de atras de la casa. Yo estaba en el piso de arriba cuando una luz blanca y brillante broto de la tirrra, fue durante unos segundos y se apago, era un sonido parecido al de un auto pero este era pausado— tomó un poco de aire y continuo—Cuando me acerqué a ver la luz ya se había apagado pero en la tierra habia una marca circular, al parecer aquella luz era caliente ya que de la tierra se la podía percibir un poco tivia.
Mi cara se ilumino dándome un toque de alegría ante la mirada de Johnny, que sin darse cuenta había descubierto la última pieza de este rompecabezas.
CONTINUARÁ...
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