CAPITULO VIII
Una figura grotesca y escalofríante se alzaba ante mi, eran una pila de cuerpos humanos, posicionados casi sin ningún logica o por lo menos era algo que yo no podía comprender. Esta estaba compuesto por una persona alta de pie, mientras que alrededor de él se encontraban incrustados partes de otras personas.
Esta estaba posicionada de pie, pero sobre tres piernas, la tercera reemplazado su miembro, mientras una se apoyaba sobre una cabeza, desde los costados le habían agregado dos brazos más, dando la sensación de poseer cuatro. Mientras que de los hombros le habían añadido dos cabezas más.
La sangre se había secado en aquella figura, creando una masa espesa de color rojo que dibujaba un símbolo en el centro del pecho. La piel tenía un color grisáceo y un poco podrida revelando que llevaba mucho tiempo allí, sin contar los gusanos e insectos que se introducían en las heridas.
A pesar de todo, los cuerpos no liberaban ningun olor desagradable, lo que me resultó extraño. De pronto una sensación de asco y náuseas me invadio, sabiendo que alguien se había tomado el trabajo de desmembrar y unir los cuerpos, que no si quiera estaban cosidos, si no más bien incrustados a la fuerza.
Un sonido me alertó, me di vuelta y la luz de la linterna cayo encima de una figura no humana que me miraba eculta detrás de unos viejos tachos de madera, para finalmente desaparecer.
Presa del miedo huí de allí, subiendo la escalera hasta la habitación, en donde Johnny me estaba esperando para salir. En camino le conté lo que había visto y en ese momento las palabras de aquel viejo polícia resonaron el el vacío de nuestras mentes, mientras en el cielo el sol comenzaba a asomarse de apoco.
CONTINUARÁ....
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